Luces y sombras[completa]

Capítulo 38

Llevo cuatro días recuperándome. Hace casi una semana de aquello y por suerte no me han quedado secuelas, tan solo un golpe en la cabeza. Luke en estos momentos está trabajando y yo bajando para desayunar. Mi madre ya está despierta y como no está hablando con Walter y le está contando alguna de sus mil batallas.

 Cojo la cafetera y me preparo mi primer café del día. Me siento en la mesa del comedor. Acto seguido entra Walter con una bandeja.

—¿Quieres algo señorita Miller? —él tan caballero como siempre.

—Si, voy a robarte este pastel.

Entra mi madre por la puerta.

—¿Cómo has dormido? —me pregunta mi madre.

—Bien, del tirón —estos últimos días debido al dolor de cabeza no he tenido buenas noches y me he despertado varias veces excepto hoy.

—Genial, porque me tengo que marchar hoy o mañana —me dice mi madre pasándose la mano por detrás del cuello. 

—¿Te vas? —digo sorprendida.

—Sii, llevo una semana y media aquí y tengo que hacer papeles y demás allí.

Sabía que se tendría que ir tarde o temprano pero no esperaba que fuera ya.

—Hablé anoche con Luke y me ofreció llevarme este fin de semana.

Parece que lo tiene ya decidido, al menos he podido estar con ella unos días que hacía dos años que no la veía.

—Pero podéis venir conmigo y pasar allí el fin de semana —eso es una buena idea—. Walter tú también puedes venirte.

—No se si el señor me dejara señorita Watson —dice inocentemente.

—No te preocupes que eso me encargo yo —comienza a reírse con una risa diabólica, realmente llega a dar miedo cuando hace eso.

En ese momento entra Luke por la puerta, se encuentra a mi madre sonriendo como el payaso de IT, a Walter rojo por la circunstancia y a mi con la mano en la cara.

—¿Y bien? ¿que me he perdido? —entra en escena Luke.

—Nada, si que has venido pronto, son las nueve de la mañana.

—Es que tenía un hueco y he decidido pasar a ver como estabas —me dice mientras guiña un ojo.

Está tan mono y se pone tan serio cuando hace eso.

—Yo bien, aquí la que tiene problemas mentales es mi madre —añado irónicamente.

—Ya veo ya —responde sin quitarle la vista de encima.

—Luke, ¿entonces mañana nos vamos? —pregunta mi madre con todo tipo de confianza.

—Claro, ¿nos vamos los tres no? —responde con prudencia y sin contar con Walter.

—Si —añado.

—He pensado que se podría venir Walter unos días y así le das un poco de descanso y conoce Seattle —trata de convencerlo pero se que Luke es un hueco duro de roer y que tiene más parecido a una piedra que cualquier otra cosa.

—Está bien —dice sorprendiendo a todo el mundo que se encuentra en la sala.

—¿Quién eres y que has hecho con el verdadero Luke? —suelto sin darme cuenta que lo he dicho en alto.

—Estoy cambiando y una chica un poco cabezona me ha enseñado que hay que ser un poco más flexible con las cosas.

—Pues dile a esa chica que lleva toda la razón.

—Pues todos a prepararse las maletas —Walter se queda un poco inquieto.

—¿Ocurre algo Walter? —pregunto viendo que está un poco nervioso.

—No, solo que no tengo maleta ni ropa nueva para estrenar allí, siempre voy con el traje oficial y mi ropa de calle está anticuada.

—No te preocupes porque eso lo soluciono yo a golpe de tarjeta —coje a Walter de la mano y se lo lleva.

—No lo secuestres, lo quiero aquí antes de la cena —digo en voz alta.

—Tranquila, vamos a comprar solo un par de cosas —responde esfumándose del comedor.

—Bueno, yo también me tengo que marchar, he dicho en la oficina que me iba media hora y eso ha sido hace exactamente una hora, tengo que ir a poner orden o sino se subirán por las paredes.

—¿Qué prisa tienes? —le digo cogiéndole de la pechera y acercándolo hacia mi.

—Bueno, creo que son mayorcitos, se pueden ocupar de sus cosas ellos solitos.

Empiezo a besarlo y lo tumbo sobre el sofá que hay al fondo del comedor.

—Veo que has recuperado la fuerza —me musita al oído.

—He recuperado muchas cosas —empiezo a besarlo en el cuello mientras empieza a gemir.

Se de sobra que le encanta esto. Oímos la puerta de la calle cerrarse, mi madre y Walter se han marchado, tenemos la casa para nosotros solos.

Le cojo de la mano y lo subo a la habitación. Estoy deseosa de sus músculos, de su piel, de sentirle a él entero dentro de mi.




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