Luces y sombras[completa]

Capítulo 44

El jet coge tierra, noto como la rueda comienza a deslizarse por el asfalto de la pista de aterrizaje, eso es muestra de que estamos llegando.

Los tres nos bajamos y cogemos las escasas maletas que nos hemos llevado para el fin de semana.

Luke se pone a mi par.

—Estás pensando en lo de irte vivir a Seattle ¿verdad?

Definitivamente me tiene calada. Eso o ha estado observando cómo estaba durante el viaje inquieta en el asiento.

—Si, no se todavía lo que hacer —le resplico.

—Mía, ya te dije que eso lo tienes que pensar tranquilamente, que nadie te va a obligar a que respondas ya —se detiene delante de mí y me mira con ojos golosos—. Pero hagas lo que hagas estaré contigo.

Después de esas palabras salimos afuera, allí se encuentran dos de los coches de Luke, uno de ellos con Trevor en el lado del conductor y el otro sin nadie en su interior. Me pregunto porque querra traerse los dos coches.

Walter se marcha con Trevor y yo con Luke.

—¿Quieres conducir? —me pregunta seriamente sin ningún tipo de tapujo.

—No, lo siento, estoy bastante cansada además de que no estoy en las mejores condiciones —le imploro.

Ya es de noche, que sean aquí tres horas más se nota en el sueño y en una sensación extraña.

Luke me acompaña hasta mi apartamento, quiero pasar a por mis cosas de la oficina porque mañana vuelvo. Cuando salgo con todo lo meto al maletero y nos ponemos en marcha. Pero no va dirección su casa, va en otra que todavía no llego a averiguar cual es. Decido no preguntar y dejarme llevar. Aparca justo delante del negocio de Elizabeth.

—¿Me vas a traer aquí? si es un sitio de citas…

—Y donde nos conocimos nosotros —me responde.

Tampoco hay nada de malo en esto y además así aprovecho y veo a Elizabeth que hace bastantes días que no lo hago, exactamente desde que me ingresaron en el hospital.

Nos bajamos y curiosamente Trevor ya nos está esperando en la puerta para llevarse el coche, no se como lo ha hecho pero le ha dado tiempo.

Entramos dentro del establecimiento y ya nos está esperando Elizabeth con la mesa preparada.

—Hola parejita —dice con cara risueña—. ¿Cómo te encuentras Mia? perdón por no haberte preguntado estos días pero he estado con esto hasta arriba —me intenta dar explicaciones pero miro a mi alrededor y se que es verdad.

Aunque me haya dolido un poco que no me haya preguntado estos días lo entiendo perfectamente.

—No pasa nada, ¿que tenéis así para cenar? —pregunto sin tener la más remota idea de si hemos venido aquí a cenar o a picar algo.

—Os puedo servir si queréis lo mismo que os pedisteis aquella vez —añade Elizabeth.

—Una decisión fabulosa —le responde Luke con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Quién eres y que has hecho con el verdadero Luke Johnson? —le imploro.

—Lo tengo escondido en el sótano de mi casa —me explica mientras se lleva el dedo índice a la boca—. Pero vamos a disfrutar de esta bonita velada —me guiña el ojo.

Como es normal me pongo más roja que un tomate.

—¿Luego también me vas a llevar a la estatua de la libertad? —le dedico una sonrisa.

—Solo si luego también te quedas en mi casa.

—Eso está hecho Romeo.

Quien me iba a decir a mi que iba a estar tan bien y tan agusto con Luke, por fin por primera vez en mi vida me va algo bien con un chico.

Sin discusiones, sin que salga algo por detrás que lo estropee todo en un momento.

¿Que puede salir mal?

Después de la cena y como prometió me lleva a la estatua de la libertad y a continuación de eso y sin hacer una pausa de más de una hora en el puente por las obras me lleva hasta su casa. En la casa está ya todo apagado, solo una leve luz amarillenta sondea por el interior de los cristales. No se muy bien que tipo de luz es porque cuando había venido antes por la noche desde fuera no se veía esa luz. 

Cuando llevamos a la puerta Luke se acerca rápidamente a la mía y la abre.

—Las damas primero —dice poniendo el brazo indicando el camino.

Me levanto sin ningún tipo de complicación, hoy me ha costado muchísimo menos que el primer día.

Luke en ese momento me coje y me detiene de inmediato.

—Espera, falta una cosa.

De su bolsillo saca algo similar a un pañueo, es de color negro y lo pone directamente en los ojos sin dejar que observe si tiene algun detalle mas.

—Ya no veo nada —le respondo mientras me pregunta si veo algo.

Ahora tan solo oigo, no me aprieta mucho la venda e incluso puedo ver por uno de los laterales. Pero le miento.

Saca las llaves de la casa y la abre. Lo primero que puedo sentir es el olor a cera caliente, está encendida y voy más allá y me atrevo a decir que es vainilla.

Me lleva por el pasillo lentamente, me voy fijando que ha puesto dos velas a los lados y que prácticamente cada metro hay una de ellas y todas están encendidas.




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