Luciferina

Tercer pecado

Cuando llegué a la tierra, no fue tan simple como tomar un avión e ir a mi destino. Tuve que abrir una grieta dimensional que conectara este mundo con el infierno, solo así podía salir.

Me tomó una gran cantidad de energía hacerlo, pues mi padre es el único capaz de viajar a voluntad entre dimensiones como si de un paseo se tratase. Excepto al cielo, está vetado de ese lugar. De vez en cuando se lo recuerdo para que se enoje y provoque alguna catástrofe en la tierra, es divertido.

Una de las consecuencias de hacer grietas dimensionales es que cualquier demonio, espíritu u otra cosa lo suficientemente fuerte puede atravesarla también. Desde hace días he sentido la presencia de un demonio en la tierra. Ellos solo pueden venir en su forma espiritual cuando papá se los ordena, pero venir con su forma física está prohibido rotundamente.

En fin, con que no se meta en mi camino, todo estará bien o eso esperaba.

Mientras estaba en la escuela sumergida en la aburrida clase de historia, sentía como una presencia no humana se acercaba a mi salón de clases.

Unos pasos pesados y descalzos retumbaban sobre el suelo, el calor empezó aumentar y la presión de la atmósfera se hizo más pesada, luego la puerta del salón se abrió fuertemente.

—Luciferina... —dijo el demonio emanando vapor de su boca.

—¡Por un demonio, literalmente... Lo que faltaba! —exclamé.

—¡¿Q-que demonios está pasando?! —gritó un chico del salón.

—La puerta se abrió sola y hace mucho calor... —dijo otro.

Se preguntarán, ¿Que pasa? ¿A caso no ven en demonio en su salón de clases? La respuesta es no. El ojo humano comúnmente no puede visualizar seres espirituales aún si estos tienen su cuerpo físico. Solo en algunos casos especiales, se han visto humanos desarrollar el ojo a tal punto de lograr percibir la presencia de un demonio o espíritu.

Mi caso es distinto, soy la hija de Lucifer y puedo tener forma terrenal como espiritual cuando lo desee. Así que para los humanos, verme o no depende de mí voluntad y lo que está pasando ahora es solo un suceso extraño para ellos.

—Tu padre envió por ti... —dijo el demonio.

—Regresa, besa su trasero y dile que no volveré —respondí con una mirada fija y seria.

 




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