Las horas pasan y después de estar disfrutando de la playa los dos subimos a la habitación para ducharnos y cambiarnos.
Yo soy la primera en hacerlo, el agua es cálida, relajante. Algo que a mí me encanta. Salgo del baño, y Luke está esperándome fuera, me coge y me abraza por la parte de atrás dándome besos en el cuello. Me doy media vuelta y comienzo a darle besos apasionados.
Con dulzura me tumba sobre la cama y él se pone encima de mi. Comienzo a desabrochar todos los botones de la camisa hawaiana que se había puesto para ir a la playa.
Nada más quitarla la lanzo al suelo, quiero sentir aquellos pectorales que tiene tan bien marcados. Después de aquello Luke comenza a quitarme el albornoz con el que me había salido de la ducha, en unos segundos me encuentro sin ropa encima de aquella cama redonda y al él sólo le queda el bañador, trato de quitárselo con la mirada pero no es tarea fácil.
—Shhh despacio... no hay prisa —expresa con dulzura.
En ese momento se levanta y se pone mi albornoz y va directo a la puerta, tiene que poner el cartel de ocupado. Vuelve rápidamente a la cama. Ya le estoy esperando. Los ojos de Luke están ardientes de deseo al igual que los mio, en esta habitación se concentra toda la testosterona de este hotel.
Luke comienza a tocar cada parte de mi cuerpo desnuda, lo disfruto y a la vez gozo de deseo. Es una sensación que llevo esperando desde el primer día que lo vi.
Me pongo a hurtadillas de él, ahora soy yo la que quiero mandar y disfrutar de Luke, que no le quito la mirada fija ni un segundo.
En ese momento cuando me pongo a su par y comienzo a bajar la mano hasta que llego al bañador que está más apretado de lo normal y llego hasta el bulto que hay justo en medio. Lo primero que hago nada más llegar es morderme el labio inferior e imaginarme lo que voy hacer con él. Después empiezo a apretarlo con dulzura. Hecho que hace que Luke se venga más arriba y comienza a tener más libertad para poder tocar lo que quiere.
—Me encantas —su mirada es intensa y ardiente.
Comienzo a bajar el bañador que a estas alturas ya sobra.
—Quiero sentirte —le decía musitando al oído.
Entonces decido ponerme arriba e introducir el órgano viril dentro de mí y empiezo a cabalgar como si la vida dependiera de ello. Esta sensación es única para mi. Así es hasta que la pasión hace que los dos quedemos exhaustos encima de la cama, con los pelos alocados y chorreando oxitocina.
La pasión reina en esta habitación. Después de hacer el amor durante horas los dos nos quedamos descansando hasta la hora de la comida que aquí es más tarde que en Nueva York.
El resto del fin de semana se pasa como una estrella fugaz surcando el cielo. Con varios momentos de pasión, comidas en los mejores restaurantes y tardes en la playa, pero el fin llega y a mi me toca volver a mi vida de nuevo, no quiero pero no me queda otra.
Con la maleta esta vez llena de ropa sucia y de sueños por cumplir llegamos al jet privado que ya nos está esperando en la terminal. El viaje de vuelta no es tan ilusionante como el de ida. Pero es más corto porque necesito descansar.
—¿Te lo has pasado bien? —me pregunta Luke cuando estamos apunto de llegar y me observa que tengo el rostro cansado.
—Si, pero se ha pasado demasiado rápido —le respondo con la mirada puesta en la ventana viendo como el avión lentamente va descendiendo.
—Bueno, habrán más oportunidades como esta —después de la frase los dos nos bajamos y nos montamos de nuevo en el ferrari.
Luke me lleva hasta mi apartamento para que me cambie y para después llevarme también a mi trabajo.
—Te recojo al salir del trabajo —le dice una vez ya en la puerta.
—Está bien... a dónde me vas a llevar a comer, ¿a París? —me dice con cara risueña.
—Pensaba que te gustaría —me responde seriamente.
—París está muy lejos —no podia creérmelo, aunque supongo que está jugando con su tono irónico que tanto le caracteriza.
—Es broma, pero te voy a llevar a un sitio que te va a gustar.
Nos despedimos y Luke espera a que entre a mi trabajo.
Horas más tarde me encuentro en mi puesto de trabajo, apenas me quedan cinco minutos para salir y aviso a Luke para que me recoja.
—En cinco minutos salgo.
—Dame diez —me responde al mensaje.
Cojo el bolso y bajó por el ascensor para salir fuera. Quedan ya solo cinco minutos para que llegue Luke, pero para mi sorpresa él ya está esperándome fuera.
Voy directo a por él. En ese momento observo el interior del coche, está repleto de flores de todo tipo, rosas, margaritas, tulipanes. etc..
—¿Cuando has ido a por esto? —le pregunto.
—Ahora mismo, me he llevado media floristería —me responde brutalmente huelo cada una de las flores desde fuera.
Los dos nos montamos de nuevo al vehículo y Luke comienza de nuevo a conducir. Va en la misma dirección que el primer día, de nuevo aparco en el mismo lugar que aquella noche y el yate allí está preparado con su apellido reluciente.