Alicia
Esperé unos días para irme de vacaciones con Sheila y mi mejor amiga Angie. Compré una bonita casa rodante donde hay tres camas, una se convierte en sofá para tener más espacio durante el día, una cocina, una sala de descanso, es amplia, me costó mucho dinero, pero sé que valdrá la pena.
Subimos todas las maletas a la casa rodante. Sheila cantaba y bailaba feliz, junto a Angie. Yo sonreí ante la locura de mi hija y mi amiga. Me uní a ellas a bailar y a cantar.
—¡Jajajá, estamos todas locas! —comenté dejando de bailar porque alguien debería conducir, pues no tenemos chófer.
—No, amiga, somos felices y disfrutamos el momento como debe de ser —, Angie con su gran sonrisa risa que nunca ha borrado de su rostro.
—Sí, mami, tú me dijiste que vamos a divertirnos mucho —Sheila con sus regordetas mejillas sonrojada por el baile y su infinita energía.
—Y así será mi pequeña, Sheila —le di un beso enorme a mi hermosa niña, entonces sí encendí la casa rodante y comenzó nuestro viaje.
Este viaje comenzará cerca de la casa, hogar donde crecí, pues ahí no la pasé muy bien y, aunque salí de ahí aun siendo una niña, aún recuerdo todo y creo que es hora de que ese lugar cierre y los empleados se retiren.
Esa es mi opinión y pues los ayudaré a hacerlo. No tengo pruebas de nada, pero ¿qué pasaría si servicios infantiles descubren que la institución no es apta para que la habiten niños.
Es que nunca lo ha sido la verdad, ahí nadie cuida de niños, solamente los usan para recibir el dinero del estado, pero sé cómo hacer que llegue una revisión exhaustiva, gracias a mi trabajo tengo todos los contactos de mi jefe y mientras eso pasa, mi amiga, mi Sheila y yo nos iremos a disfrutar a una feria que está de visita, también hay una pista de carreras, donde están esos pequeños coches que hasta niños pueden manejar.
Así que mientras los contactos de mi jefe me ayudan a cerrar ese lugar. Nosotros nos divertiríamos como lo que somos, unas reinas que aman la aventura.
—Ali, querida, ¿estás segura de que tu jefe no se dará cuenta de que usas su nombre para conseguir algunos favores? —preguntó mi gran amiga Angie.
—A ver el señor Leonardo lombardo, no va a la oficina desde hace cinco años, recuerdo que la última vez que lo vi fue cuando supo de mi enfermedad, desde entonces yo me encargó de todo, envió todos los documentos que necesitan su firma a su casa y él los regresa firmados, no sé ni como accedió a darme mis vacaciones este año, él no sabe nada de la empresa ni donde están las cosas, no se va a dar cuenta de nada, porque siempre he sido yo la que maneja los asuntos de la empresa, así que a sus contactos no les parecerá extraño que sea yo quien los llame —respondí muy tranquila.
—Tienes razón, no entiendo por qué se fue así, ni siquiera cuando su esposa murió. Se desapareció así y tomó la decisión de irse de repente después de tu cirugía —comenta Angie.
—Eso no importa, lo importante es que nos vamos a divertir mucho enfrentando a personas de mi pasado y visitando todas estas ciudades y pueblos hermosos —hable tranquila.
—Tienes razón, oye, ¿buscarás a tu ex? —indaga Angie en voz baja para que Sheila no escuche.
—Sí, quiero mirarlo a los ojos y decirle la clase de basura que es, en su momento no dije nada, fui débil y aguante todo, pero ahora es diferente, voy a mirarlo a los ojos y decirle que mi hija y yo nunca lo necesitamos y espero que nunca necesite del apoyo de su hija, porque no lo tendrá así como mi Sheila nunca contó con su apoyo —es la verdad, por supuesto no dejaré que Sheila lo miré, ella es una niña dulce, hermosa y muy feliz, jamás la expondría a una situación así.
El principal propósito de este viaje es crear hermosos recuerdos para Sheila y pues mientras ella se divierte, yo puedo usar los contactos de mi guapísimo jefe para ajustar algunas cuentas.
Por supuesto que hay personas como el papá de Sheila a las que iré a ver frente a frente, pero otras solamente usaré los contactos de mi jefe para arruinarlas y les enviaré una carta para que sepan a quién debe agradecerle.
La primera parada de este viaje llegó un par de horas después de haber comenzado, ya pasaba del mediodía día y nos estacionamos a comer cerca de la feria en un lugar para casar rodantes y así podremos irnos a la feria y a las carreras, Sheila está muy emocionada, pues por mi trabajo no la había podido llevar a lugares así seguido.
Siempre eran salidas al cine, o a un parque. Lo más lejos que salía con ella era la playa y era tan solo por unas horas, para luego volver a casa y seguir trabajando.
Ahora será distinto, nos quedaremos aquí unos días para disfrutar de la feria, de las carreras, también de las playas, pues están muy cerca y no tendremos que volver a casa rápido, pues tenemos nuestra casa rodante y nos podemos quedar el tiempo que queramos.
En cuanto nos estacionamos y comimos algo, nos preparamos para irnos a la feria, la cual será nuestra primera parada. A la pista iremos al día siguiente, pues se está haciendo tarde y no creo poder ir hoy mismo.
Al entrar a la feria, los ojitos de mi Sheila se iluminaron completamente, pues hay muchos juegos, colores, globos, concursos donde puedes ganarte osos de peluche, también está la rueda de la fortuna, es todo muy hermoso.
—Mamá, ¿puedo comer un algodón de azúcar? —Mi Sheila me hace ojitos para que la complazca.
—Por supuesto que sí —me incliné, dejé un beso en su frente y, junto a Angie, fuimos por algodón de azúcar para las tres.
Ya con nuestros algodones recorrimos la feria y decidimos intentar ganar en algunos juegos. La verdad es que no soy la mejor con la puntería, pero se hizo lo que se pudo y ganamos algún premio pequeño, pero lo más importante de todo esto es que mi Sheila está feliz y eso lo único que me importa ahora.
Tomamos muchas fotos, subimos a la rueda de la fortuna donde pudimos observar desde lo más alto toda la feria. Ver ese brillo en los ojos de Sheila, mientras observa todo el lugar, me dio la seguridad de saber que hacer este viaje fue la mejor decisión de mi vida.
Editado: 19.09.2024