Luciérnagas

Capítulo 1: Feliz cumpleaños.

- - - - - Deva - - - - -

– Vete, por favor – empujo a la persona delante de mí, queriendo huir de esta situación.

– Vamos bebé, sé que no quieres regresar sola esta noche – el solo hecho de que me dirija la palabra me resulta incómodo, más aún teniendo un par de ojos clavados en la nuca que sé que están listos para atacar en cualquier momento.

– Lorenzo – tomo aire profundamente – estoy intentando disfrutar mi cumpleaños y tu presencia me lo impide.

– Qué ruda te has puesto, me gusta cuando estás así – su voz me da náuseas.

– Vete, por favor – vuelvo a pedir por décima vez.

Vuelvo a tomar aire en un inútil intento de calmarme cuando me toman por los hombros haciéndome a un lado.

– Bien, me cansé de esperar por las buenas – Luciana aparece cabreada.

<Gracias Universo>

– Me iré – mi ex alza sus manos en señal de "paz" – Dev, tienes mi número, escríbeme – me guiña un ojo antes de darse la vuelta y perderse entre la multitud.

Luciana me toma del brazo arrastrándome hasta la barra de la discoteca. La música retumba en mi cerebro y tengo demasiada sed.

– No entiendo como pudiste salir con ese tipo – dice mientras pide dos cervezas.

– Quiero creer que estaba en medio de un brote psicótico – respondo sentándome en uno de los taburetes.

– Es la única explicación lógica y que al menos te deja un poco de dignidad – desvío mi atención porque no me interesa en lo absoluto continuar con este tema – por suerte vine preparada para remontar tu festejo de cumpleaños – grita mientras saca un cupcake de su bolso.

– Dime que no es cierto – la miro y no puedo creerlo – ¿has tenido esa cosa allí toda la noche?

– No toda la noche, solo un par de horas – confiesa mientras enciende la vela.

– No cantarás...– tarde he hablado porque está cantando a los gritos el feliz cumpleaños.

– Oficialmente, veintiuno – aplaude mientras apago la vela – y oficialmente demasiado vieja para tener tu romance adolescente.

– Nunca es demasiado tarde para un romance adolescente – respondo.

– De cumpleaños, ¿eh? – el chico de la barra se acerca a nosotras con un shot de tequila – felicidades, invita la casa.

Le agradezco y procedo a dejar que el tequila recorra mi garganta, bueno, mejor dicho, la prenda fuego, esa mierda es alcohol de botiquín.

– Veamos si encuentras a tu Romeo esta noche... o tu Julieta – Luciana toma mi mano dirigiéndome a la pista de baile.

A medio camino, noto que solamente estamos nosotras dos.

– ¿Y Maggs? – pregunto gritando.

– Su madre la ha llamado, tuvo que volver a su casa – explica mi prima mientras nos movemos.

El resto de la noche pasa entre tragos, baile, idas al baño, sudor y empujones y, un rayo de luz me da directo en la cara. Lo primero que siento es como si estuvieran martillándome la cabeza con un mazo y una sed horrenda. Como si fuera poco, mi alarma suena y no soy yo quién logra apagarla, pues no abrí mis ojos y ya tengo a Luciana taladrándome el cerebro. Ahora que me doy cuenta, no sé en qué momento volvimos a casa ni cómo llegué a acostarme en mi cama.

– ¿Qué quieres? ¿Sabías que es ilegal despertarme a esta hora? – gruño intentando ubicarme en tiempo y espacio.

– ¡Buenas noticias! Hay que pagar todas estas facturas, luz, agua, gas, impuestos, expensas...– agita el montón de papeles frente a mi cara

– No encuentro la buena noticia.

– Oh no, la buena noticia es que mañana tenemos planes juntas – tiene una sonrisa estampada en su cara, pero no una sonrisa real, una de que va a decirme algo que voy a odiar – mañana eres mi ayudante en la clase – exclama emocionada.

Estuvo toda la semana tirándome indirectas sobre esto, y yo estuve toda la semana fingiendo demencia y sordera.

Pensé que ya lo habíamos superado, pero veo que no.

– Déjame seguirte ¿Tengo que asistir a tu primera clase como profesora porque básicamente tienes miedo de que no haya alumnos?

– No diría miedo, es más... ¿Soporte emocional?

– ¿Y acaso me ves cara de soporte? – pregunto alzando una ceja.

– No, de idiota. Pero una idiota a la que quiero mucho y que considero la mejor prima del universo y por ello va a demostrar su amor hacia mí yendo a mi primera clase como profesora de arte – mueve sus pestañas rápidamente cómo si eso fuera a transformar el "NO" que tengo en la punta de la lengua en un "Sí".

– ¿No tienes amigas acaso? – la resaca y mi prima me están taladrando el cerebro.

– Están todas ocupadas este sábado y todavía tus clases no comienzan. Por favor, será solamente esta vez – ruega poniendo su mejor cara de gato con botas.

– ¿Y qué debo hacer? ¿Eres consciente de mis habilidades artísticas, cierto?

– Si, cada vez que dibujas algo, mueren cinco artistas.

– ¡Qué graciosa! Lo anotaré en mi agenda y cuando tenga tiempo libre me reiré de tu broma – me doy la vuelta tapándome de nuevo con las sábanas.

– ¿Qué broma? – pregunta – Entonces... ¿Vendrás?

– Con el único fin de que cierras tu boca. Me das migraña.

Aplaude y deja un beso en mi cabeza.

– Mañana a las 8 de la mañana, entonces – me avisa mientras se larga corriendo.

–¡¿El qué a las qué?! – grito sentándome en la cama.

Vuelvo a hundir la cabeza en la almohada, no tiene caso negarme a ir, no me dejará en paz.

Vamos, aprecio el arte y lo disfruto mucho, pero simplemente hay habilidades que la vida no me concedió.

¿La primera? Dibujar.

¿La segunda? Pintar.

¿La tercera? Socializar.

Paso mi último viernes de vacaciones adelantando trabajo, el lunes comienzan las clases y no quiero tener también que enfrentar clientes furiosos reclamando estupideces. Yo lo llamo, "el maravilloso mundo de trabajar como freelancer".

– ¿Acaso aquí no van al supermercado? – escucho una voz familiar y no es Luciana.




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