"Luchar por Ti"

Capítulo 1

Muchos no piensan en el tiempo. Dejan que todo fluya por si mismo.

¿Pero qué pasa cuándo tienes un problema el cuál, no te deja avanzar?
Es como estar estancado en lo mismo, en el mismo momento, una y otra vez. Tratas de salir, de escapar pero sigues sintiéndote encerrado. Es un sentimiento nada bueno. 
Quieres libertad, paz, pero no, no puedes.

¿Cómo salir de eso?, ¿cómo conseguir algo que a lo mejor no podemos alcanzar?

Luchamos, intentamos de todo, pero sigue siendo inútil. 

¿Por qué tanto misterio?, ¿por qué tanto silencio?

Si no pueden ayudarnos, si creen que es algo imposible, lo dejan todo como está. 
¿Entonces por qué no lo hacemos nosotros? Cobardía; es lo que nos pasa a muchos y que caracteriza también a nosotros. Seguridad o inseguridad; también.
Si nos animamos, capaz que podremos conseguir la respuesta que tanto buscábamos, que tanto esperábamos de la ayuda de otros.

A veces hay que arriesgarse e intentarlo y darlo todo.
Si fallamos, pues, podemos intentarlo nuevamente. ¿Les parece?

Creo que si queremos esa libertad y paz; comienza por un movimiento de nosotros mismos, no de otros por nosotros. Algunas personas si consiguen esa ayuda, ¿pero el resto, qué?

Bueno. Es lo que pienso hacer. Y si no me creen, pues sigan a esta historia y verán, que una nueva Safira Lombardi habrá, una que conseguirá su objetivo. 




Su llanto...

¿Dónde estarás?

¿Por qué no puedo encontrarte?

¿Qué es lo que me impide?...

¡AYUDA!... 


Despierto llorando y con la respiración agitada. Otra vez ese sueño atormentándome. ¿Cuándo podré cerrar los ojos y asegurarme de que sólo descansaré por un día ajetreado?
No creo lograrlo hasta tener lo que perdí.

Tomo aire varias veces hasta que me controlo. Me acuesto, y a penas cierro los ojos, la alarma suena.

Hay que trabajar.

Me arreglo como cada mañana, exepto por el hecho que de mala gana.

Camino al espejo terminando de acomodar mi peinado. Me observo y veo una chica con ojeras casi negras, ojos hinchados y sin una pizca de alegría. 

Ya ni me reconozco.

Apenas salgo de la habitación, me encuentro con mi mano derecha y dos empleadas. Asienten haciendo una reverencia, correspondo su saludo con... un suspiro y mis pasos firmes caminando hacia adelante.

Toda la mansión es puro silencio. Cuando llegamos a la parte principal, sólo nuestros pasos se escuchan retumbando por todo el lugar. El silencio, nuestros pasos, la oscuridad; es una combinación perfecta con el momento que estamos pasando. No sólo con la desaparición de una nueva Lombardi, sino también por la ausencia de más de todos los empleados y partidarios del grupo. Éramos miles y miles, ahora somos como un pequeño grupito novato.

Esto es una burla. Esto es horrible.

¿Cómo se supone que llevaré a los que quedan así como están las cosas?

A él no le importó nada, aunque pienso que es mejor. No querré escuchar sus preguntas respecto a... ese tema. La Verdad debe Permanecer en las Sombras. Por lo menos, hacer silencio en eso.

—.... en la noche.

—¿Qué? —miro intrigada a Stéfano; no debo estar tan dispersa—, ... sí esta noche.

Niega y ríe un poco. —Esta noche es la gala. Espero que lo hayas recordado.

¡Maldición!

—¡Merda! —niego mirando a otro lado.

—Bueno, bueno. Calma.

—¿Cómo quieres que me calme si... no me acordé?

—Pero insultar no te solucionará nada.

—Si ajá, ajá —hago un ademán con la mano ignorando sus palabras—. Más trabajo para hoy.

—Te recuerdo que tienes un ayudante, protector, líder de rangos menores, mano derecha y... — llama mi atención al pronunciar las últimas palabras que las oí una sola vez —, algo más tuyo. 

Mmm...

—Así que te encargaste —paso por alto lo que dijo y vuelvo a mis postura—, buen trabajo. Iré a terminar algunas cosas pendientes.

Sin esperar su respuesta, me dirijo a mi oficina.
No quiero distraerme más de lo que ya estoy...

—¿Así que soy una distracción?
—paro en seco a mitad de camino—. Escuché lo que dijiste.

—Hablaba de otra cosa. No te hagas ilusiones —porque yo ya me las hago.

Se coloca delante mío y acaricia mi mentón—. ¿No quieres que me ilusione?

