Luces y sombras[completa]

Capítulo 24

Nos encontramos desayunando en la cocina.

—Es una pena que os tengáis que marchar —dice mi madre con una lágrima asomando por el borde del ojo.

—Si que es verdad —contesto dándole la razón.

—Lo siento mucho, pero volveremos pronto —afirma Luke mientras coge un crêpe que ha preparado mi madre.

Minutos más tarde ya estabamos cargando las maletas de nuevo para marcharnos.

“Ha sido la visita más exprés que he hecho en mi vida” pienso mientras aguanto la respiración y la suelto toda de golpe.

—Te prometo que más pronto que tarde regresaremos —me dice mirándome directamente a los ojos.

Asiento con la cabeza.

Una vez en el avión los dos nos ponemos ya el cinturón de seguridad.

—Pónganse los cinturones de seguridad, en breves despegamos —dice lo que sería la voz del conductor del jet.

—Te quiero Mía —me dice con la cara agachada como si le costa decírlo.

—Yo también —le respondo con la voz entrecortada.

Después de poco más de cinco horas de vuelo el jet llega a Nueva York. Allí nos está esperando el coche de Luke.

Los dos nos montamos en el coche. Apenas decimos palabra alguna. Solo cuando llega a mi apartamento para dejarla.

—Avísame cuando llegues —dice con un hilo de voz.

Le doy un beso y me bajo del coche. Luke se queda un segundo mirándome y enseguida arranca.

—“Joder que mala suerte” —pienso para dentro mientras miro como el coche se va rapidamente.

Me meto las manos a los bolsillos y saco las llaves para subir a mi apartamento.

Voy subiendo lentamente los escalones mientras me encuentro con todas las emociones que estoy viviendo en las últimas semanas.

Al llegar a mi piso me encuentro con Malvín pegado como una lapa a la pared.

—¿Qué hace Malvin? —le pregunto extrañada al verlo en la pared.

—Nada que yo no lo veo —parece que se le había perdido algo pegado en la pared.

—¿Le ocurre algo? —empiezo a reírme porque parece una estrella de mar pegada a un cristal.

—Nada, que sigo sin ver la humedad —dice apartándose de la pared y guiñandome el ojo.

Comienzo a reírme sin ningún límite.

—Has llegado muy rápido de Seattle —añade Malvin extrañado.

—¿Cómo sabía que me iba a Seattle? —pregunto con curiosidad.

—Estuvo aquí un hombre en traje entrando a tu casa y lo tuve que increpar —dice Malvin pasándose la mano por la nuca —. Ya sabes que soy de naturaleza curiosa.

—Si, era… —me quedo un segundo pensando.

¿Mi pareja?, ¿mi novio? ¿un amigo? con todo lo que ha pasado todavía no se como llamarlo.

—Era mi pareja —digo con una sonrisa lo menos falsa posible.

—Bueno, te noto cansada. Mejor hablamos otro dia. He visto que llegabas y he tenido que hacer la broma —dice riendo mientras se mete para dentro de su casa.

Me quedo sola en el rellano pensando. Mi cabeza está hecha lio y no se que hacer o lo que va a pasar.

Me meto a mi casa y me quedo mirando en mi espejo que tengo en la entrada. En él se muestran unas ojeras monumentales y unos pelos alocados sin ningún tipo de control.

—Si que tengo cara de cansada, me voy a dar una ducha y a dormir.

Digo en voz alta y miro para los lados deseando que no hubiese nadie en mi casa.

Después de la ducha miro el móvil para ver si tengo algún mensaje.

Pero ninguno es de Luke. Decido dejar el móvil sobre la mesilla y cerrar los ojos sin pensar nada.

El agua, la suavidad de las sabanas y la manta hace que enseguida coja el sueño.




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