—Muy bien, date media vuelta… Perfecto —le digo a un Oliver que ha venido de etiqueta para las fotos.
—¿Qué tal con Luke? —se atreve a hacer la pregunta en mitad de la sesión.
—No tan bien como me gustaría —le respondo a regañadientes.
—Perdón, no debí… —sella los labios y mira para otro lado.
—No pasa nada, he sido yo quien lo ha mandado a la mierda —Oliver arquea las cejas.
—No es por meterme, ¿pero que ha ocurrido?
—Pregúntaselo tú, ¿no es tu jefe? —se que no debo de responder de esa manera pero tantas preguntas sobre él me están empezando a sacar de quicio.
—Perdón de verdad, se que no quieres hablar de él, al menos por lo que me dijiste ayer.
Me pongo más roja que un tomate después de lo ocurrido. Tuve que preguntar antes.
—Creo que lo que menos que puedo hacer es invitarte a comer —me sugiere.
—No hace falta que me invites, pero aceptó la propuesta de comer juntos.
Termino de hacer unas cuantas fotos y nos marchamos al mismo restaurante donde ayer me marche sin comer y mande a la mierda a Luke. No puede ser otra vez acordandome de él, esto va a ser una tortura.
Nos sentamos en una de esas mesas.
—¿Tú como estas? —creo que se ha dado cuenta de que cuando habla de Luke me sienta mal.
—Pues en una montaña rusa constante, ahora mismo no sé si estoy arriba del todo o abajo.
—¿Como? —me mira a los ojos y no me quita la mirada.
—Pues eso, que estoy feliz porque he conseguido cumplir mi sueño que es trabajar en una agencia pero en Seattle que allí hay muy pocas y además haciéndolo como gerente de la misma, es siempre lo que quise.
—¿Y lo malo?
—Pues lo malo es que Luke no entiende mi decisión y me ha dicho que no me va a acompañar —le respondo mientras juega con la servilleta.
—Luke es un egoista que solo mira por él mismo, por nadie más —Oliver es uno de los que mejor conoce a Luke y en cierto modo lleva razón.
—Una chica tan hermosa como tu se merece tener a alguien a su lado que la valore y que le acompañe hasta el fin del mundo —sus palabras provocan en mí una sonrisa que no puedo evitar.
—Gracias —respondo sonrojándose más que un tomate.
Decido cambiar de tema porque me da bastante vergüenza que me digan cosas así y más delante de todo el restaurante.
Me ha dado tiempo a sacar las fotos que le acabo de hacer y se las voy a enseñar.
—Eres buena —me dice viendo una a una como aquel primer día que me lo encontré y se puso a observar las fotografías.
—Muchas gracias —de nuevo me pongo roja pero no por lo mismo.
Después de estar un rato conversando le doy a elegir las fotos que quiere escoger.
—Van a quedar chulísimas en el book profesional —dice con un tono alegre.
—Me alegro de verdad —le dedicó una sonrisa también.
Acto seguido nos levantamos, pagamos y nos marchamos, yo me voy a mi oficina, aun tengo que cerrar varias cosas.
En cuanto lo tengo todo listo salgo de la oficina y voy directa al coche, no sé si llamar a Luke para arreglar las cosas o al menos para hablarlo.
Después de dudarlo durante unos segundos finalmente decido marcharme a mi casa, estoy algo cansada y no tengo muchas ganas de escuchar reproches o respuestas de niño de cinco años.
Antes de llegar a mi apartamento paso por un super y compro unas cuantas chuches y unas palomitas, me apetece echarme en el sofá y ver algunas pelis. Creo que la de “Perdona si te llamo amor” estaría bien para empezar.
Al final me inclino por esa película.
Después de ver un maratón de toda una tarde y de estar llorando la mitad del tiempo yo sola entre pañuelos y palomitas me decido a cenar algo, pero estoy tan llena y tengo una mezcla en el estómago que no me entra nada.
Me levanto y voy directa a la cama, mañana tengo una reunión muy importante a primera hora para planificar la nueva agencia.
Me cuesta cerrar los ojos, le sigo dando vueltas a la decisión de irme a Seattle, no sé si es la mejor. Me sabe mal que tenga que ser así. Con Luke enfadado y pensando que lo que tendría que hacer es quedarme aquí.
Prefiero descansar, mañana será un día largo y seguramente bastante ajetreado y necesitare energía. Aunque se que me costara lo debo de hacer.