Luciano

Capitulo 27

Tengo dinero ahorrado y puedo inyectarle capital a la empresa de papá, pero antes quiero saber que quiere la señora Fátima, como logro entrar a la empresa. Entre Tadeo y yo estamos entrando a la empresa de los Soler por medio de sus sistemas y no hay nada bueno, están en la quiebra, la empresa va a desaparecer muy pronto.

Logramos recuperar el dinero que nos robaron, son tan tontos que no lograron sacarlo fuera hacia otras cuentas, estaban en las cuentas de Fátima y de su marido o amante, no sé lo que es y no me importa. Pero no sé escapan de una visita que iré con papá, quiero verla, conocerla y dejarle en claro que no nos moleste.

—Casi no lo logramos, —me dice Tadeo estirando los brazos de lo cansado que está, se pasó toda la tarde ayudándome, —ahora ¿qué piensas hacer con esa información, la empresa de tu mamá está en quiebra, tal vez deberías pensar en comprarla? Me dice y me quedo en silencio mirando hacia la ciudad que empieza a iluminarse por las luces de la noche.

—No sé qué hacer, aunque no es mala idea tu propuesta —le digo y Tadeo se acerca a mí con un vaso de agua, —sabes amigo, son más de veinte años sin saber de ella, nunca me busco, nunca se preocupó por mí, si comía o me enfermaba, si tenía frío o si no tenía ropa, ¿por qué ahora aparece y haciendo esto? ¿Qué pretende? —le comento volviendo a mi escritorio y pasando mi mano sobre mi cabello.

—La única forma de saberlo es hablando con ella, que te dé una explicación a todo esto, —me dice, para hacer esto debe conocer a alguien de los socios de tu papá y sea quien le esté ayudando, porque esos desvíos no son de ahora, se vienen haciendo desde hace mucho en pequeñas cantidades y no se habían dado cuenta, —dice y tiene razón, papá confía en su gente sin saber qué clases de gentes son.

—Tienes razón, lo voy a platicar con papá y la tía Sara, vamos a la oficina, ahí están ellos, y ahí vemos qué decisión tomar, —digo caminando hacia la puerta y saliendo de la sala de juntas.

Entramos a la oficina de papá, en la que están todos, hasta la tía Paola y el tío Mario están ahí, yo me estoy controlando todo lo que siento, quisiera salir corriendo desaparecer o gritar hasta quedarme mudo, tiemblan mis manos, todo mi cuerpo está rígido, me siento en el sillón porque siento que no puedo más.

—Recuerda que el control lo tienes tú, no dejes que la ansiedad te controlé, —me dice tía Paola y Zully me abraza, su abrazo me tranquiliza, respiro profundo y cierro mis ojos, no sé dé qué hablan solo escucho murmullos.

—Aquí en este pendrive están las pruebas del desvío —dice Tadeo, —logramos recuperar algo del dinero, bueno por lo menos lo que Gómez desvío, Señor Montemayor, esto lo vienen haciendo desde hace muchos años y usted no. Se había dado cuenta por qué lo hacían en cantidades pequeñas, solo que ahora se arriesgaron a hacerlo más grande —sigue hablando Tadeo, —lo único que pienso para que sigan haciendo esto es que alguien de aquí les está ayudando, si me lo permite le puedo recomendar que hagan una auditoría y reformación de la empresa —dice y mi padre asiente.

—Tadeo, muchas gracias hijo, tomaré en cuenta lo que propones, contrataré un auditor externo, lo único que no quiero es perder mi empresa —dice mi padre con los ojos aguados y tomando un poco de licor que tiene en sus manos.

—vamos a tomar esto con mucha discreción, llegaremos al fondo del problema y descubriremos las intenciones de esa mujer —habla tía Sara muy enojada y se le nota en la cara roja y los gestos que hace.

—hay otra cosa —les digo ya un poco más calmado —la empresa de los Soles está en quiebra y si siguen así derrochando como lo han hecho será una ruina total —les digo y todos ponen su atención en mí, cosa que no me agrada mucho, me pone más nervioso.

—Eso quiere decir que pronto la declaran en banca rota y tendrán que venderla o dejarla que se derrumbe sola —dice tío Mario y sé que algo está pensando y tal vez sea lo mismo que yo.

—Si el señor Soler estuviera vivo aún, se volvería a morir solo de ver cómo su hija acabo con su patrimonio, el consorcio Soler viene de muchas generaciones —dice mi padre, —Josué, ponte en contacto nuestro abogado, dile que mañana quiero verlo aquí temprano —le indica a mi primo.

—Sí, tío, inmediatamente lo hago, —contesta tomando su teléfono y sale de la oficina para hacer la llamada, luego entra confirmando que vendrá mañana temprano.

—Bueno, familia, vamos a casa a descansar, por hoy no podemos hacer nada, —dice mi padre tomando de la mano a mamá y yendo hacia la puerta, todos nos levantamos de nuestros lugares y haciendo lo mismo.

Ya en la salida del edificio Montemayor, nos despedimos, yo me fui con mis papás, no dejaron que manejara, y llegué a casa, subí a mi habitación, en dónde me encerré en mi mundo, lloré y lloré, me di un baño y me acosté en la cama quedándome dormido.

Mamá entró con la cena, sabe que no tengo ánimos de bajar a cenar con la familia, esto que está pasando me sobrepasa y me saca de control.

—Mi niño grande, tienes que comer algo, te traje de cena lo que te gusta, levántate y lávate la cara para que cenes, —dice mi madre poniendo la bandeja de comida en la mesita de noche —te lo comes todo, luego vengo por ella, o si quieres mando a tu hermana.

—Gracias madre, ¿le puedes dar un abrazo a Luciano? —le digo y ella se acerca a mí y me abraza, siento paz y tranquilidad, en estos momentos es lo que necesito.




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