Lucifer

《8》

Era una pequeña casa en una aldea, separada de otras. Humo salía de la chimenea, mientras que por las ventanas se notaba lo calido que estaba adentro, mientras que por fuera hacia frío como para matar a alguien. Las demás casas tenían diseños diferentes, y habían diferentes familias en ellas, pero había una que particularmente llamaba mas la atención. 
  
—Gracias, padre.—le dijo una pequeña niña a su progenitor, a lo que este le alcanzó un plato de comida. Estaba una pequeña familia cenando, reunidos, con unas velas en medio de la mesa y mas comida de la debida. Unieron sus manos para agradecer por el alimento, y cerraron los ojos mientras el hombre hablaba por su familia. 

—...Amén. Ahora pueden comer, hijos míos.—terminó el mismo, soltando de la mano a su esposa y a su hijo menor. 

—Yo pienso que no.—había aparecido Lucifer en el marco de la pared que daba hacia la sala, la única salida para ellos, mientras que Neri y yo nos encontrábamos detrás de las dos ventanas de la habitación de la cocina. 

—Lucifer Adenus, ¿que estas haciendo aquí?—el señor se había puesto de pie, mientras que veía al pelinegro. La familia de él se había refugiado debajo de la mesa. Este intento salir por las ventanas, pero seguidamente habíamos entrado Neri y yo levitando, mientras abríamos las ventanas y nuestros ojos se habían combinado del color azul, y así nos habíamos quedado frente a la única salida que le quedaba, para impedirle el paso. 

—¿A donde crees que vas?, tu y yo tenemos asuntos que resolver, ¿recuerdas?—empezó a jugar con un cuchillo, mientras que el señor se alertaba.— ¿Recuerdas a Jack? 

—No se de que hablas, no lo recuerdo. 

—Te haré recordar viejo amigo.—me miró.— Liseth.—asentí. Con mi magia había hecho golpear la mesa donde se refugiaba la familia contra la pared, para dejarlos al descubierto para Lucifer. Me había acercado a ellos, y uno por uno los había levantado al aire por el cuello, mientras que Lucifer los rodeaba.— Jack es un imbécil que me dejó con medio de MI poder, y que cada día intenta debilitarme de una manera curiosa, ¿sabes?, parece que cada día se entera de donde me ubico. Y adivina que, ¡tu eres el único idiota que tiene mi rastreador!—le cortó el cuello a su esposa, dejando que la sangre saltara por todos lados, mientras esta intentaba detener el paso de su muerte. Los pequeños habían empezado a llorar, y mi corazón se estaba apachurrando, pero no podía dejarme controlar por los sentimientos, así que termine ignorándolos. 

El hombre quería parecer fuerte, pero por las lagrimas que de poco salían de sus ojos, se notaba cuanto le dolía como habían matado a su esposa, pero si no decía la verdad, Lucifer terminaría matando a sus hijos y torturándolo a el sin dejarlo morir, hasta que confesara. 

—Quiero que me digas donde se refugia ese maldito, o matare a tu pequeña de un solo corte o mejor, enterraré este filoso cuchillo en su ojo derecho. ¿Por cual opción te vas?—lo miró con esa sonrisa macabra que crecía casi hasta sus ojos, y mostraba la hilera de los filosos y puntiagudos dientes que poseía. 

—No se donde esta, lo juro.—este veía de reojo a su hija, adolorido, y a su esposa que todavía seguía en el aire, pero muerta y bañada en sangre. No quería ver el mismo final para sus hijos. 

—Mientes.—se acercó a la pequeña, que ya había dejado de llorar tanto.— Linda, ¿decidirás tu por tu padre? 

—¡Déjala!—intento saltar encima de Lucifer, pero Neri lo había paralizado en su puesto.— Ellos no tienen la culpa, por favor déjenlos ir.—ahora si salían lagrimas por montón de sus ojos, sin evitar mostrar el sufrimiento que lo carcomía al ver sus hijos a punto de morir en manos del rey del infierno. 

—¿Crees que me duele matar a un par de mocosos, Antonio?, yo te advertí que si pasaba algo, me lo ibas a pagar con las almas de tu familia, y eso mismo hago.—puso el filo cerca del ojo derecho de la pequeña, tal y como había dicho antes.— Vas a ver morir a tu familia ante tus ojos, viejo, que triste. 

—¡Ellos no tienen la culpa!, has lo que quieras conmigo, pero a ellos déjalos ir, por favor, te lo imploro.—rogaba por las vidas de sus pequeños ante el hombre que no tenia compasión alguna. 

—No soy tu rey, y por favor no me hagas el trabajo mas sencillo.—se acercó a él.— No los mataré...—el hombre parecía estar aliviado, al escuchar que no iban a tocar a sus hijos, sin esperarse lo siguiente;— Los matarán mis mascotas.—había levantado el índice y el que le seguía, mientras que estos se rodeaban de una luz roja, característica de él. Un portal rojo y negro se había abierto, dejando entrar a dos lobos sorprendentemente grandes, de color negro y ojos rojos. Se veían mucho mas demoniacos que los usuales en el mundo, por lo cual estaban hechos por el mismo Lucifer. 




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