Me encuentro apoyada en la ventana del avión privado de Luke. Había olvidado o trataba de olvidar mi enfado con Luke porque al final se ha resuelto el malentendido y sobre todo ha cumplido su promesa de llevarme a mi ciudad natal.
Observo a Luke como se coloca el traje y el asiento para ir más cómodo mientras cruza las piernas y me guiña un ojo cuando este se percata de que está siendo observado.
—¿Contenta? —pregunta mientras sujeta una copa de vino en la mano y me saca de la visión sobre las nubes.
—La verdad es que no sé cómo te voy a agradecer todo esto que has hecho por mí —decía enmarcando una sonrisa.
—Ya se te ocurrirá algo —dice poniendo cara de pillo.
El avión sobrevuela todas las nubes que separaban Nueva York de Seattle. Por medio cuatro mil quinientos kilómetros de viaje y cinco horas de vuelo. Intento mirar mi móvil para hacer que el viaje sea lo más ameno posible pero los nervios de ver de nuevo a mi madre hacen mella y no me dejan descansar.
Para Luke parece ser algo normal y está como si nada, tranquilo y relajado. En un abrir y cerrar de ojos ya estabamos allí. El chofer de Luke transporta las maletas hasta un coche que nos está esperando en la misma puerta del terminal. Es un coche lujoso que no pasa para nada de desapercibido.
—El señor Johnson y la señorita Miller por favor pasen —dice él chofer que ya le ha dado tiempo a meter las maletas y el vestido con cuidado en el amplio maletero.
—Esta vez ya no eres la señora Johnson —dice recordando la escena del Spa.
—Tampoco me importaba —le respondo quitándole importancia.
—¿A que dirección nos dirigimos? —pregunta el conductor una vez ya sentados en su asiento.
—La señorita Miller manda, yo no he estado aquí nunca —dice marcando una media sonrisa.
Le explico cómo se llama la dirección donde vive mi madre utilizando un tono enérgico de la felicidad que tengo por dentro. Soy como una niña con un juguete nuevo.
Mientras el coche se mueve Luke observa todas las casas y monumentos por los que vamos pasando. No puedo evitar explicarle por cada sitio todo lo que hay y recordando alguna anécdota que tenía de cuando era pequeña.
Mis ojos irradian felicidad y es algo que nadie ni nada podría evitar.
Al llegar a casa mi madre nos está esperando en la cochera, sabe que no voy sola y que voy a ir acompañada. Ella se queda boquiabierta al ver el coche tan lujoso con el que llego.
—HIJA —grita mi madre mientras se abalanza sobre el coche incluso antes de detenerse como si fuera una fan de un famoso.
—¿Eso de quedarse pegado en los cristales observando lo de dentro viene de familia verdad? —dice Luke recordando mi escena con Elizabeth en el London mientras observa como mi madre se queda pegada como estrella de mar en el cristal tintado del coche.
—Mamá —grito también pero con un tono no tan energético mientras me bajo del coche. Las cinco horas de avión me han matado.
—Mira te presento a… —digo mientras sale del coche Luke.
—Johnson… Luke Johnson... —dice adelantándose a mí y echándose hacia delante para darle dos besos.
—Oye pues es mucho más guapo en persona —mi madre es una persona que dice todo lo que se le venía a la cabeza.
—Mamá —añado tapándome la cara y ruborizándome.
—No pasa nada Mía, es un honor al fin conocerla. Mía me ha hablado maravillas de usted en las cinco horas de avión —responde galantemente.
—Mi nombre es Emma Watson, pero pasar que ya es de noche —dice mirando al cielo.
Los dos entramos. Me quedo viendo como está el interior recordando cada momento vivido en esta casa.
—¿Cuánto tiempo hacía que no venías a esta casa? —me pregunta extrañado al ver como veo cada detalle.
—Un par de años —respondo intentando aguantar que no me caiga ninguna lágrima.
Luke traga saliva, tengo la sensación que no sabe que responder.
—No hace falta que digas nada —rompo el silencio una vez que estoy mejor. Parece que le he leído la mente.
—Chicos, sentaros en la mesa del salón que la cena está casi lista —responde amablemente mi madre.
Los dos nos encontramos todavía en la entrada viendo cosas.
Al entrar al salón ya está la mesa preparada, tan solo faltamos nosotros tres. Nos sentamos juntos a uno de los lados.
—Y aquí está la cena. Pulpo asado acompañado de garbanzos, jengibre y limón —me relamo mientras miro el plato. Es mi plato favorito desde que era pequeña.
—Tiene muy buena pinta —dice Luke mientras mi madre le sirve un trozo.
En ese preciso instante en medio de toda la cena suena mi móvil. Es un mensaje.
—“Mía necesito tu ayuda creo que la he cagado” —dice el mensaje mientras Luke ladea la cabeza para ver si puede leerlo pero me doy cuenta y lo aparto.
—Es mi ex —me explico y levanto los hombros mientras Luke le cambia completamente el rictus de la cara.
—¿Tu ex para que? —pregunta mientras tiene las cejas bajas, los labios apretados y la nariz abierta.
—Dice que necesita mi ayuda —llevo como un año sin hablar con él y estoy confusa.
—¿Y para que te habla a ti? —dice musitando para que mi madre que está en la cocina trayendo más cosas no se entere.
—Ni idea Luke pero entre él y yo hace ya tiempo que no hay nada —intento explicarle. En menos de veinticuatro horas se han dado la vuelta las tornas, ahora es él el que está enfadado porque yo hable con mi ex.
—No me parece bien que hables con él —dice imponiendo una orden. En el fondo creo a Luke mi gesto le huele a cuerno quemado.
—Luke te recuerdo que ayer estuviste con tu “amiguita” Sophia y yo me tuve que callar —digo acentuando la palabra amiguita. En el fondo aunque haya tratado de olvidarlo continuo enfadada con eso.
—¿Qué no me dijiste nada?, claro si te marchastes y me dejastes con la palabra en la boca —dice sacando de nuevo el tema.
—Bueno chicos pues vamos a cenar —aparece mi madre y nosotros apenas nos miramos.