—¿Estás bien? —pregunta Zully y le sonrío —ahora, explícame ¿quién es esa mujer?, porque claro está, tu novia no es o ¿sí? —me interroga sentándose muy agitada, me siento a su lado y cruzo mi pierna la cual bajo y me levanto —siéntate, discúlpame nano no que quiera ponerte inquieto.
—No es eso, ella es Marissa, nos conocimos en la universidad, es como cualquier mujer arrogante, se burlaba de mí en la escuela por ser como soy, ella junto a su grupo de amigos hicieron una apuesta de que según me llevaría a la cama, no sé a qué —le cuento a Zully y ella aprieta sus manos en un puño —pero Mine se enteró y la confrontó, nunca cruce palabras con ella por qué como es, una mujer superficial y no sé cómo dio conmigo —me quedé en silencio un rato tratando de recordar o saber cómo ella sabe dónde vivo y que lugares frecuento por qué de casualidad la encontré en el café de don Lupe.
—Si la vuelvo a ver por acá, ahora no me va a importar, pero le daré su merecido, no crea que va a venir y hacer lo que a ella le venga en gana —habla levantándose y caminando de un lugar a otro —¿sabes dónde se hospeda o donde vive? —me pregunta y niego con la cabeza —no importa lo voy a investigar y…
—No vas a hacer nada, —la interrumpo —hay otras cosas más importantes que hacer, que hacerle caso a una mujer sin importancia —le digo cruzando mis brazos, y es cierto ni me interesa saber lo que ella haga, —lo que hay que hacer es ponernos a trabajar, me voy a ir una semana con los Urrutia y tú vas a quedar al frente de aquí con Josué, tengo que dejar todo listo —le digo levantándome y yendo hacia mi escritorio encendiendo mi laptop.
—Nano déjame darle su merecido, porque con mi hermano nadie se mete —me dice y yo no le digo nada, sé que lo va a hacer y si se entera mamá o mi tía Sara será peor —tengo hambre, no desayuné que tal y te invito a comer —me dice ya con su semblante cambiado a una sonrisa, se acerca a mí y me jala de la mano para salir de la oficina.
Fuimos a comer al restaurante que nos gusta por la tranquilidad, pedimos nuestra comida, mientras llegaba le hablaba de los pendientes que había para la próxima semana, que no iba a estar aquí y si pasaba algo me hablará. Le estaba dando indicaciones cuando por la puerta vi entrar a Mine con su hermana, fruncí el ceño y Zully se dio cuenta, volteó a ver y les hizo señas, ellas llegaron a nuestra mesa, mi hermana las invitó a sentarse, mine aceptó quien no quería era Clarita aún está sería y no habla.
Nos trajeron nuestra comida a los cuatro, comimos en total silencio, por ratos miraba a Clarita y ella no levanta la mirada, no sé qué le pasa.
—Mine, ¿me acompañas al baño? —le pregunta Zully y ella asiente, se levantan dejándonos solos a Clara y a mí.
—¿cómo ha estado señorita Urrutia? —le pregunto después de un largo silencio y ella me queda viendo —si por algo la he ofendido, de ante mano le pido una disculpa —le digo sin dejar de mirarla directamente.
—No, señor Montemayor —me contesta ¿ahora soy señor Montemayor?, nunca me ha llamado así, me sorprende que me hable así —yo soy la que le pido disculpas por la imprudencia de mi hermana, usted estaba compartiendo un momento con su hermana, no debimos aceptar su invitación —me dice y yo no entiendo.
—Bueno, yo no sé qué le hice, hace unos días platicamos muy bien, estaba usted contenta y parece que le gustaba compartir un rato conmigo, pero ahora veo que no soporta estar donde yo estoy —le digo y eso me molesta, que sin saber qué hice, esté enojada conmigo —sabe señorita Urrutia, pensé que podíamos ser amigos, me interese en conocerla, pero veo que a usted no le interesa mi amistad, con permiso, la cuenta ya está pagada —le digo levantándome furioso y saliendo de ahí, ella me quedó viendo y Vi sus ojos llorosos.
—Joven Luciano, espere —me toma de la mano para detenerme, —discúlpeme, soy una tonta, si me gustaría ser su amiga —me dice y nos volvemos a sentar, la quedo viendo para saber qué le pasa.
—¡Aa ah! Ya, está bien —dice entre dientes y yo sonrió —si estoy molesta contigo, ¿contento? —me dice y agacha la mirada.
—¿Puedo saber qué te hice para que estés molesta conmigo? —le pregunto y me queda viendo —en la casa de los abuelos nos despedimos bien ¿Qué hice que te molesto? Te pido una disculpa porque no me acuerdo de que te haya lastimado —le digo y me nació tomarle la mano y lo hago.
—Tú, digo usted, es un descarado, solo de recordar me da coraje —dice y sigo confundido por lo que intento hablar, pero no me deja —usted, estaba con una mujer muy cómoda y pregunta si no estoy molesta, no me dijo que tiene novia —me sorprende lo que dijo y aparte mi mano de la suya.
—¿Quién le dijo que tengo novia?, —le pregunto y ella abre más los ojos —no tengo novia, nunca la he tenido, no sé con quién me vio o que le dijeron, solo sé que lo que sea son mentiras —le aclaro y una sonrisa se asoma en sus labios, levanta su mirada y nos quedamos viendo.
—Es que, en la mañana, lo vi en el café de don Lupe con una señorita muy hermosa, le tomó de su mano, pensé que era su novia, eso me molestó, no sé por qué, pero no me gusta que nadie le toque sus manos —me dice y el que abre más grande los ojos soy yo.
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Editado: 27.10.2024