ALICIA
El oficial al que tratamos de convencer de encerrarnos de nuevo, nos miraba como si estuviéramos poca, la verdad si considero que lo estemos un poco, ¿quién en su sano juicio hace todo lo que Angie y yo hacemos?
—No creí que fueras tan cobarde como para no enfrentar las consecuencias de tus locuras —comenta Henry a nuestras espaldas.
—Ahí te hablan amiga —le susurré al oído y ella me miró con sus ojos algo molestos.
Angie respiro profundo y yo sonreí, porque ya sé lo que se viene, así que pobre de su jefe, ja, ja, ja.
—Querido y riquísimo jefe que bueno verlo, no sabe cuanto lo extrañe —Angie se acerca llena de coquetería a él y le da un beso en la mejilla muy cerca de sus labios
—¿Esa es la manera correcta de saludar a su jefe? —preguntó Henry muy serio y si conozco a mi amiga este juego recién comienza.
—No, yo quisiera saludarlo de otra forma, por ejemplo comiéndome por completo esa boquita de caramelo que me llama, pero mi jefe es un amargado —responde Angie sin titubear, mientras yo contengo la risa, por la cara del jefe de mi amiga.
—Tú te lo has buscado —es lo único que dice Henry antes de tomar a mi amiga, cargarla como costal de papas, y comenzar a caminar con ella a la salida.
—Suélteme —grita Angie y la verdad no sé qué hacer, ella quiere con él y normalmente sería ella la que lo secuestrada, pero ahora es al revés y no tengo ni idea que hacer.
Lo último que vi fue cuando Henry le dio un par de nalgadas a mi amiga para que dejara de moverse y ella se quejó, quede perpleja ante todo lo que acababa de pasar, que no note una mirada penetrante, mirarme y pues que ni crea que la tendrá fácil el cobarde este.
—¿Qué tanto mira? —pregunte con el enojo instalado en mi rostro.
—Estás más hermosa —hablo idiotizado mi futuro ex jefe.
—¿Y es que antes no lo era? —indague y él comenzó a ponerse nervioso.
—Si, por supuesto que lo eras, es solo que ahora lo estás más, eres perfecta —Leonardo.
Lo miré con mala cara y pase por su lado sin decir nada, mi niña me miró caminar hacia ella y corrió a mis brazos.
—Mami, me gusto el paseo con los policías —Comenta mi inocente niña y yo la lleno de besos.
—Si mi niña, pero ya debemos irnos —comente y ella puso sus ojitos tristes.
—Pero el papa de Bryan, dijo que hoy podíamos ver una película todos juntos —explicó Sheila y yo volteó a ver al responsable de esa promesa.
—Sí, tu hija me comentó que quería ver una película y pues Bryan quiere verla también —Leonardo con ojitos de ternero, al igual que su hijo y mi hija.
—Bueno. Pero debe de ser temprano. Nosotras tenemos un viaje que seguir —Leonardo quería hablar, pero yo no le hice caso y salí de la comisaría, pero no vi la casa rodante por ningún lado.
—Es lo qué quería decirte, Henry tenía las llaves de tu casa rodante, así que supongo y se la llevaron —Me informa forma Leonardo y yo no sé si matarlo ahora o después.
—¿Y qué se supone que haga yo ahora? —pregunte molesta con la mano en la ciudad tira, por qué estoy segura de que este es un plan de esos dos.
—porque no viajan con nosotros, tenemos espacio de sobra —propone Leonardo y me señala su casa rodante, que más bien es una mansión, un bus o que sé yo, es gigante.
—Si mami vamos —Sheila corrió con Bryan a la casa rodante y yo solamente quería golpear al hombre que sonríe frente a mí.
—Esto no significar nada — aclaré mientras paso por su lado y sigo a los niños quienes ya esperan en la puerta, ansiosos por entrar.
—Vamos papa, apresúrate —Bryan, apresura a su padre, quien se volvió más lento porque hasta una tortuga llegaría más rápido que él.
Bueno e de reconocer que el hecho de que caminara lento me permitió detallar ese espectacular cuerpo que tienen, sus labios, su mirada profunda y todo de él.
—Si ya les abro —al fin abrió la puerta y los niños subieron corriendo cuando estaba por entrar me atrapó en contra de la casa rodante.
—Perdóname, sé que fui un idiota cobarde, pero perdóname —me pide mirándome a los ojos, pero ni crea que le dejaré las cosas fáciles.
—No, usted no se merece mi perdón — hablé molesta con ese tonto, cobarde que me encanta y con solo mirarme mis piernas se convierten en gelatina y quiero lanzarme a sus brazos y que me haga suya sin contemplación alguna, pero no se lo voy a demostrar.
Si quiere que lo perdone le tendrá que costar y mucho, además debe demostrarme que no va a salir huyendo de nuevo, porque yo ya no tengo tiempo para perder, para mí cada día cuenta y si él no está dispuesto a todo por mí mejor que me deje en paz
—Por favor, sé que me equivoque, pero te amo y quiero estar contigo lo que nos quede de vida —Súplica y por supuesto no le daré una oportunidad tan fácil.
—Me hubiera encantado escuchar esas palabras hace cinco años, ahora ya es tarde —como pude aparte su brazo y entre a la casa rodante seguida por él.
Es aún más grande por dentro, los niños jugaban con los juguetes de Bryan mientras yo recorría el lugar con la mirada, es hermoso y totalmente a mi gusto.
—Te gusta nuestra casa —me hablo tan cerca de mi oído que sentí su aliento en mi cuello y eso me hizo estremecer, así que me aleje sin decir nada.
Me senté cerca de los niños mientras él encendía el motor de la casa rodante, según nos dijo iremos a un estacionamiento para casas rodantes cerca del mar.
Me preocupé por Angie, pero Leonardo que Henry conoce la ruta que seguiremos y nos alcanzará en algún momento, me imagino que mi amiga la a de estar pasando muy bien, mientras yo estoy aquí tratando de hacerme la fuerte con este bizcocho de hombre.
Digo tratando por qué no creo que me resista por mucho tiempo, pues este hombre es de esos que te sonríe y se te caen los calzones solos y pues no lo niego, me muero por este hombre, pero fue un cobarde y no le voy a poner las cosas fáciles, trataré de hacerme la difícil lo más posible.
Editado: 19.09.2024