Lucifer

《11》

—No, tengo que irme.—quise devolverme, pero este me había detenido sin moverse de la silla. Volvió a sentarme en mi puesto, y solo se quedó mirándome.— No puedo creer que me haya compadecido de ti.

—Quien lo diria, ¿cierto?, que el joven de ojos verdes no moriría bajo el poder de Lucifer, si no que terminaría siendo su otra mitad invocándolo.—su sonrisa era indescifrable, no podía describir exactamente como se caracterizaba, cuando no entendía por que la hacía.— Ya que no vas a hablar, mucho gusto Madam, soy Jack Vicent, un poderoso centro en el inframundo.—asintió como parte de su presentación. Recostó su mentón en sus manos cruzadas, mientras me miraba.— Entonces Liseth, veo como has cambiado y crecido últimamente, aunque estas con el supuesto rey del infierno no te has vuelto un ser demoníaco sin color.—decía burlón, aunque no le veía mucha gracia.— Ya se que te preguntarás por que estas con el o aquí, o por que existimos nosotros. Bueno, verás, hacía atrás el cuento es muy aburrido y largo, así que te lo resumiré.—se puso de pie, e instintivamente la habitación había cambiado por una carpa negra, en la cual estabamos metidos junto con una monja que permanecia enfrente de una especie de altar.— Una vez hace muchísimos siglos, una vieja monja, que adoraba tanto a su rey celestial, el Dios todo poderoso, tuvo la grandeza de querer destruir el diablo con rituales que usaban antiguamente en lenguas muertas, ritos de invocación y mucho rosario. Creó un rito con estas cosas como invocación y separación de un cuerpo, pero ella creía que iba a destruirnos.—veía como aquella monja decía unas palabras en un idioma que no entendía, mientras sus ojos permanecían blancos. Seguido el suelo comenzó a temablar, igual que cuando estaban Invocando a Lucifer la ultima vez.— Ella pudo atraer el Diablo a la tierra, sacarlo de su reino, separándolo en dos mitades, yo y Lucifer. Ambos poseemos las mismas fuerzas, pero el quiere volver a unirse conmigo para volver a su reino, volver a ser el Diablo, el rey de su infierno. Nos separó por largos siglos, y aún no nos podemos buscar completamente, pero estoy cerca de ello. Intento rastrearlo, para debilitarlo y que a la mayor debilidad, no tenga fuerzas para volver a unirnos y ser yo el único heredero de la división de mundos, en cuanto su rey malvado muera.

—¿Me estas diciendo que tu eres el lado bueno del Diablo?

—Su poca voluntad. Por eso no tiene resentimiento alguno, ni mucho menos siente. Quiero que el mundo se recupere, que las cosas malas pasen por la casualidad del destino, no por un ser más poderoso que controla como muñecos a los humanos para que entre ellos se destruyan. No puedo decir que yo sea el bueno, pero al menos me apiado de quienes no merecen la muerte dolorosa que da Lucifer, salvando sus almas. No quiero destruir al mundo, Liseth, quiero algo bueno para él.—se inclinó hacía mi persona por encima de la mesa, despues de haber vuelto al restaurante.— El querrá matarme en cuanto me encuentre, Liseth, y se que lo intentará, por que muriendo yo o uniendonos volverá a ser el Diablo completo.

—¿Que esperabas con esta historia?, ¿que te iba a ayudar?

—No, pero tu siendo igual que yo, querrías lo mismo, pero te impides sentir compasión por los demás, por que sabes que tus poderes te controlan, por que sabes que tienes un don hasta mas grande de lo que imaginaste que podias controlar, pero lamentablemente debo usar mi segunda opción.—una pequeña nube blanca apareció, dejando ver a Tom colgado de un aparato metálico, y con una jeringa puesta encima del corazón, que contenía un liquido rojo brillante.— Si te niegas a ayudarme, tu querido amigo, Tom, se convertirá en un cazador de demonios y te cazará hasta el día de su muerte, osea siglos y siglos. ¿Que decides?, ¿perder a tu mejor amigo o perder tus poderes?

—Esto no tiene por que ser así, no le hagas daño.—me puse de pie, viendo con más detenimiento como Tom intentaba soltarse, asustado como cuando era pequeño, pero ya no era ese niño, ahora tenia 17 años cumplidos y había salido de la preparatoria. Estaba más guapo que antes y eso lo recalcaba. No podía permitir que él se conviertiera en alguien sin sangre humana, sin compasión, que no pueda recordarme y lo que es más importante.— Dejalo, por favor, Jack.—supliqué.

—No me dejas de otra, Liseth.—volteó a verlo e inmediatamente la aguja se había insertado en el pecho de Tom, haciéndose escuchar un grito ahogador de su parte. El liquido rojo desaparecía mediante se iba incorporando en su cuerpo.— Sacrificaste a tu amigo por tus poderes.

Lo miré enojada. En un momento había tomado de mi poder para lanzarlo lejos, como con una ráfaga de viento impresionante. La imagen de mi amigo había desaparecido, y la risa de Jack se escuchaba por todo el restaurante.

—Vaya, si que eres fuerte, me impresionas, pero no es suficiente.—limpió un poco su traje gris, antes de poner sus manos hacía mi y desde su distancia yo sentir una presión fuerte en mi cuello, que me hacía levantar del suelo.— No te intentes comparar con un poder mucho más superior que el tuyo, o terminarás muerta.




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