Lucifer

《4》

Un nuevo día, una nueva pesadilla.

¿Por que estaba pensando tan negativo? 

—¿Que tienes?—preguntó mi madre, frunciendo el ceño, mientras traía en sus brazos una bandeja con mi desayuno.

—¿Por que lo dices?, estoy bien madre.

—Te ves tensa, y estabas mirando la pared.—dejó la bandeja en la mesita de noche, para luego sentarse a mi lado.— Tu no eres así, Liseth, ¿que te tiene así, hija?, ¿tuviste una pesadilla?—acarició mi cabeza, pero me aparté. Sentía que si me tocaba un poco mas explotaría.— Liseth.—me llamó.— Mirame Liseth.

—No, estoy bien. ¿Puedes dejarme desayunar?

—Esto no termina aquí, Liseth, hablaremos cuando termines.—se puso de pie y salió de la habitación.— Estas comportandote muy raro, y no es normal, estas volviéndote rebelde últimamente, Liseth.—dijo, lo cual me sacó de quicio, e imaginé cerrarle la puerta de golpe. Me asusté al oír el sonido de la madera estrellar.— ¿Liseth que hiciste?, abre la puerta.

No respondí y me hice un rollo en el rincón de mi cama, escondiendo mi cabeza entre las rodillas. No tardaron en salir lágrimas a montones. Ya no podía explicar que me pasaba, ni mucho menos tenía una respuesta lógica o un poco coherente. Solo estaba asustada y deprimida. Miraba todos los rincones de mi habitación como si alguien fuese a salir de la nada, o mis mismos poderes se fuesen a poner en contra mío por lo que le había hecho a mi madre. Tenía mucho miedo, que no sabía a quien socorrer, alguien que tuviera de confianza o compartiera sin miedo mis temores. Pensaba que mi madre ya no querría verme, mi mejor amigo se lo contaría a la nueva amiga, y no tenía a nadie mas. 

—Estoy sola.

—No lo estas.—habló una voz femenina de repente. Grité como nunca, agarrando las paredes como si me fuera a caer o quien sabe que.— Okey, asusto a la gente por mi cabello o forma de ser, pero no soy un espanto, todavía.—levantó las manos irónica, la chica de pelo rosado.— No exageres, las paredes no se van a caer.

—¿Que haces aquí?—bajé los brazos, avergonzada.

—Hola a ti también.—explotó una bomba de chicle, mientras revisaba mi estantería de libros. Me miró extraño.— Llora si quieres, no te juzgaré.—se giró nuevamente para leer los nombres de cada libro.

—¿Como llegaste aquí?

—Con los pies, dah.—alzó los hombros. Rodé los ojos.— Bueno..., digamos que tenemos una especie de poder viajera, la teletransportacion. Puedes llegar a donde quieras en menos de nada.—tomó un libro de la estantería.

—Eso es impresionante.—alcé ambas cejas.

—Lo se, pero solo lo tenemos como un trabajo de por vida.—inició a leer el libro.— Nunca había leído este libro.

—¿Como así que un trabajo de por vida?, ¿esto no es solo un don.—pregunté curiosa.

Levantó a la vista, cerrando él libro.— Que libro mas macabro, al final muere la protagonista por culpa del padre, ¿no es loco?—levantó el libro. ¿A que hora lo leyó todo?, lo volvió a dejar en su lugar para buscar otro.— ¿Que me decías?,...ah, ya. Esto no es un simple don, mas bien, no lo es, los dones los cede el supuesto ser de allá arriba o como dicen por ahí, la misma naturaleza, cambio esto, no es un don, es una maldición.—otra vez empezó a leer un libro.

—¿Maldición?, ¿a que viene eso? 

—A que estas condenada toda la vida.-sonrió sin gracia, sin levantar la vista.— ¿Por que los escritores les gusta meter tanto drama al final del libro?, es incoherente, si ya se va a acabar, eso hubieran echo en el desenlace, no al final, hay personas que ni terminan el libro.—volvió a dejar el libro, para otra vez buscar otro.

—Estoy confundida con eso de la maldición, y ¿como es que haces para leerlos tan rápido?—me levanté de la cama, esperando una respuesta.

—Solo tomo todas las letras y las guardo en mi memoria, como una película, solo que se guarda como un recuerdo permanente. Alguien me enseño a hacerlo. He leído cada libro de la biblioteca de este pueblo. Aprendes muchas cosas, ¿sabes?—bajó su vista al libro.

—¿Y sobre la maldición?

—Despues te explicare, debo irme, el deber manda.—dejó el libro en su lugar.— A propósito, no lo leas, esta muy malo.—Río. De la nada empezó a nublarse su alrededor, hasta que desapareció y la niebla cayó al suelo desapareciendo también. 

—Esto...es muy raro.—me giré, sin entender lo que acababa de pasar.- También necesito desayunar o perderé la cabeza.

•••

Bajé con mi mochila lista para ir a la secundaria, intentando evadir a mi madre. Me sorprendió no verla en ninguna parte, pero aun así le reste importancia y salí hacia la escuela. Ni me quede a esperar a Toby y su amiga. Esa amiga que había traído tantos problemas en mi, que no soportaba verla, aunque ella no me hubiera hecho algo. Gruñí.




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