—No dije nada. Ya está, ¿si? — sube y con sus dedos acaricia el contorno de mis labios.

—Como digas —asiente retrocediendo—, nos vemos.

Lo volví a arruinar... lo sé.
Pero ahora no quiero pensar en eso. 

Ha cambiado mucho aquí. Nada es igual.

—Hola Safira —doy vuelta y veo aparecer a Uma.

—Hola.

—Te traigo esta carta que dejaron —sonríe y me la pasa.

Esto no está bien.

La recibo y la abro mientras ella se va.


Querida amiga antigua, hace mucho que no hablamos... ocho años ¿no?
Seguro te preguntas quién soy, y es obvio que no lo diré, tendrás que descubrirlo.

Sólo vengo a decirte que pronto nos veremos... y no creo que te guste la noticia que te daré.

Desde Francia. 


Que no sea otra enemiga. Pero no me cierra, ¿amiga antigua? Yo tuve muchos amigos cuando era chica. No creo que sea alguno de ellos, tal vez.

En la tarde vamos a la mansión de los Liccetti. Son un grupo que hicimos tratos hace tiempo, los únicos que nos han seguido al pie de la letra, no nos han traicionado y toda su familia están con nosotros. En eso les agradecemos, por lo menos son leales.

—Tenemos una nueva propuesta —se miran entre ellos y nos vuelven a mirar.

—Diga —me inclino un poco hacia adelante—. Me gustan las propuestas.

—Nos agrada escuchar eso —tocan mi hombro con una leve presión en el—, saben que esta familia es grande y colaboran en todo.

—Exacto.

—Y no todos están conformes con sus puestos de rangos menores.

Ups... indirecta directa para Amato.

—Pues estamos mejorando en eso... —contesta rápido Stéfano.

—Pero no lo necesario —él lo mira con un poco de burla—, no están avanzando en nada.

—Disculpe que no lo satisface, pero a nosotros sí —noto el tono burlesco de su voz. 

—Y así como están es cómo les está yendo —se está pasando...

—Eso... —pongo mi mano arriba de la suya en mi hombro, se calla y suspira de frustración.

—Eso ya lo arreglaremos, nuestra intención es que todos los partidarios se sientan cómodos y satisfechos. Siempre y cuando estos colaboren también —aclaro bajo la mirada atenta de los Liccetti y de Stéfano. 

Siento como relaja su mano. Menos mal que lo frené porque esto no sería nada bueno. Con él no.

—Muchas gracias por entendernos —lo mira con malicia—. ¿Lo va a considerar entonces, señor Amato y señorita Lombardi?

—O sea que subamos de rango a su familia, que ellos saldrán bien —asiente mirándome relajado—. ¿Y nosotros que beneficio tendremos?

—La última vez negociamos con treinta mil. Ahora por el favor subiremos nuestra oferta.

—Si.

—Cien mil —¡¿cuánto dijo?! —. ¿Acepta?

—Pues...

—Una gran cantidad de dinero... ajá. ¿Saben en lo que se meten?, el rango que quiere usted para su familia es muy alto —les dice algo sorprendido.

Y peligroso.

—Obvio que sé lo que implica —¿y entonces?—. Sólo quiero lo mejor para ellos.

—Entonces... —no sé qué decidir.

—Si usted quiere eso, está bien —miro a Stéfano preocupada desde abajo ya que estoy sentada y él parado.

—¿Les parecen?

Vuelve a hacer presión en mi hombro. —Me parece bien. Si quiere el bien de su familia, pues lo está logrando. Acepto su propuesta, señor Liccetti.

Nos dan el dinero y ellos firman unos papeles.

Espero que sepan manejarse bien. Hasta para mí sería un peligro.

Aquí en la mafia que nosotros manejamos, hay tres rangos distintos:

La clase baja (el último rango). Consiste en todos aquellos que aún no son necesarios, son más sirvientes de otras clases que de ellos mismos.
La clase media (el segundo rango). Ellos se encargan todo lo que es administración y papeleo. Son los que más activos están, porque tienen millones de cosas que hacer. Cuando los llaman para hacer algún negocio, de inmediato deben estar con esa persona. Es pesado, pero bueno. 
La clase alta (es el primer rango que se divide en dos: clase acomodada y clase ocupada). La clase acomodada: son todos aquellos que, como la palabra lo dice "acomodados", pueden interactuar con el jefe principal o con los subjefes. Tienen sirvientes (que son los del último rango), y comodidades como dinero ilimitado, armas, lujos, etcétera, etcétera... La clase ocupada: son los que sirven a los subjefes, o sea, protegerlos, hacer pedidos de ellos, algunos en cubrirlos y bueno... son sirvientes con mucho trabajo, pero son parte de la clase alta.

