Bajo la maleta por las escaleras.
—¿Mía estás lista? —la voz de Luke irrumpe al fondo.
—Si ya tengo todo listo —respondo bajando el último escalón.
—Perfecto porque la limusina ya está preparada —responde justo detrás de mí.
Doy un brinco que casi golpeo el techo. Pensaba que estaba en la puerta o lejos de donde me encontraba.
—Cuidado nena, no quiero que te vuelvas a lastimar la cabeza otra vez —dice bromeando.
—Solo me faltaba eso —digo riéndome.
Salimos afuera, mi madre y Walter ya están dentro, Trevor sin embargo me está esperando para ser él el que meta la maleta.
Realmente me da pena tener que despedirme de mi madre después de estas dos semanas, ha sido poco tiempo y no la he podido disfrutar lo suficiente o como yo lo hubiera querido.
Me meto en la limusina y comienzo a escuchar la conversación que están teniendo Walter y mi madre.
—Ya verás Walter, mi casa te va a encantar, tiene tres habitaciones y un gran jardín —dice mi madre como si Walter no viviera con Luke en su misma casa y en la de al lado.
—Si, señorita Watson, estoy deseoso de verla y que me enseñe todas las curiosidades de alrededor —no sé si Walter tiene las mismas intenciones que mi madre, pero cada día que pasa se le ve más empático y más cercano con mi madre.
Llegamos hasta el aeropuerto, ya tienen preparado el Jet. Sinceramente es una pasada no tener que estar esperando para hacer el check-in un porrón de horas y poder montarte directamente sin esperar ni un segundo.
Estamos ya dentro del avión, estoy deseando que despegue, por delante nos esperan cinco horas y media, menos mal que Luke se ha pedido el día libre, y estamos aprovechando la mañana para viajar y llegar al medio dia, a mi tan solo me queda este fin de semana para descansar, el lunes tendré que volver al trabajo pero estoy ya totalmente recuperada.
—¿Estás bien Mía? —me pregunta Luke extrañado.
—Si, si que lo estoy, solo que se ha pasado la semana volando y después del fin de semana mi madre ya se quedará aquí y yo volveré de nuevo a mi vida.
Me mira, se que está pesando algo.
—No te preocupes Mía, ya verás como tu madre se viene a vivir pronto cerca de ti, se le nota que ha estado muy bien en Nueva York —me mira con ojos melosos.
—Ya, es que… —recuerdo las palabras de James y la oferta de trabajo que me hizo para ir a Seattle a trabajar, sería la oportunidad perfecta para estar cerca de ella pero todavía no he podido decírselo a Luke. Tendría que hacerlo ahora.
—Dime Mia —responde Luke mirándome fijamente.
—Nada nada, te iba a decir algo pero se me ha olvidado —miento.
—Ah bueno, no sería importante entonces —dice mientras se recuesta en el asiento.
Si que es importante, se lo debería de decir esta noche, no puedo posponerlo más. Le tengo que dar una respuesta a Oscar y todavía no se que hacer.
El viaje se me hace un poco más corto que la otra vez, debe de ser porque mi madre no para de contarle a Walter y por consiguiente a Luke su vida entera desde que nació en una familia con pocos recursos y tener que hacer miles de cosas para poder sobrevivir hasta encontrar a mi padre que era un desastre y lo sigue siendo porque doy fe de ello a tener que salir adelante cuando se separaron. Toda su vida daría para escribir una novela con varias trilogías pero eso sería para otra ocasión. Aterrizamos y bajamos, allí ya está el chico de la otra vez con el mismo coche y otro al lado con un coche muy similar.
—Mia y yo vamos en este y Walter y Emma en el otro —aclara Luke señalando ambos vehículos.
Me monto en mi lado, el chofer está metiendo las maletas en el coche.
—Tengo un hambre... —manifiesto entre dientes.
—Tranquila, ya es mediodía y no da tiempo a preparar nada, vamos a ir a restaurante, ¿donde te gustaría comer? —me demanda para que le de un nombre.
Empiezo a pensar en todos los sitios que he ido durante toda mi vida pero ninguno se acerca al nivel de Luke. Hay uno que me trae muchos recuerdos, es el restaurante de mi infancia, es un poco bulgar pero se come bien y llevo tiempo sin ir.
—Vamos a ir a la hamburguesería Sarko —le espeto.
—No se hable más —está sorprendido pero no dice nada más.
—Por suerte la hamburguesería no está muy lejos de mi casa con lo que no tenemos que movernos mucho.
Llegamos, mi madre se baja sorprendida porque no me llevaba aquí desde que tenía diez años.
—Madre mia cuanto tiempo sin comer aquí —dice recordando viejos tiempos.
Pasamos todos para dentro, miro cada detalle de su interior, todo está como lo recordaba, las paredes son exactamente las mismas, marrones de ladrillo decorativo. Los botes de ketchup y mostaza también se encuentran encima de donde lo recordaba. No puedo evitar que se me salgan las lágrimas, Luke es sabedor de eso y me sujeta fuerte la mano. Nos sentamos en una de las mesas que está libre.
—Pues yo me voy a coger algo light, una hamburguesa doble con queso, bacon, tomate, un huevo, y lechuga, mucha lechuga, patatas hasta que se llene el plato y un vaso de cola, pero cola Light que estoy a dieta —todos los de las mesa nos quedamos con la boca abierta, no puede estar hablando en serio.