Luciano

Capitulo 45

Luciano

—¿Por qué, Clarita no me vio durante la reunión con su papá? La sentí como que estaba enojada —voy pensando desde que salí de la empresa del señor Urrutia, tomo mi teléfono y marco el número de Zully.

—Te estuve esperando y no llegaste, —le digo molesto, —deja lo que estés haciendo y te veo en mi oficina, llego en cinco minutos —le repito y cuelgo la llamada.

Llegó a la importadora, le doy los buenos días al guardia y a las chicas de recepción, me dirijo al elevador, al llegar a la oficina ya se encontraba Zully caminando de un lado a otro, cerré la puerta fuerte que ella dio un brinco, después de eso me dejé caer en mi asiento.

—No sé qué fue lo que te puso de malas, pero no es mi culpa, si no estuve en la reunión contigo fue porque yo también estaba ocupada con mi examen o ¿sé te olvidó que te dije que no podía acompañarte y que le pidieras a papá o a tía Sara? —me dice muy alterada —no es la forma de hablarme y darme órdenes, soy tu hermana menor si y te respeto, pero yo no tengo la culpa de que las cosas no te salgan como tú quieres —se sienta en la silla frente a mí cruzándose de brazos y sigue hablando no sé cuántas cosas que deje de ponerle atención. Solo pensaba en lo que pasó esta mañana con Clarita, no la entiendo, no va a ir a México, está dejando el proyecto en manos de su papá, ¿acaso no le importa o no le gusto mi trabajo? —Luciano Montemayor te estoy hablando —me habla fuerte Zully y me saca de mis pensamientos.

—Perdón, hermanita, no tuve un día bueno —le digo tocándome la sien, ella se acercó por atrás y empezó a darme un masaje en los hombros.

—Te entiendo nano, tienes que controlar tus impulsos, lo que haya pasado sabes manejarlo —me dice con esa sonrisa que la caracteriza para sacar de un mal momento a la otra persona, le sonrió también y se vuelve a sentar dónde estaba, —ahora sí dime cómo te fue en tu reunión con los Urrutia, mejor dicho con tu enamorada —me dice y bajo la mirada por acordarme que ella ni siquiera quiso saludarme.

—Creo que está enojada —le digo y le conté como me recibió y ni me habló, que canceló su viaje a México y no quiere saber del proyecto, Zully me escuchaba con mucha atención y hacía caras distintas, mientras le platicaba.

—¿Entonces, dices que no recuerdas haberla ofendido o haber hecho algo que le haya hecho molestar? —no creo que esté molesta, hay días en nosotras las mujeres pasamos por momentos incómodos que no queremos hablar con nadie, a lo mejor ella estaba en esos días —me dice y no sé a qué se refiere con esos días, —nano, te explico, nosotras cuando andamos en días de nuestro periodo menstrual, sufrimos y aunque hacemos el esfuerzo por hacer o cumplir con nuestras responsabilidades. A veces no queremos ver a nadie, nos deprimimos por los dolores que sentimos, me entiendes —asiento con lo que me dice y a lo mejor sea eso que no me habló.

—Pero, ¿por qué canceló el viaje? Algo le hice, me siento culpable, —le digo dando un suspiro y llevándome las manos a la cara.

—Perdón, señor Montemayor, no dejo que la anunciará —me dice la señora Ana, mi secretaria, haciéndose a un lado antes de que esta mujer la pasé a traer.

—Deberías despedirla, es una incompetente —habla esa mujer si ningún derecho —cariño, no me contestas el teléfono, te he estado marcando —sigue vociferando y Zully le queda viendo de pies a cabeza.

—Y está, ¿quién es, para que venga a dar órdenes?, ¿me puedes dar una explicación? —pregunta Zully viéndola encima de su hombro, nunca lo hace, ella es muy sencilla y humilde, siempre con una sonrisa amable, pero ahora, no veo esa Zully que es mi hermana.

—No sé quién seas, pero yo soy su novia y futura esposa, así que puedes servirnos dos copas de vino —sigue dando órdenes y ahora a mi hermana, quien suelta una risa fuerte y se burla de ella.

—Aquí nadie sirve a nadie, señora Ana, gracias, —le dice a la secretaria regalándole una sonrisa y ella se va cerrando la puerta —estoy esperando Luciano —se da la vuelta hacia mí cruzándose de brazos y levantando una ceja.

—Para empezar, no sé qué hace aquí la señorita, segundo no es mi novia, mucho menos mi prometida, ella solo es una conocida y nada más, —le digo acercándome a Zully y poniéndome a su lado —no sé qué hace aquí señorita Romanofh, si no ha sido invitada y no tiene ningún derecho a venir y creerse la dueña que es lo que menos tolero, así que se puede retirar que estoy ocupado —le digo señalando la puerta y ella sonríe.

—Mi Luciano, cariño vine desde lejos solo para verte y ¿así me recibes? Llevo meses tratando de encontrarte, debemos aclarar lo nuestro —dice, no sé dé qué habla, desde la mañana que la encontré en el café no deja de decir lo nuestro, —señorita, Luciano es mi novio desde que estábamos en la misma universidad y vine para que formalicemos, así que si usted tiene o quiere tener algo con él, vaya haciéndose la idea de que yo no lo voy a permitir —le dice amenazando a Zully y está abre la boca y me voltea a ver furiosa, sé que se está conteniendo

—Yo no saldría con una persona arrogante como tú, ahora que soy, ¿una apuesta? ¡U otra más de tus burlas, salga de aquí! Fueraaa! — le grito y Zully en ese momento se acerca a ella y le da una cachetada.

—Estúpida, ¿por qué me golpeas? —le grita pasando su mano por su mejilla y viéndome que no intento hacer nada.

—Largo de aquí, antes de que llame a seguridad o la saco arrastrando de esos pelos mal teñidos —le dice furiosa intentando írsele encima y yo la tomo de la cintura deteniéndola, —a y otra cosa, que le quede bien grabada en ese cabeza hueca, a mi hermano nadie lo menosprecia, ni es una apuesta ni burla de nadie, así que largo —le dice empujándola y cerrando la puerta en la cara.




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