Lucifer.

T R E S.

Analeya:

Parpadeo un par de veces antes la impresión.

—¿Luzbel?—Formulo.

Asiente—Un nombre poco común, ¿No?

—Lo es, solamente...el diablo se llamaba así—Contesto algo incómoda y confundida, quizás lo hace por bromear.

Una carcajada abandona sus labios, de tan solo escucharlo la piel se me pone de punta, a lo mejor será algo loco, pero siento que había visto a esta persona antes.

—Digamos que...soy alguien muy parecido a él, pero, la diferencia es que yo no estoy en el infierno.

—Mucha charla, pidamos los platillos—La interrupción de Gabriel cae como anillo en mano.

Momentos después de ordenar, la comida es puesta frente a nosotros, el ambiente ya no es tan hostil como antes. Ambos hermanos han estado hablando en un idioma que no logro entender, no sé si es árabe o latín.

No logro diferenciar.

Yo solo me dedico a tomar un poco de vino y probar la carne de cerdo que hay en mi plato. Al momento de saborear el trozo de carne en mi boca, la voz de ambos se vuelve lejana, toda mi atención se centra en comer.

«—¡Estúpida, no sabes si esa comida tiene una especie de droga!—Me reprende de manera repentina mi conciencia.

Bueno, en realidad tiene un punto a su favor.

Miles de cosas comienzan a pasar por mi cabeza, desde mis amigos, hasta lo que pasó con mi hermano.

De quién no sé nada, aún.

—¿Vas a seguir en lo mismo, Gabriel?—La dulce voz de Luzbel hace que los mire a ambos, Gabriel tiene una mirada sería, mientras que él se encuentra sin expresión alguna.

—Sabes muy bien que tarde o temprano debes de decir lo que en realidad pasó ese día.

El ambiente nuevamente se vuelve pesado.

—Ya todos saben lo que pasó, no logro  entender tu afán de querer ver algo donde no lo hay, es ridículo.

—Solo quiero saber la verdad, eso es todo.

—Una que ya sabes—Responde mordaz.

—Sama...—un golpe en seco en la mesa hace que las personas en el salón nos den su atención, miro a lucifer un poco impresionada. Él me mira y noto como su iris cambio a un color más oscuro, a uno rojizo.

¡¿Qué?!

Mi corazón comienza a latir rápidamente, los recuerdos atacan. Así fue que mi hermano se volvió un monstruo.
Me levanto de golpe y retroceso un poco, ambos hombres me miran, pero, ya no son los mismos de hace un rato.

Los ojos de Gabriel se han vuelvo de color azul, una muy claro, mientras que los de Luzbel son rojos  intenso.
Miro al rededor de nosotros, las demás personas actúan como si nada.

Vuelvo la mirada sobre ellos y siguen en la misma posición hostil de hace un momento, siento el corazón en la garganta y como mis manos comienzan a sudar frío.

¿Qué es esto, qué son ellos?

Al parecer Gabriel nota mi estado, frunce el ceño y bufa, comienza hablar en un idioma que no logro comprender, lucifer me mira nuevamente, hace el mismo acto que su hermano pero comienza a relajarse, ambos toman asiento.

—La próxima vez que intentes llamarme por ese maldito nombre, juro, que te arrancaré los ojos—la amenazante voz de luzbel retumba en mis oídos, casi, logró ser una de ultratumba.

Sin decir palabra, doy un sorbo al vino frente a mí, sin pensarlo dos veces doy un largo trago, quizás, todo lo que acabo de ver y presenciar fue producto de mi loca imaginación.

¿Verdad?

—Luzbel, ya basta de esa actitud, vine aquí hablar contigo, no a pelear.—Aclara Gabriel.

Una risa sarcástica sale de los labios de Luzbel.

Repentinamente y sin previo aviso, todo se comienza a tornar borroso para mí, cómo puedo trato ponerme de pie y en un intento vago, llamo a Gabriel en busca de ayuda.

De un momento a otro siento como me acerco al suelo, pero el impacto nunca llegó, unos fuertes brazos me tienen tomada de la cintura, logro distinguir un rostro varonil.

Cumplí con mi parte del trato, ahora te toca cumplir la tuya.

—Un ángel entregándome a quien se supone que debe proteger de mí, muy bien, Gabriel.

No alcanzo a escuchar más, la oscuridad me rodea por completo.

 

 

 

Mi cabeza duele a horrores. Un leve gemido sale de mi boca debido a el pinchazo que siento al tratar de levantarme. Una que otra maldición sale de mis labios, ¿Tanto bebí anoche?
Llevo mis manos a los ojos y los froto para poder despertar completamente.

Lo primero que miro es mi cuerpo, y noto como una camisa manda larga negra—«La cual no es mía»— que cubre la mayor parte de mi cuerpo.

¿Quién me cambio de ropa? ¿Acaso fue Alila quien me cambió de ropa?

Pero, no recuerdo en qué momento llegamos a la casa.

Analizo el lugar donde me encuentro, esta no es la habitación donde estaba ayer. Esto no es la casa de Gabriel.

Tipo película de terror, todos los recuerdos llegan a mí de golpe.

Ojos rojos, ambiente hostil, amenazas, desmayo y las voces.

Oh no.

Sin dudarlo me levanto de la cama, sin importar mucho lo poco que logra cubrir la prenda, corro hasta la primero puerta frente a mí, la misma da a un pasillo grande, sin importarme mucho, dejó la puerta abierta y corro.

Salgo del pasillo para entrar a otro, pero este es un poco más amplio que el anterior, varias puertas aparecen frente a mí. Con cuidado trato de abrir una por una, pero la mayoría se encontraba bajo llave. Camino un poco más y me encuentro una de color negro, hago lo mismo que hice con las demás y ¡Bingo!
Esta se encuentra abierta.

La abro con cuidado, me adentro a la habitación, enciendo la luz y me topo con par de ojos cafés.

Quedo paralizada, no puedo hacer nada.

Lo miro fijamente mientras que él hace lo mismo, baja la mano y cuelga el teléfono que está en ella, se levanta de su asiento para comenzar acercarse a mí.

Los pasos son firmes y seguros, su porte es intimidante, sin esperar que se encuentre cerca de mí, me giro rápidamente, trato de abrir la puerta pero la misma es cerrada bruscamente.



#24406 en Novela romántica

En el texto hay: angeles, demonios, romance

Editado: 05.02.2021

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