Lucifer

《1》

Bestery Walls...

—Mamá, mamá.—llamó la pequeña Liseth a su madre.

—¿Que necesitas Liseth?—respondió la castaña, sonriendo, antes de dejar de hacer las largas trenzas de la niña.

—¿Puedes contarme una historia?—preguntó alegre, mirando de reojo a su madre, con esos brillantes ojos verdes, siendo reflejados por el fuego de la chimenea.

—Claro, traeme algún libro de la repisa, el que quieras.—le dijo. A lo que esta corrió hacia la montaña de libros, que se encontraban ordenados, pero no sabia cual escoger, hasta que un libro cayendo a sus pies la sorprendió, era tan pequeño, que ni 10 paginas tendría, pero solo con verlo, sus ojos se iluminaron y quiso que su madre le contará ese pequeño relato.

Liseth y su madre vivían en un pueblo muy lejano, ellas siempre habían estado solas. Liz es una pequeña de tan solo 10 años, era de tez blanca, cabello castaño y sus ojos se iluminaban de un hermoso color verde. Era una niña muy curiosa, aveces imperativa, alegre, cariñosa y sobre todo amable. Iba a una escuela para niños no muy lejos de su casa y no tiene amigos, mas que su mejor amigo Toby. Su madre de tan solo 30 años, trabajaba en una floristería del pueblo, con eso se mantenía ella y a la pequeña. Ella siempre ha sido el orgullo de Liseth. Aquella mujer era muy amigable y honesta. A pesar de haber sido abandonada por su esposo, seguía su vida sin rencores, un alma pura de admirar. Tenia un gran parecido a su hija, su mismo color de piel y ojos. A pesar de que habían diferencias en sus ojos, cabo que a Liseth raramente se le cambiaba uno a otro color. Desde que nació Liseth, ella ha sido una madre independiente y humilde, siempre ha estado dedicada a su hija. Él padre de Liseth se marcho un mes antes de que ella naciera, dejándola en la pobreza y desprecio, del cual pudieron salir felizmente juntas.

—L-u-c-i-f-e-r.—describió la madre, después de casi no poder leer lo escrito, por una quemada que llevaba grabada.

—¿Quien es, mamá?—preguntó curiosa la pequeña, ladeando la cabeza.

—No lo se, hija. Nunca había visto este libro en toda la vida. Leeré para saber.—terminó, abriendo el pequeño libro. En el momento en que se encontraba en su contra-portada, se escucharon rasguños en las paredes y pasos silenciosos en el techo. La madre sin preocuparse por ello, inicio.— Lucifer, llamado así por su alma oscura, en representación de lo todo lo malo que pudiese existir. Un día fue un Ángel y cayó del cielo, por sus malas intensiones en el reino de Dios, fue desterrado y sometido a una condena infinita por su maldad, quien es malo, se va con el, quien es bueno, es su enemigo. Su gran odio hacia lo creado por Dios, aumento su soberbia e ira. Según cuentan, investigado por una monja francesa, este mismo fue encontrado en forma humana, colándose entre los humanos, fingiéndose ser alguien que no es y dañando el mundo desde adentro. 
«Hace muchos siglos, la misma hermana que lo encontró, condenando al ser humano, la mujer con ritual desconocido, logro separar algo de él, pero no sabia que había desatado algo peor, si no volvía a encontrar su otra mitad, pasaron los años y este ser indefinido de Lucifer, sigue suelto, en busca de algo, que probablemente sea la mitad que se dividió. Este ser indefinido, se le dio por nombre Jack, mientras que el otro quedo con su nombre original, por su maldad desatada. Todo el mal que rodea el mundo tiene un nombre: Lucifer.—terminó la madre el capítulo uno.— Es nuevo, nunca lo había leído. 

—Es un hombre que tiene miedo de ser como antes y ser despreciado, mas de lo que ya es.—argumentó la pequeña.

—Puede ser. Pero Liseth, aveces no podemos solo pensar en lo bueno que hay en eso, las personas cuando son malas, lo son de verdad. Ese hombre, según él libro, es malvado y peligroso, no tiene perdón lo que hace.—le aclara la madre.

—Pero...

—Pero nada Lis. Es malo y no cambiara, no lo olvides.

—Si, mamá.—obedeció, bajando la cabeza.

—Ven, vamos a dormir.—le sonrió cariñosa, acariciando la pequeña cabeza de Liseth.

La pequeña, no quedo contenta con lo que decía su madre de Lucifer. Ella tenia un corazón muy blando y noble, y aunque el enemigo mas grande del mundo fuese malo, a ella no le parecía así. Todo en su vida siempre ha sido de flores, jamas había tenido enemigos y esperaba nunca tenerlos.

Liseth era una pequeña con buen corazón, hasta lo más espantoso del mundo, no sería capaz de verlo malo ni peligroso, ella sabían que era diferente a otros niños o a otros humanos, tenía conocimiento de que las personas eran cobardes hacia lo desconocido, por que temían al peligro, pero, ¿que era el peligro para Liseth?; ¿Un ramo de flores negras?, ¿Un día oscuro?, quizá ¿Un hombre con malas intenciones?

El miedo no nos hace cobardes, nos hace más fuertes de lo que somos, nos impulsa a probarnos y desafiarnos ante todo lo que nos hace débiles y vulnerables.

La pequeña rubia siempre sonó con estar en un hermoso prado infinito de varios colores, con el cielo lleno de arcoíris y nubes con forma de flores. Muy colorido a su parecer. Ella era especial, distinta, hasta sus ojos lo eran, aveces uno de ellos se le cambiaba de color hacia un azul claro, aveces le salía la suerte de que ambos lo hacían, pero eso muy pocas veces se veía, MUY pocas, sólo cuando se encontraba Luna llena y ella mantuviera sus ojos en esta, reflejando su luz.




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