Luces y sombras[completa]

Capítulo 31

Mía

Llegamos a la costa y me bajo sin mirar atrás. Aun no me creo que me haya encontrado y encima que me haya soltado una excusa que no se sostiene por sí sola. Llevó la mano cerrada y tengo impotencia, me dan ganas de darme la vuelta y darle la ostia que se merece. Pero me sostengo y sigo caminando, al llegar al aparcamiento se encuentra uno de los guardaespaldas de Luke.

—Trevor ya te puedes encargar del yate —le dice mientras le entrega la llave del mismo y recoge las del coche.

Pulsa el botón del mando de las llaves y se encienden las luces del coche. Sin apenas mirarlo me monto y estoy deseando que me lleve a mi apartamento. No quiero ni pasar por su casa a recoger a mi madre, parece que está muy entretenida con Walter.

Durante el trayecto no me dirige la palabra, cosa que agradezco y a la vez me pone más nerviosa. Pero no quiero escuchar su voz, eso haría que me pusiese peor.

Llegamos y me bajó dando un portazo, tal es el ruido que hace que me doy la vuelta para comprobar que la puerta esté bien. Aunque si se hubiese roto no me hubiera importado, que se joda.

Subo las escaleras de dos en dos llevando cuidado aunque no puedo prevenir en algún escalón tropezar por la velocidad que llevo.

Por suerte el rellano está vacío y no tengo que saludar ni dar explicaciones a nadie. Cierro la puerta con llave y me tumbo boca abajo en la cama. Pensando en cómo he llegado hasta este punto.

Como tenía una vida antes muy tranquila que nada se salía de su línea y ahora todo es una especie de montaña rusa que depende del día unos días estás arriba y otros abajo.

Decido finalmente ponerme el pijama, uno de los pocos que me quedan porque los demás se encuentran en casa de Luke. Hecho que aunque no quiera me hace recordarlo.

Me tumbo en la cama y solo quiero dormir, ya no me quedan fuerzas para cenar.

Al día siguiente me levanto, me tomo mi café con mis tostadas y me voy a trabajar, durante el trayecto le envió un mensaje a Hugo pidiéndole perdón por la escena que montó la persona que no quiero ni recordar y que estoy intentando olvidar aunque me cuesta.

Al llegar al trabajo por suerte no me encuentro con nadie, tan solo con Oscar que provoca que recuerde que tengo pendiente la decisión pero decido posponerlo para otro día.

La mañana se pasa algo lenta pero durante el rato que estoy tan solo me centro en el trabajo.

—Miller necesito que hoy también te quedes una horita, llevamos unos retrasos importantes —me dice Oscar mientras sin yo decirle que si me extiende unas hojas, no tengo yo el día para discutir o debatir con nadie.

Con frustración las recojo y me pongo manos a la hora para terminar lo más rápido posible. Al salir tengo que ir a hablar con Carolina.

Con rabia veo a la gente irse a su casa y aquí me veo como una tonta repasando entrevistas y fotos.

Al terminar salgo más rápido que una persona estresada de ciudad cogiendo el metro.

Cojo el autobús y me bajo en la misma puerta de la casa de Carolina. No se como es ni cómo responderá cuando me vea aparecer pero es lo menos que puedo hacer por Hugo después de lo de ayer.

Llamó a la puerta y sale una chica de unos veintitrés años rubia con el pelo rizado y con ojos azules.

—¿Sí? —pregunta extrañada.

—Soy Mía Miller, vengo para hablar contigo sobre Hugo —digo protegiéndome por si se lanza a por mi para arrancarme la cabeza o se le ocurre lanzarme algo. No la conozco y no se que puede hacer.

—Pasa —dice a regañadientes—. ¿Quiere tomar algo? —me pregunta como si fuese una señora mayor.

—No, pero me puedes tutear —le respondo mientras observo la casa. Soy de naturaleza curiosa y necesito hacerle una foto general a todas las estancias de la casa. No por cotilla sino por deformación profesional. La casa a mi pesar está impoluta, no parece de una persona tan joven.

—Bueno, pues tu diras —sujeta con una mano una taza de café caliente. La casa está muy bien pero hace un frío que provoca que se me pongan los pelos más tiesos que la mojama.

—Ayer estuve hablando con Hugo y me contó lo que pasó el otro día. Solo vengo a decirte que está muy afectado y que yo formo parte de ese pasado, pero te puedo decir que ha cambiado completamente —coge aire por la boca y lo suelta por la nariz, haciendo que junto al frío que hace parezca un dragón después de comer un chilli picante.

—Se que eres parte de su pasado —dice con ironía, no le agrada mi presencia pero para ser honesta si una ex de Luke viniese a mi casa a decirme eso... lo menos que se come es el marco de la puerta de abajo después de bajar rodando por las escaleras de una hostia a mano abierta —. Pero no ha cambiado, nadie cambia por mucho que lo intentes.

—Hugo si, hace dos años era una persona alocada que pasaba menos por casa que el butanero, ahora se le ve una persona más centrada que sabe lo que quiere y sobre todo que te ama y que sería incapaz de hacer lo que hizo hace dos años.

—¿Me puedes decir que hizo contigo? —sabía que me iba hacer esa pregunta.

—Me traiciono varias veces de una de las formas más duras —le respondo recordando aquellos años y tratando de tragar saliva.

—¿Qué pasó? —me pregunta algo más relajada.

—Me puso los cuernos —Carolina pone la misma cara que “el grito de Van Gogh” .—Varias veces —me reafirmo.




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