Luces y sombras[completa]

Capítulo 1

13 de Junio de 2019, Nueva York.

Me llamo Mia Miller y tengo veintiocho años. No tengo ninguna atadura que me haga pensar en el día de mañana. Actualmente vivo en el barrio de Bensonhurst y ese es mi mayor problema, tengo veintiocho años y aún no tengo coche, ni hijos ni siquiera un marido. 

Mi mayor deseo es formar una familia y cumplir el sueño americano. Y aunque parezca que tengo una buena vida eso no es así, me tengo que levantar todos los días a la seis de la mañana para coger el primer bus para ir al trabajo, en estos precisos instantes trabajo en una de las agencias de fotografías más importantes de Nueva York.

Y aunque parezca que tengo un buen trabajo cada día estoy más cansada de tener que asistir porque para mi es muy monótono.

Me encontraba en mi apartamento arreglandome para quedar con una de mis mejores amigas, Elizabeth. “Eli” es mi amiga desde que vine vivir aquí desde Seattle que es donde vivía antes con mis padres y hoy me tiene que contar algo importante y allí que voy.

Me miro al espejo y no me gusta como voy, me rizo mi pelo rubio medio largo y me hago lo mejor que puedo la raya del ojo, aunque tengo veintiocho y llevo toda la vida haciéndola no me sale siempre perfecta. No entiendo como hay gente que siempre sale de su casa con la raya perfecta como si tuvieran una regla para hacerla o algo por el estilo. Me pongo un pantalón ajustado y una camiseta blanca simple y me lanzo a la aventura.

Llegó a la parada, como he dicho antes no tengo carnet ni coche y tengo que ir a todos los lados en autobús, aquí tengo que coger el número cincuenta para que me lleve a la cafetería Londres

Llega el autobús, por mala suerte del destino va hasta arriba de gente y me tengo que conformar con ir agarrada a una barra. Hecho que hace que parezca un muñeco. Si de esos de aire que hay en los concesionarios que van de un lado a otro sin ningún patrón.

Pero puedo llegar sana y salva. Después de cuatro acelerones que casi me como al niño que iba sentado en la parte de atrás y de cuatro frenazos y ser presa de un hombre y casi incrustrarme en él. 

Consigo bajar con los pelos que daba la sensación que me había metido en una centrifugadora y el bolso que por suerte me quedaron dos dedos para mantenerlo en mi mano.

Llego a la cafetería “Londres”, allí es donde quedo siempre para tomarnos nuestros cafés por la mañana o los gin tonics por las tarde.

Elizabeth que se encuentra ya dentro sentada en la mesa mira por la ventana y me ve. Yo me pongo pegada a la misma como si fuera una estrella de mar en una pecera.

Ella comienza a hacer un montón de gestos pero no me doy cuenta a que quiere referirse. Así que sigo pegada. De repente Eli señala a su derecha y veo como toda la cafetería está viendo mi estupidez del día y ella se pone más roja que un tomate.

Así que después de ese numerito decido entrar y sin llamar mucho más la atención de lo que ya lo había hecho me siento enfrente de mi amiga.

—Madre mía hija, lo tuyo no es la discreción. Si te tengo que contar algo importante que no se entere nadie ya lo sabría toda Nueva York —dice sin parar de reírse y todavía roja por el momento vivido.

—¿Que tenías que contarme? —le pregunto con rostro de preocupación y presa de la vergüenza.

—¿Te acuerdas que hace tiempo te hablé de un negocio que tenía en mente? —me pregunta para que haga memoria.

—Si que querías montar un lugar donde se pudiese ir a tomar algo o cenar y ya de paso conocer a alguien nuevo —le respondo rápidamente sin pensar mucho. Tengo bastante memoria para esas cosas.

—Si pues estuve hablando el otro día con mi padre y después de hacer un gran esfuerzo va a invertir en mi idea, por suerte en unas semanas lo tendré montado —es una gran noticia, Elizabeth llevaba tiempo rondando la idea y es una trabajadora innata.

—Pues me alegro muchísimo, pero no me has llamado solo por eso ¿no? —la miro directamente a sabiendas de que me puede hacer una encerrona.

—Quiero que seas una de las invitadas el día de la inauguración.

—¿QUE? —digo gritando mientras me escucha hasta el cocinero de la cafetería —no… no… no —niego rotundamente con la cabeza varias veces seguidas.

—Mia es perfecto, es tu oportunidad, llevas mucho tiempo soltera y yo necesito a gente para que se llene el primer día —me mira y me pone su cara de niña buena.

—¿Pero a quién me vas a poner? —cambio mi cara de preocupación a una más calmada.

—Al mejor candidato, lo tengo ya elegido —suelta mientras sostiene en la mano varios papeles con varios candidatos.

—Sabías que te iba a decir que si ¿verdad? —sabía perfectamente cómo se las gasta Elizabeth para convencerme.

—Rotundamente, desde que te has puesto como un mono colgón en la cristalera —ella levanta la cabeza con signos de superioridad.

—Bueno, me lo pensaré —respondo mientras bebo un sorbo de café.

—¡Bien! —ella lo celebra como un sí definitivo.

—Oye que no te he dicho todavía que lo vaya hacer.

—Me has dicho antes que si —Eli también coge su taza y comienza a tomárselo.




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