Y lo que el señor Liccetti quiere para su familia es la clase alta. Pero hay que ver en qué parte estarán. No así porque sí entran. Pasan por unas series de prácticas para ver sus procesos y ahí se confirma todo.

Volvemos a la mansión para arreglarnos para la gala de esta noche. Hoy invitamos a todos, los de aquí y del exterior. Total, no somos muchos.

Salgo del baño lista para colocarme el vestido, pero el que elegí, no está. 

—Estoy segura que lo dejé aquí —busco por el lugar y no aparece—. ¿Cómo desapareció?

—Por una simple y mera casualidad —escucho su voz, entra a la habitación desarreglado y con una caja—. Aquí tengo uno mejor que te encantará.

—Sabes que tengo mis perjuicios de la ropa respecto al color —me cubro más con la bata, él lo nota y se acerca.

—Sí, lo sé. Te conozco muy bien.

Abre la caja, saca un vestido que apenas lo veo, me babeo por el.

—Azul marino y...

—Largo con escote de corazón, guantes blancos y zapatos de tacón negro.

—Te perdono de que hayas entrado aquí sin avisarme. Gracias.

—No hay de qué —me mira a los ojos y veo ese brillo juguetón que ya lo conozco—. Puedes ponértelo.

—Sí, pero... necesito mi espacio —asiente y se va a la puerta donde cierra con llave—, no... no hagas...

—¿Que no haga qué? —vuelve a acercarse con una sonrisa de lado.

—No te hagas el inocente y vete.

—¿Y si no quiero? —mis piernas chocan con el borde de la cama y él se apega más—, ¿qué sucederá?

—Stéfano... ehh déjame que me cambie. 

—No —pone sus manos en mis hombros y baja hasta mis manos—. No me iré. 

—Escuchame... yo... —lleva mis manos atrás y las ata con una corbata que traía.

Me susurra en el oído y siento su sonrisa. —Sabes que así no más no me iré.

—Pero... no, no... quedó en el pasado esto...

—¿Y no se puede revivir ese tiempo? —dice con voz melosa.

Lo he extrañado.

—Mmm...

—¿Qué?...

—Si... sí —cierro los ojos al sentir sus besos en mi cuello.

—¿Sí qué?....

—Si puedes... sí  —gruñe y me tira en la cama.

No puedo negarme a que lo quiero.
Dos años sin poder estar como solíamos hacerlo. Me ha costado mucho darle la espalda y olvidar todo lo que vivimos y pasamos juntos. Separarme de él fue duro porque sabía que ese sería nuestro final, de algo que comenzó con un sentimiento fuerte.

—Acordate de mí, Safira. Volverás conmigo pase lo que pase —vuelve a besarme y acariciarme provocando esa deliciosa corriente en mí.

Después de un largo rato, salgo preparada.
Observo y veo a una de las empleadas que siempre me acompaña, ella es un poco más alta que yo, sus ojos negro al igual que su cabello, contrastan mucho con su piel pálida. Caminamos hacia el otro pasillo y nos encontramos con la otra empleada que es la hermana de la que me acompaña. 

Son nuevas, necesitábamos nuevas empleadas y justo las dos llegaron.

—Todavía no sale, ¿verdad? —niega y vuelve a mirar hacia abajo—. Como siempre.

Sale de la habitación y nos mira. —Disculpen. Vamos. 

Todos vamos hasta la parte principal. Las empleadas se despiden con una inclinación.
Nosotros nos quedamos esperando a que vengan a buscarnos.

Doy media vuelta hacia él y acomodo su corbatín. Hoy debía venir vestido con casi los mismos tonos azules.

—Tarde y desarreglado. Nada nuevo en vos —igual con ese traje azul oscuro que lo hace verse muy... muy guapo, no me puedo enojar con él. 

—Me distraes y me olvido del tiempo.

—Y vos haces lo mismo conmigo... —murmuro por lo bajo y sonríe.

—¿Qué dijiste?

—Que todavía no vienen a buscarnos... —miro sus ojos azules, hacen que pierda el sentido de mis pensamientos.

—Safira... Safira.

—Estoy bien —digo cerrando los ojos fuerte. 

—Ajá. 

Justo llegan a buscarnos. Nos encaminamos a los autos que nos esperan.
Miro otra vez a Stéfano que no para de observarme y sonreirme.

—Tranquila —asiento entendiendo a lo que se quiso referir.

Hoy seguro que hablarán sobre... todo lo que está pasando. Pero especialmente de la Lombardi desaparecida. 

 



#28985 en Otros
#4038 en Acción

En el texto hay: busqueda, poder, amor imposible

Editado: 18.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.