Recojo los platos de la cena, hoy se ha encargado Walter, tiene una mano increible ademas de conseguir algo aun mas increible que es sacar a mi madre de su cocina, esto solo antes había sucedido el día de su boda y porque el cocinero le dijo que se tenía que ir para hacerse fotos con los invitados.
La cena ha estado para chuparse los dedos.
—Me subo a mi cuarto, ¿Luke te subes conmigo?
—Ahora subo nena, tengo que llamar a unos de mis socios para preguntar que tal el día con las empresas.
Asi mejor, me dará tiempo a prepararme para decírselo.
Me subo a mi cuarto, trato de tragar toda la saliva que puedo mientras mi cabeza va a mil por hora.
Me tumbo sobre la cama, todo está en silencio, supongo que Walter y mi madre estarán en la cocina hablando de sus cosas, de momento no se escucha nadie subir y eso me relaja un poco.
Recibo un mensaje, ahora si que es Hugo y no me alivia pero al menos suspiro porque Luke no esté cerca para ponerse a intentar ver quien es.
—¿Qué tal Mía? —me pregunta.
No se que decirle, no se si contarle la verdad y decirle todo lo que me rodea la cabeza ahora mismo o directamente contarle alguna mentira y quitarmelo de encima rápido.
Decido que sea la primera, al menos me pregunta cosa que Elizabeth y James estos últimos días ha escaseado.
—Regular —respondo sin entrar en muchos detalles, si quiere saber que me ocurre supongo que me volverá a preguntar.
—¿Y eso? —no tarda.
—Me han ofrecido venirme a trabajar a Seattle con la agencia pero no se como contarselo a Luke.
—Cuéntaselo, él te quiere, lo va a entender —la verdad es que su respuesta suena muy convincente pero eso es porque no lo tiene delante de él mirándole fijamente esperando a cómo va a reaccionar.
—No es tan facil —no puedo evitar mientras envio el mensaje que se me caiga una lagrima.
—Lo sé, pero si Luke te ama como él dice lo entenderá perfectamente, además de que seguro que tiene la posibilidad de irse a vivir allí contigo.
—Llevas razón —no quiero seguir hablando del tema—. ¿Y tú qué tal? —creo que no sabe nada de lo que me ocurrió y no he podido preguntarle que tal con Caroline.
—Pues bien, he podido volver con Caroline, muchas gracias, me ha ayudado bastante —me dice en un mensaje que se escribe muy rápido, no lo estoy viendo pero apostaría todo mi dinero que a través de la pantalla de mi móvil hay una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Y no se enfado por que me contases vuestras peleas? —si fuera mi caso la verdad es que me sentiria bastante mal.
—La verdad es que al principio sí, pero después hablando las cosas pudimos solucionarlo.
Me alegro de haber podido ayudarlo y de que a alguien le vaya bien y que no tenga tanto lío como yo.
—Lo único que me dijo es que no me acercara a ti o me cortaba las pelotas, o el cuello… no lo sé exactamente pero algo me cortaba —esa respuesta me suena.
—Ya, es que las mujeres somos así, ¿porque estás hablando conmigo entonces? —le pregunto porque no quiero causarle ningún problema ahora que le van las cosas bien.
—Porque me dijo que no me acercase a ti, no que no pudiese hablar contigo a través del móvil —Hugo y sus leyes al límite.
—Bueno, voy a intentar dormir, buenas noches —añado finalmente mintiendo pero sabiendo que Luke está apunto de entrar por la puerta.
Dejo el móvil sobre la mesilla y me siento en la cama, comienzo a escuchar el crujir de la madera mientra la suela de las zapatos de Luke se identifican enseguida.
Cada vez el sonido es más fuerte, se me comienza a acelerar el pulso, noto como la habitación es más pequeña y la ropa me empieza a agobiar.
El pomo se mueve, en apenas unas décima de segundo tendré que afrontar la cruda realidad.
—Hola cielo —dice nada más entrar con voz dulce mientras cierra la puerta.
Mi corazón va en estos momentos a mil por hora, tengo un debate interno con las dos opciones, decírselo o no decírselo… decírselo o no decírselo… decírselo o no decírselo… así durante apenas unos segundos.
—¿Mia? —me saca de mi mente.
—¿Qué? —le devuelvo la pregunta sin saber si me ha dicho antes algo.
—Te he preguntado que vamos hacer mañana —Luke enmarca una ceja al mismo tiempo que la levanta.
—Lo tengo que pensar —suelto todo el aire que he acumulado sin darme cuenta.
—Luke ven que tengo que contarte algo —allá vamos.
Se acerca y se sienta a mi lado. Tiene cara de asustado.
—¿Qué ocurre? me estas asustando.
—Veras —trato de quitarme el sudor de las manos—. Oscar me ha ofrecido un puesto mejor.
—Pero eso son buenas noticias —pone cara feliz sin saber lo que se le viene.
—Ya, eso es la buena, la mala es que es una agencia que va abrir aquí.
—¿Como aquí? ¿querras decir aquí en Nueva York no?
Comienzan a caerme las lágrimas en el suelo.