Luces y sombras[completa]

Capítulo 32

Me levanto del asiento del autobús, ya he llegado a la parada de mi apartamento. Subo las escaleras lentamente. 

Sigo sin comprender cómo algo se puede romper por un alma corrupta. Da igual que la tuya sea la luz que la alumbra en las noches oscuras que la suya lo apagara lentamente. La mía desea que al final por muy duro que sea al final se consiga cambiar. Quizás sea una estúpida por pensar así, seguro que muchas personas me darían una opinión contraria, no lo sé. Quizás es que me estoy empezando a enamorar de esa alma corrupta, de esa forma de mirarme, de provocar que el mundo no sea tan grande como yo me imagino. Quizás me gusta esa arrogancia que muestra, ese mal genio que muestra en ciertas ocasiones y que a su manera lo hace diferente.

No se ahora mismo lo que es verdad y lo que no, no se a quien creer o escuchar, cada persona me da una opinión totalmente diferente. Si fuese por su familia estaría a miles de kilómetros de él, por la mia aun lo desconozco y por mis amigos sencillamente opinan sin conocerlo y desde fuera solo se ve a una persona que viste bien y que tiene dinero.

Nadie sabe lo que me deparará el futuro, solo espero que no me explote en la cara.

Llego al último escalón y saco de nuevo las llaves, el rellano huele a Primavera aunque estemos en Otoño. Meto las llaves y al abrir un poco la puerta comienzan a caer un montón de rosas por ella, no comprendo nada, de repente una nota asoma entre espinas y tallos con rosas.

No hace falta ser muy inteligente para imaginarse quien ha sido. No se ni siquiera si la debo abrir, si lo hago de nuevo caeré en sus brazos y eso es un precio muy caro que en este momento no estoy dispuesta a pagar.

Paso como puedo porque apenas hay espacio. Ha llenado toda la casa, salón, cocina, habitación, hasta el cuarto del baño. En estas condiciones tampoco puedo traer a mi madre porque entonces nadie más podría entrar. Dejo la carta apoyada sobre el mueble de la entrada y me dispongo lentamente a recoger las flores para que al menos pueda tumbarme en alguna parte.

Cuando lo consigo lo hago sobre la cama y le envió un mensaje a Luke.

—Vas a terminar con todas las flores de Nueva York —sé que en estos momentos no debo bromear pero tampoco puedo evitar pensar que en parte me ha gustado la sorpresa aunque es un poco bestia.

Cuando dejó el teléfono apoyado sobre la mesilla de noche se enciende la pantalla y suena un mensaje.

—Todavía me quedan cuarenta y nueve estados más —no se si tomarlo como una amenaza o no pero se que es capaz de hacerlo.

Decido no contestarle porque sino voy a entrar en su juego y es algo que no quiero.

Mañana iré a recoger a mi madre para que se venga ya conmigo. Me tumbo sobre la cama y cierro los ojos y me quedo dormida.

Al día siguiente me levanto, el olor a rosa entra por mis poros nasales e invade mi pensamiento. Apenas se puede oler otra cosa que no sea rosa, poco a poco voy bajandolas en bolsa, me guardo algunas cuantas pero es imposible hacerlo con todas.

Ya por la tarde me encuentro en el autobús, voy en busca de mi madre y solo espero que esté allí y que no lo haga Luke. Al llegar toco la puerta.

—Hola Mia —me abre la puerta Walter.

—Hola Walter, dichoso son los ojos que te ven —le contesto mientras miro hacia dentro.

—¿Dónde está mi madre? —le pregunto deseando que no esté Luke.

—Estás de suerte, está en la cocina preparándome uno de sus más de mil platos —con todo lo que ha pasado he olvidado que este hombre la ha tenido que soportar día y noche. Ya solo por eso tiene el cielo ganado.

—Lo siento Walter enserio, pídeme lo que sea enserio, que te baje la luna, que atraque un banco, ya me la llevo —le contesto entre bromas y con la cara gacha.

—No te preocupes, he estado ocupado al menos —me guiña un ojo.

—¿Está Luke? —solo una respuesta negativa me vale, ahora mismo no es de mi agrado tenerlo cerca.

—Está trabajando, tranquila —parece que él está al día.

Afirmo con la cara para mi alivio, entro directamente a la cocina menos mal que ya me conozco la casa aunque mi madre se la conocerá mejor.

—Mama, vámonos ya —le digo entrando a la cocina como pedro por su casa.

—¿Ahora?, sí estoy preparando la merienda —ella y su respuesta para todo.

A veces mi madre me saca de mis casillas, no sé si matarla o cogerla y llevarla a la fuerza. Sin duda esta bien agusto aqui.

—Mamá, debemos de irnos, venga, Luke está apunto de llegar y no quiero verlo —se me escapa.

—Ya sabia yo que anoche cuando llego sin ti lo veía raro, no queria decirme que le había pasado pero sabía que estaba relacionado contigo —me suelta el sermón.

—Con quién iba a ser sino, con el del quiosco —digo sarcásticamente.

—Esta bien, pero es una pena que no podamos probar esta tarta de manzana —dice sacandola del horno.

—Madre mia mama, contigo voy a salir por la ventana como siga mucho tiempo a tu lado.

Ella se sube a su habitación. Tiene la maleta echa, o una de dos, sabía que iba a venir a por ella o no se ha cambiado en dos días. Y ese olor a colonia me hace indicar lo primero.

Nos marchamos  a la parada de autobús, necesito comprarme un coche. Mañana iré a buscar alguno y me llevaré a mi madre para que me ayude a encontrar uno.




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