Luces y sombras[completa]

Capítulo 30

Luke

Me quedo en mitad de la cafetería, se que soy objeto de burla de todos los que están aquí presentes.

Observo como Mía va desapareciendo lentamente de mi campo de visión, se que la he cagado y que será difícil que me perdone. Ya le he hecho unas cuantas así. Intento respirar y evitar la mirada de viejos que están tan borrachos que podrían destrozar el alcoholímetro de un policía.

Me dirijo a la barra y pago todo lo de la mesa. Al salir me doy cuenta de que no está Mía por ningún lado y me voy rápidamente a mi casa para ver si por suerte se encuentra allí. Pero no es así, tan solo me encuentro a su madre haciéndole un baile a Walter. Es un baile un poco extraño, parece algún tipo de ritual de apareamiento.

No me han llegado a ver y decido irme en busca de Mía. ¿Dónde se habrá metido?, solo puedo ir a su apartamento pero no creo que se encuentre allí. Cojo el coche lo más rápido que puedo. Tan rápido que un poco más y entró por la ventana. Se que todo esto lo he provocado yo pero no podia evitarlo. Verla con otra persona y que esa encima fuese su ex me hacía tirarme de los pelos. Sabía que no me iba a estar quieto. Seguramente no estaba haciendo nada malo pero al llegar a aquel lugar y verla tan atenta escuchando y encima al llegar a su lado me confundiese aquel cretino con un camarero me puso de los nervios y no se iba a ir de rositas. Seguramente ha estado mal mi reacción  pero es lo menos que se merecía.

Llegó a su apartamento y todas las persianas están bajadas. No hay indicios de que haya alguien aquí. Llamo al telefonillo del vecino y me confirma que allí no ha ido. Me estoy volviendo loco y cada vez hay menos sitios donde buscarla. Solo tengo un lugar a donde acudir, una última bala donde quizás encontrarla. Llamó rápidamente a Trevor. Es mi guardaespaldas además de ser uno de mis mejores amigos o al menos una de las personas con las que más puedo confiar. Cojo el coche y me dirijo al puerto, allí está Trevor preparado con el Yate.

—¿Señor a dónde quiere acudir ahora? —me pregunta preocupado, no es propio de mi estos arreones.

—A encontrar a la persona que más quiero en este mundo —digo rápidamente mientras me dispongo a arrancar el yate.

Trevor se queda mirando como los toros desde la barrera, no se fía de mí y la verdad es que yo tampoco me fiaría de una persona como yo.

En seguida estoy en alta mar a todo lo que da la embarcación. En apenas minutos llegó al único lugar que se me ha pasado por la cabeza donde la puedo encontrar. Aquel lugar donde la lleve por primera vez, aquella estatua que simboliza la libertad. Como la que le estoy quitando en estos momentos a Mía pero necesito estar a su lado. Explicarle mi parte, quiero estar a su lado, oler su pelo y escuchar como mal dice de mil maneras distintas. Me encanta.

Al llegar me bajo casi sin amarrarlo, se que no se va a ir a ningún lado.  Y como si fuese un brujo Mía se encuentra en uno de los bancos observando a la estatua que ya luce los colores porque ya está anocheciendo.

—Creo que desde arriba se verá todo mucho mejor —digo para romper el hielo.

—Ya no sé a dónde mirar —dice mientras se seca las lágrimas con una de las mangas. Ese gesto provoca en mi interior un vacío enorme, más que el precipicio más grande del planeta.

—La culpa de todo esto es mia, por haberme presentado cuando no debía hacerlo y me lo dejastes claro —trato de sentarme a su lado pero solo provoco que se aleja de mi.

—Necesito pensar... —me dice sin mirarme y con un hilo de voz.

—Lo sé, lo imagino, pero necesito que me escuches un segundo —necesito explicarme, decir lo que pienso.

—¿Para que? para que me vuelvas a decir mentiras que salen por tu boca. ¿Promesas que luego no eres capaz de cumplir? —cada palabra que sale de su boca me duele, pero es lo que me merezco.

—No es eso... bueno si es eso, es que no se —divago sin parar.

—Mira Luke, cuando empecé a conocerte me parecistes un poco raro —raro si que soy —. Pero cuando empecé a conocerte me parecistes un chico increíble que no lo había tenido nada fácil, pero después llego toda la verdad y la realidad no me gusta para nada. Tengo miedo de como pueda acabar yo —sus ojos comienzan a inyectarse en sangre.

—Mía, fue él el que comenzó…

—¿Y porque no le responder de otra forma? la gente se equivoca —eleva fuertemente la voz pero solo estamos ella y yo.

—No me salía decir otra cosa, me invadio la rabia y tuve que contestarle —le respondo suavemente para conseguir calmarla.

—No me sirve Luke. Siempre estás igual, te equivocas y luego vienes arrepentido —lleva razón con eso.

—Esta vez será de verdad, te lo prometo —digo sin casi creerme las palabras porque sé que me las va a negar.

—Llévame a casa por favor —dice con el rostro casi hundido en el suelo.

—Vale pero antes dime cómo has llegado hasta aquí —con las explicaciones apenas he caido de cómo ha llegado hasta aquí sin ningún barco privado.

—Eso no es asunto tuyo y ahora llévame —sus palabras están cargadas de dolor y rabia.

Asiento con la cabeza y nos dirigimos al yate, ella a un metro y medio de mi manteniendo la distancia, no se quiere acercar a mí y sé que ahora lo voy a tener bastante difícil para que esté otra vez a mi lado.




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