ANGIE
Cuando escuche a mi Henrycito llamarme cobarde, pues saque toda la chulería que hay en mí, porque a mí me pueden decir de muchas cosas menos cobarde, ¿qué le pasa?
Pero no esperaba su reacción al ser tan coqueta y atrevida con ese monumento de hombre, literalmente me cargo como costal de papas y me saco de ahí, y cuando me queje me dio un par de nalgadas, que si me gustaron, pero las quería de otra manera no así
Y para colmo Ali no hizo nada, se quedó mirándome como mi enojado jefe me secuestraba, para rematar me secuestro en la casa rodante de mi amiga, ahora si creo que moriré, porque desde que ese hombre me dejó en el asiento a su lado no ha hablado nadita de nada.
Conduce muy rápido y estoy nerviosa, asustada, pero antes muerta que demostrarle cobardía o debilidad a ese bombón de chocolate.
—Henrycito querido, ¿a dónde me llevas? —pregunte de manera coqueta, pues, no quería demostrarle que estaba más que asustada de morir por su mano.
Aunque sería una muerte muy placentera con ese hombre, con esas enormes y fuertes manos, pero aún no quiero morir, soy muy joven, para eso aún tengo mucho que disfrutar y unos cuerpecitos de chocolate que comerme.
El muy descarado no respondió y siguió conduciendo, 30 minutos después se estacionó en un campo solitario y volteó a verme, yo me asusté aún más de lo que ya estaba, ¿si me asesina y me hace pedacitos en este lugar?, nadie se enteraría está bien vacío este lugar.
—¿Tienes idea de lo que llevas provocando desde que te contrate? —pregunta mi henrycito muy serio, pero se ve bien sexy el condenado, para comérmelo con chocolate, sería una escena única y deliciosa, por no decir placentera.
—¿Qué me aumenten el sueldo? —bromeo y él niega con la cabeza.
—No sé qué haré contigo la verdad, pero me encantas condenada traviesa —expresa mi Henrycito y antes de darme cuenta ese hermoso semental ya me estaba besando y yo, pues ni corta ni perezosa, también lo besaba
No eran besos tiernos, eran salvajes, le mordí el labio y el río entre dientes, al fin lo veo reír aunque sea un poco a mi querido jefe cito.
Tome la iniciativa y me subí encima de él aún en él asintió, lo ayude a quitar su camisa y pude detallar y tocar ese maravilloso cuerpecito que me encanta y me quiero comer con chocolate.
—No, sabes como me puse cuando vi esas fotos, te pasaste —comente mi henrycito literal rompiendo mi blusa para luego quitar mi brasier y llevar mis pechos a su boca.
Me estremecía con cada roce de sus labios en mis pechos, me sentía en la gloria y de haber sabido que unas fotos pasadas de tono, provocarían que este hombre reaccionará de esta manera, lo hubiera hecho desde un inicio.
—Quería que vieras de lo que te perdías mi jefecito delicioso —respondí respirando con dificultad.
—Y sí que me hiciste reaccionar, pero ahora no te dejaré ir, por traviesa, hoy no te dejaré en paz —me llevo del asiento a la cama y pues, es la casa rodante de Alicia y su cama, pero que más da ella entenderá que su amiga necesitaba mantenimiento con urgencia Ja, ja, ja.
Este hombre parecía un animal, quito mi pantalón junto a mi ropa interior, me tomó de las piernas y con su deliciosa boca comenzó a darme el mejor placer de mi vida, mi cuerpo se estremecía ante los toques de su lengua y sus suaves mordidas.
Dios me sentí en la gloria, este hombre sí que sabe lo que hace en especial cuando comenzó a introducir sus dedos, primero uno luego dos hasta que vio que estaba más que húmeda, estaba desbordando a punto de llegar a la cima del placer y sumamente enloquecida por el momento.
Él se detuvo y me miró con una gran sonrisa en el rostro, creí que me dejaría así, pero no se quitó su pantalón junto a su bóxer y mi cara debió ser un poema porque él sonrió aún más.
Juro que este hombre tiene una anaconda entre sus piernas, me va a partir en dos, hoy sí moriré, pero de placer, mi Henrycito sí que está bien equipado.
—mañana no te podrás levantar por traviesa —él me hizo tumbarme boca abajo y se introdujo con fuerza en mí, tomo mi cabello y comenzó a penetrante con fuerza.
Dios sentía que este hombre me iba a partir en dos, pero me encantaba lo que estaba haciendo, de vez en cuando me da algunas nalgadas en mi trasero y se acerca a mi cuello, para morderlo.
Tengo mi cuerpo lleno de marcas de sus dientes y labios, pero me encanta lo que me hacía. sí que valió la pena acosar a mi guapo e incansable jefe.
Porque después que llegamos al primer orgasmo de la noche, su amigo seguía bien animado, esa anaconda, quería más y mi Henrycito no pensaba quedarse con las ganas, así que otra vez entro en mí, pero ahora mirándome a la cara y diciéndome con la mirada que esta espectacular noche recién comienza, creo que en verdad mañana no podré levantarme necesitaré una silla de ruedas si sobrevivo esta noche.
Pero si no sobrevivo moriré siendo la mujer más feliz y satisfecha de este mundo, porque mi henrycito sí que sabe como complacerme.
Editado: 19.09.2024