Llegó con el corazón encogido a mi apartamento de “Bensonhurst”, tengo la sensación de que la cabeza me va a explotar. Solo quiero cerrar los ojos en mi cama y olvidarme de todo pero mi mente no me lo permite.
Una vez tras otras todas las frases que había escuchado se me pasan por la cabeza en bucle. La impotencia era tan grande que tenía que sacarlo de alguna manera, la presión en mi pecho es tan grande que me cuesta respirar y el nudo en la garganta no me deja hablar.
Necesito sacarlo de alguna manera y como sea necesario, solo se me ocurre sacarlo mediante un grito, tal es el ruido que hace temblar las paredes durante unos segundos.
Después de eso todo se queda en silencio y el timbre de la puerta comenza a sonar.
—Como trates así a todas las visitas mal vamos —era Elizabeth.
—Las que vienen sin avisar si, ¿no deberías de estar trabajando? —le pregunto extrañada.
—He cogido un hueco para venir a verte y ver como estas —es raro que venga sin avisar, pongo las cejas arqueadas y muestro mi confusión.
—¿Cómo estoy? —me parece extraña esta visita.
—Si, hace días que no sé nada de ti —me mira con rostro de complicidad.
—¿Qué te ha dicho Luke? —tengo cara de querer matar a alguien y no se si Elizabeth va a ser la primera.
—Solo me ha dicho que ha sido un malentendido y que lo siente mucho —lo sabia, Elizabeth está jugando con fuego en una cárcel de dinamita.
—¿Así que te vendes al mejor postor? —el cajón está apunto de explotar.
—Solo te digo lo que él me ha dicho, tampoco creo que sea nada malo —intenta arreglarlo como sea necesario.
—No hay nada que hablar, no quiero saber nada de él, hay una señal a lo lejos que me dice que salga de allí y es lo que debo hacer —voy directamente a la cocina para tomar un café mientras Elizabeth me persigue.
—Joder Mía, te encierras más que una almeja pocha —dice para sacarme una sonrisa, algo que medio consiguio.
—Y que tendrá que ver una cosa con la otra —está comenzando a no gustarme la presencia de mi amiga.
—Lo siento Mía, ya no te insisto más, pero a veces en la vida uno ve una realidad que quizás no es lo que parece, te dejo sola que lo querrás estar —después de esa frase se marcha por la puerta dejándome pensativa.
Al día siguiente y después de haber dormido mal fui a la casa de Luke, allí de nuevo me encuentro a Walter fuera, esta vez dando uno de sus paseos mañaneros.
—Hola Walter —digo mientras muevo la cabeza de lado a lado en busca de Luke.
—Hola preciosa, el señor se ha ido temprano a trabajar, ¿quiere que le dé un recado? —me pregunta.
—Si, dile que quiero hablar con él para aclarar las cosas, le espero a las siete en la cafetería .
Con el paso de las horas no paraba de darle vueltas a cómo iba a ser el encuentro y a pensar diferentes respuestas dependiendo de lo que me confesase.
Antes de ir a la cafetería decido pasarme por el trabajo de Elizabeth para pedirle perdón por las formas en las que le había hablado el día anterior.
—Hola Elizabeth —le digo mientras entro por la puerta y la saludo.
—Hola bonita, estás muy guapa, te tengo que pedir perdón por lo de anoche de verdad, no tenía que haber ido y ni haberte dicho nada, pero ya sabes como soy, no le puedo decir que no a nadie —me confiesa.
—No pasa nada, si hay alguien que tiene que pedir perdón esa soy yo, no debí hablarte de la forma que lo hice. Y tienes razón… voy a ir a hablar con él para que me de su versión —Elizabeth tiene ahora rostro de alivio.
Después de mantener esa charla pendiente con Elizabeth me dirijo a hablar con Luke que ya está esperando en la cafetería.
Lleva esta vez una camisa basica de color azul y un vaquero del mismo color. Yo no voy ni la mitad de arreglada que él, tan solo llevo una camiseta de color rosa chicle y los vaqueros que me puse ayer.
Voy primero directa a la barra y me pido un refresco, después y con pies de plomo me dirijo a la mesa, allí me siento enfrente de Luke me reta con una mirada desafiante, no llegaba a ser de enfado pero estaba cerca.
—¿Tu lo sabias verdad? —no le daba tiempo a que Luke comenzase a hablar, este solo se limitaba a mover el café que le habían servido.
—¿El que tenía que saber? —le pillo desprevenido.
—Que esa mujer con su hija iban a estar allí —no le aparto la mirada ni un segundo.
—No tenía ni la menor idea, jamás imaginé encontrarla allí.
—¿Se puede saber quien es? —le miró con intensidad, varias veces, entre los ojos y los labios tan perfectos que tiene.
—Es una antigua empleada mía, que después de un tiempo llegamos a tener acercamientos... relaciones fuera del trabajo. Hasta que un día nos pilló su marido y ella se marchó del trabajo, nunca más supe nada más de ella y menos desde que estoy contigo. Fui la semana pasada para ayudarla pero no ocurrió nada, la deje claro desde el día que me marché de malas maneras huyendo del marido. No me la esperaba encontrarmela ayer, ¿que querías que hiciese? —me mira sin saber que más decir.
—Me podrías haber dicho la verdad en ese momento —le respondo, pero no se me quita la cara de enfado y con lo que me ha dicho creo que me va a durar bastante tiempo en que se me vaya. Hay palabras que rondan en mi cabeza desde anoche, no me fio para nada de Luke y oír lo que escuche ayer no me ayuda en nada.
—¿Y porque ella me dijo que yo no sabía nada de lo que estaba pasando? —hay algo que no me encaja.
—Realmente decía la verdad, tu no sabias nada de aquella mujer y de su historia, pero esta es la verdad, no hay nada más detrás —me intenta coger la mano pero se lo aparto.
—¿Sabes lo que pasa? que estoy cansada de que siempre que me acerco a ti siempre ocurra algo —digo apartando la mirada de él.
—¿Qué tengo que hacer para que me creas? —me ruega.
—Que no me mientas y me ocultes cosas. Solo quiero que me digas la verdad desde el principio —se respira la tensión en el ambiente.