Me despierto y no se ni que hora es, en mi reloj se muestra las diez de la mañana, mañana me va a costar porque ahora mismo en Nueva York son la una de la tarde.
Miro a mi costado, Luke ahora se encuentra dormido, la tele apagada, seguro que termino de ver la película y espero a que se despierte para que me la cuenta.
Bajo para abajo, tengo un poco de hambre, para mi sorpresa ya se encuentra en la cocina.
—Buenos días Walter, ¿qué tal has dormido?
—Buenos días, pues la verdad es que muy bien —me mira con ojos tiernos y la ropa de vestir ya puesta.
Lleva puesto una camisa y un chaleco encima junto a unos vaqueros, yo sin embargo llevo puesto el pijama con el que me he despertado.
—Mi madre aún no se ha levantado, ¿no? —le pregunto mientras cojo la cafetera.
—No y creo que va a tardar, ayer apenas se podia mantener de pie, suerte que estabais Luke y tu para echar una mano para subirla.
—Nada, no te preocupes —le respondo mientras sujeto ya la taza de café recién hecha. Está ardiendo pero me caliento con ella.
Mi madre en ese momento aparece por la puerta con la mano en la cabeza.
—Hablando de la reina de Roma, por la puerta asoma —la miro y observo que tiene que tener una resaca increíble.
—¿Cómo te encuentras? —le apremio.
—Tengo la cabeza como si me fuera a estallar —sale con los ojos achinados, y sacudiéndose la cabeza de delante a atrás.
—¿Quieres un zumo de naranja y una pastilla? —le espeto.
—Quiero una cabeza nueva —dice como si le fuera a estallar.
Es normal, anoche entre los tres apenas podíamos subirla, seguro que ni se acuerdo porque no decía palabra alguna.
—¿Ayer bien verdad? —digo con tono retórico.
—Ni me lo menciones, tengo ganas de que me quiten la cabeza ahora mismo.
Comienzo a reírme, cada pequeño ruido que sucede en la cocina es como una gran explosion dentro de su cabeza. Lo noto en sus ojos porque cuando eso sucede los cierra y se aprieta fuertemente las sienes.
—¿Que pasó ayer Wal? —le pregunta a Walter poniéndole un mote un poco curioso nunca antes escuchado.
—¿Wal? —le interpelo.
—Si, he decidido llamarlo así porque es más corto y me gusta más el nombre —Walter no parece oponer resistencia.
Walter me mira e intenta no reírse mientras levanta los hombros.
—Pues empezastes a beber y luego te traje a casa, solo eso —salta y decide romper el silencio.
—Podría haber sido peor —dice más roja que un tomate.
Lo cierto es que dice la verdad porque a mi madre la he visto en las peores situaciones posibles, con ella de fiesta te lo puedes pasar muy bien pero también tener que ayudarla para llevarla a casa.
Luke irrumpe en la cocina, ya está vestido, no se como lo hace pero da igual la hora que sea pero siempre está hermoso.
—¿De que habláis? —él y una de esas preguntas controladoras.
—Estamos hablando de la increíble resaca que tiene ahora mismo mi madre —respondo señalandola.
Después de la conversación decidimos no ver más Seattle y quedarnos en casa charlando con mi madre, quiero aprovechar los últimos minutos a su lado.
Cuando me quiero dar cuenta ya estoy en el Jet privado poniéndome el cinturón. Me ha costado mucho despedirme de mi madre pero se que con suerte no tardare en venir a vivir aquí y me mudare a su lado.
—¿Estás bien Mia? —interrumpe Luke en mis pensamientos mientras Walter observa desde la parte de atrás.
—Si, creo… —no se si es el mejor momento para decirle a Luke que me quiero venir a vivir aquí.
Pero pensandolo en frio realmente allí en Nueva York tengo a mis mejores amigos y a nada está mi padre, es una decisión difícil que tome lo que tome va a tener cosas buenas y malas, tengo que dejar a alguien en cualquier decisión que tome.
Y luego está Luke, que no se a ciencia cierta si se iría a vivir conmigo a Seattle o se quedaría en Nueva York. Mi cabeza está a mil por hora y no sabe que decisión tomar. Mientras tanto Luke está tranquilo apoyado en el asiento con el interfaz tratando de descansar y a su vez Walter se encuentra en el suyo con cara triste porque a pesar de que mi madre puede llegar a ser en cierto puntos cargante se que la va a echar de menos. Está poniéndose algo en el televisor del asiento para evadirse seguro de sus pensamientos.
Se que no debo pero miro el móvil antes de arrancar, mi madre me dice que ya me echa de menos y que espera vernos pronto, que estas dos semanas se le ha pasado muy bien pese a haberse llevado mi susto, pero lo bueno es que no quedaba mucho para estar cerca para estar conmigo.