Lucha de coronas

Capitulo 1

EL DÍA DE LA TRAGEDIA.

     Olympia camina apresurada por el pasillo del castillo, con sus manos agarrando firmemente la tela de la falda de su vestido, para no tropezar con este. Su sonrisa es su mayor joya adornando el vestido de color celeste que lleva puesto. Sin percatarse de sus alrededores, acaba atrayendo la atención de todos los jóvenes que se encuentran caminando por los largos pasillos, prendándose de inmediato de sus rosados y rellenos labios perfilados por un labial rojo, que su madre le regaló por su décimo octavo cumpleaños. 

     Las voces que provienen del salón principal inundan cada rincón del castillo, llenando de vida y alegría hasta el más oscuro rincón de este. Iba a ser una bonita celebración donde jóvenes nobles y familias adineradas se iban a reunir para asistir al vigésimo quinto cumpleaños del príncipe, futuro rey de Peirl.

     Tras soltar su falda y alisarla, amplía su sonrisa y se adentra al enorme e iluminado salón. Quiere verse perfecta para la ocasión, así como su madre le había indicado que debía ser, aseguraba que en esa celebración podría llegar a encontrar a su prometido, aunque ella dudaba de ese hecho.

     Por todos era conocido que la princesa del reino tenía a un fuerte y cercano pretendiente, hasta ella sabía que dicho chico se encargaba de espantar a cualquier joven que posase sus ojos en su bella amiga, en ella.

- ¡Olympia! – exclama una voz varonil a su derecha.

     Para ella no hay otra persona en el reino que posea una voz tan varonil y gruesa, pero que al mismo tiempo se escuche como una caricia sobre terciopelo, ninguna más que la de su mayor amigo y confidente, el hijo de la mano derecha de su padre, Daymon Brise.

     Se gira en el momento en que siente como unos brazos la envuelven y alzan en el aire, con ella suspendida da varias vueltas atrayendo la atención de la gente alrededor de ellos, que no pueden retener las sonrisas tras ver el tierno amor del joven hacia la princesa.

     Ve como Daymon la observa desde su sitio con una sonrisa, que ella le devuelve.

     Una vez el chico la deja en el suelo vuelve a alisarse el vestido y se coloca los mechones rebeldes tras sus orejas. Ambos chicos miran embelesados como esos peculiares ojos por fin se enfocan en ellos. Aun sabiendo que hay gente que juzga y subestima la belleza de la chica por su extraña anomalía, ambos no creen que le quite belleza, sino que la hace más hermosa y única de lo que es.

- Me habéis visto esta mañana en nuestro entrenamiento matutino – suelta una pequeña risa que amplía la sonrisa tonta en el rostro del castaño - ¿ya me echáis de menos?

- Sabes que yo no puedo vivir sin ti, Oly – recuerda el joven castaño, Alexander, satisfecho de su escena anterior – para mi eres como el aire, te necesito para seguir viviendo.

     Daymon rueda sus ojos cansado de los coqueteos de su amigo, mientras que Olympia le da un pequeño golpe en el pecho pidiéndole que se comporte. No es una ingenua y sabe del enamoramiento de su mejor amigo, pero no por ello está dispuesta a corresponder sus sentimientos, simplemente no puede hacerlo.

     Pasea la mirada por todo el salón en busca de su familia, a lo lejos divisa a sus padres conversando con los padres de Daymon y Alexander, a su lado se encuentra su hermano mayor Eitan, impasible y con expresión de cansancio en su rostro.

     No puede evitar sentirse apenada por él, sabe que algo le está rondando últimamente por su mente, desde hace alrededor de un año comenzó a distanciarse de ella aun cuando eran muy unidos de niños y él siempre estaba para ella. Ahora apenas y se miran a la cara, siempre con cara de malhumor y distanciado de todos, incluso las peleas con sus padres aumentaron durante los últimos seis meses hasta el punto de querer evitar comer todos juntos.

     Tras observar a su familia, sin percatarse de lo que hace, comienza a contar los guardias reales presentes en el salón y su ceño se va frunciendo cada vez más, la sonrisa que traía con ella se esfuma de inmediato y da paso a una mueca de incomodidad y sospecha por lo que su mente está pensando.

     Quiere creer que es solo su imaginación, sin embargo, no termina de creérselo. Es una persona observadora, jamás daría por hecho de que es su imaginación.

- ¿Oly? ¿Oly? – agita su cabeza para salir de su ensoñación y fija sus ojos sobre Daymon que es quien le estaba llamando. Observa su ceño fruncido y la cara de preocupación que no parece querer esconder, aunque sabe que puede - ¿te encuentras bien? Desde esta mañana estás algo extraña.

     Mira los rostros de ambos chicos y sabe a la perfección que no puede ocultarle nada, son como sus hermanos, aunque no compartan la misma sangre. Llevan siendo amigos desde que ella nació, la han cuidado y enseñado casi todo lo que sabe, la han protegido y sabe que seguirán haciéndolo, porque ella no duda que lo hará por ellos.

     Suelta un pequeño suspiro que incrementa el ceño fruncido del moreno.

- Siento que algo no está bien – observa a todos los sitios curiosa. Sus ojos revolotean entre todos los asistentes y aquellos que siguen entrando, todos son rostros conocidos, al menos la mayoría - ¿no os da la sensación de que hay más guardias en el castillo vigilando?

     El mayor de los tres, Alexander, imita los gestos de su amiga, mira hacía todos lados contando mentalmente el número de guardias presentes en la sala. Sus labios hacen una mueca al darse cuenta de que la chica tiene razón, nunca hay tantos, ni cuando hay amenaza hacía los miembros de la realeza.

     La chica muerde su labio inferior arrimándose más a los chicos para que nadie pueda escuchar sus siguientes palabras.

- Fingir que estáis emocionados y felices de estar aquí, si veis algo sospechoso solo... - vuelve a suspirar – no salgáis heridos – alza la mirada y les dedica a ambos una cálida sonrisa que trata de tranquilizarles – iré a hablar con mi padre y trataré de enterarme de algo.




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