Luciferu

OBERTURA

En el infierno no había días y ni noches.

El infierno era un lugar de miseria y devastación.

Mephisto se posiciono en su trono mientras escuchaba con absoluta calma alas potestades, antaño habían sido arcangeles y serafines poderosos, ahora solo eran demonios asquerosos, que no tenían otro objetivo mas que solo destruir y engañarse entre ellos como sucios cobardes. La gloria de aquel imperio estaba mermando. Hace mucho que sus antaño poder militar había perecido, desde la terrible guerra en el cielo. Mephisto sabia que si no llegaba a unificar a sus hermanos no podría tomar la tierra por completo.

Aun recordaba el juramento que se había hecho cuando había caído de los altos cielos, cuando todavía era un serafin por el cual sentían admiración, aun recordaba la locura de la guerra en el cielo.

-- Silencio.-- Dijo con una voz que imponía todo lo demás.

Pero solo el silencio duro unos segundos, antes de que los principados y potestades se volvieran a atacar los unos a los otros.

El desorden oblitero todo lo demás; Mephisto sabia que tenia que poner orden en su casa antes de que pudiera empezar la delegación, levanto la mano derecho y un estremecimiento de crudo dolor embargo a todos los principados y potestades presentes.

-- Reñis como niños, todavía no han entendido el significado de esta reunión.

-- Y seguramente tu si, Mephisto. -- Mephisto dirigió su mirada, hacia el demonio menor que estaba como a 10 metros de el; extendió su mano y el demonio revento como un globo de masa y sangre marron oscuro.

Mephisto observo al resto de demonios y potestades, como si estuviera estudiándolos, como si estuviera analizándolos, todos se quedaron callados y justo cuando parecía que tenia el control de todos y cada uno de sus subditos, una risa oblitero todo lo demás.

-- Si hijo mio.-- La vos era suave y ferangantre de madurez, y todos los demonios empezaron a creer que se trataba de un arcangel.

Todos, demonios, principados, potestades. Incluyendo Mephisto se voltearon para observar a la figura elegante que caminaba entre la tierra de fuego y sangre. Aquella figura parecía de verdad estar observando en el interior de aquellas almas, sus ojos como esquirlas de plata se paseaban sobre las arenas de fuego; como si fuera el dueño de aquella estancia, como si fuera el dueño de aquel lugar.

En la mano derecha tenia agarrado fuertemente a Black Heart, y lo arrastraba como si fuera un pedazo de trapo al que estuviera manejando a su gusto. Soltó el cuerpo del Hijo de Mephisto, y le aventó una patada tan fuerte que el cuerpo salio despedido hacia un cumulo de demonios que ya hacían congregados delante suyos. El resto de potestades y principados se hicieron aun lado de manera involuntaria, como su una fuerza mayor a l de la figura roja de Mephisto estuviera cerniendo sobre ellos, como su un poder obliterara todo lo demás.

-- A pasado tiempo mijos míos.-- Dijo la Figura y el tiempo volvió a avanzar.

La figura fijo su mirada en Mephisto, y este ultimo lo miro con extrañeza, como si estuviera intentado reconocer a aquella figura, la figura que lo encaraba era una aberración a toda su autoridad y entonces de manera repentina la reconoció, como si un velo se hubiera quitado de su cara.

-- A pasado tiempo, Mephisto, hijo mio.

 

......

 

Entonces atravesando los velos carmesi, encarando a la figura carmesi de Mephisto, estaba el. Sus ojos azules no habían perdido su hermosura, su rostro angelical y contrario a todo demonio y potestad era como una autoridad, contrario a Mephisto.

Y ahí estaba "El", aquel que había provocado la guerra en el cielo, aquel que había creado la guerra mas enorme en toda la historia dimensional y ultradimensional. Ahí estaba aquel que había sido el hijo del altísimo, la estrella mas brillante, su cabello blanco como la nieve, su mirada penetrante y contraría a la de Mephisto, su voz; su voz era quebrantadora de voluntades, y fluyo en toda la estancia y Mephisto se hizo para atrás como si alguien lo hubiera empujado o abofeteado. Pero aun no había abandonado su trono.

-- No puede ser... Tu... Tu.

--Si hijo mio, soy yo, Luzbel, Lucifer... Hijo del altísimo. El siete veces maldito, y he venido a reclamar lo que me negaste y usurpaste por derecho, Mephisto.... Hijo mio, fuera del trono... Ahora. Estas en mi asiento

-- Y que te hace pensar que voy a abandonar el trono.

--- Vas a enfrentarme, hijo mio. A mi, a la estrella mas brillante, al sexto hijo del padre, aquel que fue el mas alto entre los siete y aun lo sigue siendo. -- Lucifer avanzo, su pisadas eran suaves, delicadas. -- Como pretendes confrontarme, Mephistorael.-- Y aquella ultima palabra la pronuncio con una fuerza, con una autoridad, con un poder que sobrepasaba todo lo demás.

Mephisto se tendió al suelo, caendo del trono, como si hubiera sentido un golpe tremendo en todo el cuerpo, se tendió de rodillas frente a Lucifer, y este le acaricio la cabeza como una madre acaricia a su hijo, acto seguido le levanto la cabeza.

-- ¿Como hijo mio? ¿Como pretendes enfrentarme? Si fui yo quien conoció los giros internos de tu nombre Mephisto... Si fui yo quien te dio el poder y la gloria del engaño para que lo llevaras a su máxima expresión, y aun así, no pudiste detener lo inevitable.-- Y como un maestro con su alumno, Lucifer lo miro a los ojos y alzo el dedo.--¿Quien conoce los giros internos de tu Nombre Mephisto?




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