Me encuentro en mi primera práctica de coche, hace unos días que me he sacado el teórico que fue bastante rápido y a la primera.
Estoy bastante nerviosa, es un día lluvioso y la visibilidad es mínima, no es el día para empezar a coger el coche. Aun así, le echo valor y comienzo a conducir las calles de Nueva York.
—Ahora gira a la derecha —me dice el profesor que es lo más parecido a un navegador de coche que he visto en mi vida.
Después de llevar un rato y unas cuantas frenadas el tiempo de la práctica está terminando.
—Ahora al llegar al final de esta calle te detienes que ya estamos terminando —cada vez la lluvia es más intensa.
Comienzo a correr más de la cuenta y cuando quiero frenar tengo que hacerlo más de la cuenta con la mala suerte que hay un charco y salpica la acera entera. El profesor se queda mirándome sorprendido por ser mi primer día, pero yo solo deseo que no hubiese nadie en la calle casualmente paseando.
Pero para mi suerte no es así, hay un hombre en traje, lleva paraguas, pero el frenazo le ha dejado calado de arriba a abajo.
—Pero se puede saber porque no mira por donde va —dice una voz cabreada pero familiar para mi.
—Perdón es mi primer día —quiero que la tierra me trage.
En ese mismo instante y sin casi dejarme terminar la frase la persona baja el paraguas, es Luke que se le ve visiblemente enfadado pero al verme los humos se le bajan enseguida.
Me bajo corriendo del coche y voy a por él a pedirle de nuevo disculpas.
—Perdón de verdad, me he equivocado de pedales y he acelerado cuando quería frenar —algo que es mentira solo que quiero demostrarme a mi misma que podia ir rápido.
—No pasa nada, son cosas que pasan —dice Luke con la camiseta de dentro empapada que hace que se le pegue al cuerpo.
—Tengo mi casa a dos manzanas, vente y te doy ropa seca —comento para salir del apuro. Él acepta.
—Se donde esta, te lleve el otro dia.
—Es verdad —comienzo a reírme.
En menos de dos minutos llegamos al apartamento. Se encuentra en la calle 18th Ave de Bensonhurst. Es un edificio de tres plantas de ladrillos y se encuentra en una zona céntrica del barrio.
Subimos hacia arriba, el apartamento está casi sin luz porque he bajado las persianas antes de irme. Enseguida las subo todas. Da igual que se mojen los cristales bastante se ha mojado Luke por mi culpa.
—Hoy me tienes que curar tu —me dice Luke carcajeándose.
—Si, hoy yo soy tu salvadora —le digo mientras le extiendo una toalla seca que he cogido del baño.
Luke comienza a quitarse lentamente cada uno de los botones de la camiseta para poder quitarse el agua y ponerse la ropa seca.
Me muerdo el labio inferior mientras Luke se va secando, no puedo evitarlo. En ese momento me fijo que tiene una cicatriz en el vientre y no pudo evitar preguntar.
—¿Dónde te hicistes eso? —digo señalando aquello.
Una pregunta que a Luke no parece gustarle. Le cambia rápidamente la cara.
—Fue un mal día, prefiero no contarlo —enseguida me doy cuenta que no le gusta la pregunta y cambio rápidamente de tema.
—¿Qué tal todo? —le pregunto interesándose por él mientras Luke se pone una camiseta que guardaba en el armario que no me acuerdo ni de quién es.
—Bien, muy bien. ¿Por qué no me has llamado? —pregunta directamente sin ningún tipo de tapujo.
—He estado liada con el trabajo y con el carnet de coche apenas he tenido tiempo de coger el teléfono —le digo mientras recuerdo todas las veces que tuve en la mano el teléfono para llamarle.
—Te he echado de menos —me dice con la mirada triste algo que a mi me hace sentir algo dentro y no pudo evitar decir:
—¡Y yo! —desde el primer día no puedo dejar de pensar en él.
—¿Qué hacías por este barrio? —mientras le seco el pelo le pregunto.
—Pues que suelo frecuentar estas calles para comprar cosas ¿te vale esa respuesta inspectora? —me dice con una sonrisa en el rostro.
—Así me gusta, que me hagas caso —le confieso al oído mientras voy a la cocina a por café.
—¡Por cierto! —me dice desde el salón Luke —tengo que ir a una cena de empresa y no tengo nadie con quien ir, ¿te gustaría venir conmigo? —me propone la idea.
Se perfectamente que no me puedo negar a la cita porque me encanta cuando estoy a su lado pero dentro de mí una pequeña parte me dice que no es buena idea, tardo varios segundos en responder pero al final acepto.
—Perfecto, mañana a las ocho paso a recogerte —me dice esbozando una sonrisa.
Después de varias semanas trabajando sin descanso en la agencia necesito desconectar. Y esta es la mejor excusa.
Al poco rato y después de una agradable charla, Luke se marcha de nuevo con su camisa seca y con el paraguas en la mano ya que ha parado de llover.
Cierro lentamente la puerta de mi casa y mientras escucho bajar las escaleras comienzo a dar saltos de alegría. Algo inconsciente que segundos más tarde me doy cuenta de que estoy teniendo un comportamiento algo extraño. Algo que nunca antes me había pasado con ningún chico. Son unas mariposas que se han instaurado en mi estómago y estoy agusto con ellas dentro, no quiero que se vayan ni que nada salga mal con aquel chico que había entrado de golpe y porrazo en mi vida.