—¿Señorita? —me saca de mi lugar el camarero que acaba de llegar a la mesa.
—Quiero lo mismo de siempre.
Sigo teniendo el móvil en la mano y en la pantalla marcado el número de Luke.
Al final y por mi fuerza de voluntad le doy al número. Empiezan a sonar los pitidos, exactamente suenan 3 antes de que Luke llegue a cogerlo.
—Mía, dime… —deja arrastrar las letras, creo que en el fondo se ve venir las cosas.
—He tomado una decisión —me intento explicar mordiéndome el labial inferior.
—¿Y bien? —el tono se le nota entrecortado, no lo dice fluido y se puede llegar a apreciar el miedo en su voz.
—He decidido irme, es la oportunidad de mi vida, el trabajo que tengo ahora mismo por más sueldo y además en Seattle, no puedo pedir más —realmente creo que si puedo pedir más, que Luke sea comprendido conmigo.
—No veo bien lo que estás haciendo —aquí está el Luke de antaño, ese que te puede llegar a fastidiar tus sueños por muy grandes que sean.
—¿Qué no ves bien Luke? venga dime —le respondo subiendo el tono pero evitando que sea alto para que comiencen a mirarme todo el restaurante.
—Que cojas y te vayas, ¿que va a ser de nosotros? —en la pregunta obtengo la respuesta, por sus palabras obtengo enseguida que no se quiere venir conmigo a Seattle.
—Pensé que te vendrías conmigo... —que ilusa de mí pensar que alguien lo va a dejar todo por mi.
—¿Te crees que puedo dejar tres multinacionales así sin más por irme a vivir contigo?
Dicen que una imagen vale por mil palabras, pero no sé con exactitud cuantas palabras hacen falta para herir a alguien. Supongo que menos de quince. “¿Te crees que puedo dejar tres multinacionales así sin más por irme a vivir contigo?” creo que con esta pregunta tengo claro todo. Luke no está por la labor de irse conmigo, al menos ahora ya lo sé.
Cuelgo inmediatamente, dejó el móvil apoyado en la mesa, respiro hondo pero me cuesta, tengo la sensación que el restaurante se va haciendo pequeño. me duele el brazo derecho, tengo la sensación de que se me va a salir el corazón.
¿Tengo que dejar a la persona que más quiero en el mundo por ir a cumplir uno de mis sueños? si es asi eso haré. No pienso derramar ni una lagrimas mas por él, aunque ahora en la mesa rebosen creo que no sería aceptado seguir así.
El camarero me trae el plato, pero ahora mismo no tengo nada de hambre, hace unos minutos me imaginaba comerme este filete con patatas con una sonrisa de par en par e imaginarme en mi cabeza donde iba a colocar cada cosa en una casa junto a Luke. Ahora me veo con mi madre, mientras ella está en la cocina con sus amigas y cuchichean de mi. Esto no es lo que quiero, pero es lo que estoy eligiendo.
Me levanto y con el plato en mano me voy directa a la barra.
—¿Qué ocurre esta frio? —me pregunta bastante extrañado el camarero.
—¿Me lo puedes poner para llevar?
Salgo del restaurante con el bolso en una mano y con una bolsa con la comida en la otra.
Avanzo unos metros y me encuentro con un hombre que está pidiendo en la puerta de un supermercado. Decido dejarselo delante y le doy cinco dólares. Después de eso me dirijo directamente a la oficina. Allí ya está Óscar trabajando, siempre se lleva la comida en el tupper al trabajo.
—Me voy a Seattle, cuenta conmigo —me acerco a su mesa.
—Me alegro de que me digas eso porque tengo justamente delante de mí tu nuevo contrato. Vas a pasar de cobrar mil cuatro dólares a dos mil quinientos. Tu horario será el mismo, y vas a gestionar un equipo de cinco personas. He confiado en ti porque fuistes quien impulsó esta agencia cuando estabas en sus horas más bajas, gracias a eso hemos podido duplicar la plantilla aquí y expandirnos. Por eso mismo he decidido que seas tu quien se encargue de aquello eres la persona ideal —me mira con ojos melosos.
Al menos alguien confía en mí y me apoya, aunque sea el cretino de Oscar, que pese a la oportunidad lo sigue siendo, y una de las razones de que no se lo he dicho ha sido esta misma.
Después de esa conversación me marcho directa a mi mesa, tengo que terminar unas cuantas entrevistas antes de irme a casa.
Suena el teléfono de la oficina, es la secretaria de Oscar.
—Mía tienes una llamada, un chico pregunta por ti —mierda, seguro que es Luke.
—Vale pasamelo —quiero mandarlo de una vez por todas a la mierda y me da igual hacerlo delante de media oficina.
Escucho como el teléfono pasa de la música de la oficina al silencio más absoluto, ahora lo tengo de nuevo al otro lado.
—Vete a la mierda, no te lo vuelvo a decir más, olvídame y no quiero que intentes uno de esos trucos para que regrese entre tus brazos. ¿No estás dispuesto a venirte a vivir conmigo a Seattle? entonces es que no estás hecho para estar conmigo, ya tengo a mi lado otra persona que está dispuesto a venirse conmigo —esto último es mentira pero quiero que sufra o al menos que se de cuenta de lo que ha perdido.
Escucho el sonido de su respiración, se ha quedado sin palabras que era una de las respuestas que quería conseguir.