Lucifer

《6》

«Te estas metiendo en un peligroso laberinto, 

No sabes lo que estas enfrentando,

No puedes controlar aquello que nunca fue visto,

No puedes batallar con tu miedo para toda la vida,

No corras hacia la oscuridad,

No veas lo que te persigue,

La sombra de tu alma esta frente a tus ojos,

Dejas salir lagrimas,

Tienes miedo,

Huyes lo mas rapido que puedes,

Mira lo que te espera,

Enfrentalo.

Ya no hay vuelta atrás,

Ya no hay tiempo para rendirse,

Ya te has caido en ese vacio,

Ya te has caido en tu propio vacio,

Ya no tienes a donde huir, 

Tus alas negras se han quemado,

Tus alegrias te han dejado,

Ya tu ser se ha desaparecido,

Ya tu alma no esta dentro de ti,

Has descendido a tu oscuridad,

Ya es la hora de hacer ello que nunca imaginabas,

Conviertete en tu propio miedo.»

3 años después...

—Hoy es el reencuentro.—dijo Neri, la pelirosa, mientras leía un libro pequeño. Un libro que reconocí perfectamente. Era el que había lanzado aquella maldición en mi al leerlo hacía 6 años atrás. Recordaba que no había terminado de leerlo por completo, solo un capitulo, que había sido el que mi madre leyó. Había una diferencia en la pasta del libro, el mio tenía quemaduras, y cambio el que ella leía estaba completamente nuevo. 

Habían pasado varios años, varios años de pequeñas experiencias. No había vuelto a saber de mi madre, ni de los que conocía en el pueblo, no he querido asegurarme si estaban bien. Solo quería vivir en una mentira, una mentira que se estaba convirtiendo en algo verdadero. Había estado durante estos años practicando para controlar mi magia, pero no era posible. Neri decía que habia algo en mi que no dejaba dar el autocontrol, que ni ella podía con eso. Solo debíamos esperar a la llegada de Lucifer, que el sabría que hacer en este caso. Mis poderes eran más fuertes de lo que ella imaginaba, y que sola podría perder el control y sería la responsable de una catastofre sobrenatural. Un año atrás habia ocasionado una explosión en una mina, una explosión que no hubiera llegado a tanto, pero como no era natural, fue un caos que dejo alertas a las personas de cualquier problema. Las religiones fueron las primeras en sospechar, ya que no se esperaba aquello, y menos en un lugar donde llovía demasiado.

—Es hora de irnos, Kane.—ordenó Neri.— Tenemos tres horas para llegar a un pueblo donde habrá una reunión con una secta. Habrá el reencuentro con Lucifer. Ha estado divagando por el mundo durante mucho tiempo, y ya es hora de hacer nuestro trabajo, es hora de hacer aquello a lo que venimos.—guardó el pequeño libro en su bolso.— Según dice ahí, si no encontramos el modo de unir dos cuerpos en uno, se armará el apocalipsis.

—Eso es malo. 

—Si que lo es, pero solo morirán millones de personas inertes, no nosotros. Vamonos.

Estuvimos metidas en un auto durante dos horas y media, camino a algún lugar que desconocia. Sólo habia campos, arboles y mas espacio verde. No habian casas, no habían granjas, solo naturaleza. No había carretera ni un camino, solo tierra y mas pasto, por donde iba el auto a toda velocidad. No parecía un pueblo. Íbamos a algún lugar no habitado, por que no parecía que alguien quisiese visitar por esos lados. No sabía donde estabamos, y eso me preocupaba un poco. No habíamos salido durante un año del edificio, estando ocultas del mundo exterior y su gravedad rompible. Había empezado una tormenta a medida que avanzábamos, era tan extraño. Habiamos entrado a un zona mas rocosa, y llovía como para matar a alguien, mientras que atrás, seguía soleado y seco. Parecía una broma de mal gusto. 

—Nos bajamos aquí.—apagó el motor.

—¿Por que?, aqui no hay nada.—fruncí el ceño. No quería bajarme allí, no quería mojarme y estar en un bosque sola.

—El auto no llegará a mas, hay trampas mortíferas mas adelante, y pagué por el auto, no quiero perder dinero.—salió del coche, levantando un paraguas.

—¿Y como sabremos nosotras cuales son las trampas?—en cuanto salí, hice que la lluvia dejará de caer en donde yo pisara, sin dejar mojarme.  

—No importa, no nos pueden tocar.—se puso a mi lado, cubriendome con ella para no mojarme. En cuanto notó que no caía una sola gota de lluvia en el poco espacio, bufó y cerró el paraguas, caminando a mi lado. Pasamos por arboles oscuros, rayados con muchas figuras y ramas sueltas. Nos aparecían una que otra trampa pero apenas se nos iba a acercar se devolvía. Parecía que el camino no quería acabar nunca, hasta que empezamos a oir voces como en un idioma diferente. Una carpa no muy grande estaba en medio de un prado seco, y árboles muertos, formando un circulo. Salía una luz blanca de adentro, mientras se reflejaba el color rojo por todos lados.— Ya han comenzado, movamonos.—se adelantó entrando a la lluvia, mientras corría hacia adentro, dejándome muy atrás.




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