Aparecimos en un lugar que se me hacía demasiado extraño.— ¿Que hacemos aquí?
—Aquí, mi querida Liseth, es la puerta del infierno.—me dijo y ambas miramos hacía abajo, donde simplemente se encontraba el primer piso de un edificio inmensamente alto, en una ciudad que casi era cubrida por las nubes y se mantenía la mayor parte del tiempo oscura.
—¿Que?, ¿esto que es?, ¿una muerte segura acaso?—dije histérica, por que no entendía que haciamos en un edificio alto, en la orilla de la terraza del ultimo piso y sin que haya algo que tuviese rastros de ser la entrada del infierno si mirabas hacía abajo. Solo veía un piso totalmente duro, que en cuanto te tiraras solo chocaría una cosa, tu cabeza contra el piso y tu muerte estaría escrita.
—No seas tonta, Liseth, no te traje a tirarte de un edificio por que si, es que esta es la unica entrada al infierno, al menos para nosotros, y no voy a hacerte morir, por que, ¿como volveríamos si estamos muertas?
—Bueno, es verdad.
—En medio del edificio hay un portal, un portal invisible claramente, bueno, eso me han dicho, quiza me equivoque de edificio.
—¡Neri!
—Es broma, es broma. Hay un portal, y por ese portal caemos directamente a unas montañas rocosas rodeadas de lava.
—No pues que increíble caída, tras de que vamos a saltar de un edificio hacía la nada, tambien vamos a caer en rocas llenas de lava. No que maravilla.—aleteé histérica.
—¿Y que esperabas?, ¿colchones extra resistentes o una cama de nubes?, es el infierno Liseth, no el paraíso de los colchones.—rodó los ojos estresada.— Solo saltemos. ¿Estas lista?
—Si... No, no estoy lista.—lloriqueé.— ¿Y como salimos?
—Joyas de vida, tu las tenías en tu brazalete, por eso te la di, ahora debemos devolvernos literalmente unidas.
—Fantástico.—respondí irónica.
—¿Ya podemos saltar?, no le tomará nada a Nicolás darse de cuenta que no estamos con él y vendrá a buscarte.—insistió.
—Bueno, pero...
—Liseth.—sin esperarlo, Nicolás había aparecido totalmente enojado, pero no pude verle mas por que Neri y yo estábamos cayendo hacía la nada.
Grité asustada, por que me había tomado por sorpresa, y solo veía el suelo acercarse de una manera increíble. Abajo veía a Nicolás, que parecía querer recibirnos, pero alguien había aparecido repentinamente llevándoselo, a la vez que desaparecimos y aparecimos en otro lugar, todo estaba oscuro, y aún seguíamos cayendo. Neri se había puesto recta y medio agachada, por lo cual había hecho lo mismo, sintiendo después el golpe fuerte del piso en mis pies al caer, pero como si hubiera sido consumida por Superman, había caído como si nada, de cunclillas y con el cabello por encima de mi cara.
Me puse de pie extrañada, viendo a Neri, que observada con una sonrisa a su alrededor. Trague saliva al darme cuenta de lo que realmente era el infierno, eran montañas de lava, lo unico que iluminaba la gran oscuridad que los consumía. Solo oía voces, gritos y se sentía en el aire la presión del dolor que se mantenía constante entre las masas de aire.
Esqueletos envueltos en lava escalaban las montañas rocosas, y de un gigantesco agujero en el "cielo" caían personas/humanos en un rio de lava, que luego se volvían esqueletos queriendo escapar.
—Que interesante lugar.—dije tragando saliva, por que no me creía nada de lo que decía, quería ya devolverme a la cabaña con Nicolás.
—Es muy hermoso. ¿Vamos?
—¿A donde?, aquí solo hay lava y esqueletos.
—Este solo es un lado, vamos a la ciudad destruida, donde encontraremos al brujo que nos ayudará.—me hizo que la siguiera hacía el otro lado de donde estaba el gigante agujero.
—¿Por ahí cayo Tom?, ¿crees que sea un esqueleto ahora?
—No deberias pensar en eso, pero si. Vamos, debemos entrar por aquí.—señaló, ingresando en una cueva, la cual tenía un cartel con "No hay salida" escrito en el. ¿Como que no hay salida? , y en el resto de camino se reflejaban los carteles que decían peligro, y demás cosas que alertaban que no siguiéramos caminando.
—Creo que deberíamos ponerle más atención a los carteles, no es normal que digan peligro.
—Tranquila Liseth, solo es por asustar.
Seguimos caminando como por una hora, y mis pies ya dolían por las rocas que tallaban con mis zapatos, pero no podía hacer nada al respecto por que mis poderes no funcionaban, e imaginaba que los de Neri tampoco. En cuanto atravesamos una pequeña cortina rasgada, quede boquiabierta al ver la cierta ciudad destruida. Los gritos no cesaban, pero los edificios caían por si solos hacia un vacío que no quería tener fin. Todo se mantenía en ese amarillo intenso del fuego, de la lava.