Luciano

Capitulo 14

LUCIANO

Voy a contarles todo lo que he vivido, ¿que si he sido feliz?, claro que si he sido feliz, mi padre me dio todo, mi dio amor, un hogar, seguridad, es mi héroe, junto a él también tía Sara, Paola, mi terapeuta, el tío Mario y por supuesto madre Molly, y mi hermanita que llegó después.

Desde que tengo memoria he vivido con mi padre desde que nací siempre se hizo cargo de mí dándome toda la atención que un niño de esa edad necesita, de la señora que dice llamarse madre y me llevó en su vientre y permitió que nacieran cosa que le agradezco no se nada. Solo que en mi cumpleaños número dos nos corrió a mi padre y a mí de su casa olvidándose de que tiene un hijo, ¿que si me hizo falta? No, porque digamos que no la conocí y la que estuvo ahí conmigo fue mi padre, y tía Sara, que venía en vacaciones y cuando cumplí cuatro años ella se quedó a vivir con nosotros, me llevaba al colegio y me cuidaba, es mi segunda madre.

Cuando esa mujer nos corrió de su casa, nos fuimos a vivir a la casa que era de mi abuela, una casa chiquita, pero donde reinaba el amor, ese era un hogar. Diario llegaba Rosita a limpiar y cocinar, me consentía mucho, tuve no sé cuantas niñeras antes de que tía Sara se quedara a vivir con nosotros, pero todas eran malas conmigo, me trataban mal, me golpeaban o me gritaban.

Desde chico no soporto los ruidos fuertes, me estresan, no sabía controlar lo que era una crisis de ansiedad, me gustaba estar solo dibujando, o en la tableta que mi papá me había regalado, todo lo que me molestaba lo manifestaba llorando o hasta gritando.
Todos decían que era un niño malcriado, mimando o rebelde, por eso las niñeras no me soportaban como ellas me decían y recibía castigos, como no podía quejarme con palabras. Empecé a hacer cosas para que ellas solas se fueran, la última que me cuido se fue porque Rosita la descubrió pegándome y se lo contó a padre y no lo pensó, la corrió.

En el colegio no fue la excepción, los niños me molestaban, se burlaban de mí, era inteligente aprendí a leer a los cuatro años cuando entré al colegio las actividades que se hacían me aburrían. Prefería construir con bloques o leer en la pequeña biblioteca que había en el salón, me apartaba para estar solo y eso era causas de burlas de mis compañeros, había días que los ruidos o acosos de mis compañeros me daban crisis y lloraba, gritaba, por lo que la maestra junto a la directora permitieran lo que me hacían.

Un día la directora mandó llamar a padre, para quedarse según de mi mala conducta, me suspendieron. ¿Cómo pueden suspender a un niño de cuatro años que lo único que hace es estar solo y hacer sus actividades antes que ellos? Es más, ellos me molestaban, me decían niño raro, entre otros sobrenombres, eso no lo dicen, bueno, padre me llevo a casa, ya no regrese a ese colegio.

No entendía mucho, padre empezó a llevarme con doctores y me hicieron muchos estudios, escuché que doctor que le dijo a padre que padecía del síndrome de Asperger y que iba a necesitar ayuda, hablaron muchas cosas que no entendía. La palabra Asperger se me quedó grabado en mi memoria, llegando a casa tome mi tableta y escribí la palabra en el buscador, leí que significaba, es un Trastorno del espectro autista en menor gravedad, es un trastorno del comportamiento que afecta la capacidad de socializar y comunicarse con afectividad.

Mi papá me llevó con una psicóloga muy amable y cariñosa, no me gustaba estar con gente extraña, solo aceptaba a mi papá, tía Sara y tío Mario que me tocaran, abrazaran o jugar conmigo, La psicóloga se presentó conmigo me dijo que se llama Paola, me cayó bien. En su consultorio tenía muchos juguetes, pero me llamó la atención los bloques y la computadora que tenía, sin pedir permiso fui hacia ella y la miré, quise encenderla y ver lo que tenía.
Paola se dio cuenta y me la prestó, me puso unos juegos y el que más me gustó fue uno de números, acertijos y otras cosas, cada que iba a mis terapias platicaba con Paola y me hice amigo de ella, sobre todo controlar mis crisis de ansiedad y sobre todo a entender que soy Niño TEA.

Volví a mis clases, pero en un nuevo colegio, nuevo salón y nuevos compañeros, tenía miedo de que se burlaran de mí, cuál fue mi sorpresa al entrar al salón que había niños como yo, era un colegio especializado niños especiales como yo. Paola me decía que yo era un niño especial y no raro como los demás me decían, la miss era muy bonita, se llama Molly, nos cuidaba y nos enseñaba bien, siempre cuidando de cada uno. Las actividades que hacíamos nos ayudaban y entretenían, ella es especialista en el trastorno de Espectro Autista, sabía actuar cuando uno de nosotros teníamos una crisis y para que no nos alteráramos todos, nos tocaba el piano, de esa manera nos tranquilizaba y nos hacía dormir.

En el colegio teníamos muchas actividades, terapeutas y psicólogos y las clases con miss Molly eran divertidas y nos daba nuestro espacio cuando lo necesitábamos. A cada uno nos trataba con paciencia y sobre todo con amor, éramos espaciales para ella, cuando terminaban las clases del día no queríamos salir del salón, a algunos niños sus papás se los llevaban a la fuerza.
Padre venía por mí todos los días y platicaba con la miss, ella es muy bonita, y quiere mucho a los niños, me quiere a mí, y es amiga de padre y de tía Sara, eso era bueno, entre ella y Paola se coordinaban para mis terapias, cuando las llevaba en el colegio, no iba con Paola o viceversa.




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