Lucille estuvo de pie frente a la puerta de la habitación de Verónica por más de 30 minutos tratando de adivinar que estaba haciendo por dentro llena de ansiedad cual salían como gotas por sus poros y se reflejaban en las uñas mascadas de sus dedos y tenía los pelos de punta. Se alejaba de la puerta y volvía otra vez sin decidirse que hacer con las manos apretadas. Pensó más de una vez caminar lejos de esa puerta a dar un paseo por la playa o a la plaza más cercana, pero algo le susurraba al oído que no podía irse. Volvió a mirar la puerta por de 5 minutos y caminó a su habitación indecisa de los profanos y oscuros pensamientos que se adueñaban de su mente.
Se llenó de odio al pensar cosas horribles que consideraba que Verónica le decía a veces, ignorando absolutamente las buenas. Solo mantuvo las voces de su cabeza diciéndose todas las cosas feas y denigraciones que a veces Verónica más de una vez le dijo. Su cara se tornó rojiza y sus manos pararon de tiritar colocándose firmes al formar un puño.
Suspiró soñando con nunca haberse topado al Diablo aquel día y al soltar todo el aire de sus pulmonares volvió a inhalar para decir:
-Está bien. Aquí vamos.
Se hizo una coleta con el moño que tenía apretando su muñeca derecha y luego se quitó la ropa frent3 a su closet para ponerse algo más casual, algo que le diera lo mismo mancharlo de sangre. Se quitó los anillos y pulseras. Fue al baño y de un cajón sacó los guantes de látex que Verónica ocupaba para teñirse el pelo. Antes de salir se miró en el espejo, pero quitó rápidamente la mirada de ella al recordar aquel acto que quería cometer sintiendo un leve asco en su ser, aunque la otra parte, solo se preparaba mentalmente.
Cerró la puerta de su habitación lentamente para dar leves pasos por la casa e ir a la puerta de Verónica y pegar su oreja a la puerta. La puerta del cuarto de Verónica estaba con llave, pero Lucille no tenía problema antes eso. Tenía una copia en su llavero de hace mucho tiempo que le quitó en la primera semana que llegó aquí al departamento al creer que un día su arrendataria le robaría.
Cuando fue a buscarla se acercó a la cocina y pasar a tomar el cuchillo que antes de ser un arma asesina cortaba tortas y pasteles cual Lucille compraba al estar feliz. Mantuvo su mente en blanco unos segundos y se alejó de la cocina.
Giró la manilla y de un pequeño hueco asomó su cabeza para ver si estaba despierta. Verónica yacía roncando sobre su almudada y bajo dos frazadas sin la más mínima percepción de que alguien la observaba.
Lucille entró sin meter ruido y lentamente cerró la puerta a su espalda. La miró esperando que no despertara. Caminó despacio hacia un extremo de la cama y con sus dedos rozó las frazadas dándole un escalofrió que sacudió su frio cuerpo.
Mientras con la otra mano sujetaba el cuchillo. Lucille se le quedó viendo tratando de que aquellos oscuros pensamientos llegaran al punto de profanar el alma de Verónica para su convenio acechándose a la oscuridad con cada paso que daba.
Dejó el cuchillo sobre el velador con delicadeza y estiró sus brazos para alcanzar otra almohada pasando sobre el cuerpo de Verónica. La sujetó fuertemente con sus manos enterrando los dedos en ella al soltar un suspiro.
Cerró los ojos un instante al exhalar todo el aire de sus pulmones. Los abrió al sentir paz y al relajar sus músculos junto con el más mínimo sonido a su alrededor.
Rápidamente sin pensarla dos veces colocó la almohada sobre su cara. Verónica no se tardó en reaccionar y empezó a moverse levantando las manos como su primer movimiento. Lucille apoyó su cuerpo sobre Verónica para tratar de sujetar sus brazos y limitar sus movimientos y sintió un peso sobre sus hombros. Mantuvo su concentración en este cruel momento.
Verónica comenzó a patalear tratando de quitarse las manos de Lucille encima. Ella sintió todo el peso de Lucille sobre su cara ahogándola en lo que pensaba en su familia y en cómo salir de bajo aquella almohada. Comenzó a perder el asiento poco a poco con los ojos cerrados y sus brazos se volvieron débiles junto con cualquier otro sentido.
Lucille sintió esos años de juventud que se le acumulaban y sonrió sin darse cuenta. Pero, aquella sonrisa maliciosa se borró en el segundo que Verónica se quedó quieta golpeándose con brutalidad a la realidad. Un escalofrió pasó por la espalda de Lucille sacudiéndola entera y la alejó del cuerpo de Verónica aun dejándole la almohada sobre su cara.
Se hizo a un lado de la cama para mirar el cadáver de su arrendataria. La habitación se congelo y la luz comenzó a desvanecerse. Lucille sintió una alteración en su ritmo cardiaco. Retrocedió hasta chocar con la pared y Lucille llevó ambas manos a su boca.
-Oh dios...-Balbució ocupando su nombre en vano-.
Trató de recuperar la respiración. Se quedó quietos pensando en que hacer ahora con el cuerpo de Verónica. Aquella solo tenía la mitad de un plan echo. Aun así, Lucille sintió despertar algo dentro de ella y creyó que esas palpitaciones era un nuevo corazón.
-Mierda...-Susurró sin pensar más-.
Pero el silencio de esa habitación no duró por mucho.
De forma disparada, Verónica saltó de la cama y corrió hacia la puerta. Lucille reaccionó rápidamente y corrió tras ella y estiró su brazo para tirarle el cabello. Verónica frenó y pegó un grito. Lucille le sujetó la cabeza para darle un golpe contra la pared. Verónica la logró empujar con sus últimas fuerzas y ambas cayeron al piso. Lucille se golpeó la cabeza al caer por la parte de atrás y Verónica con la cabeza ensangrentada se arrastró a un lado a tomar un masetero. Lucille levantó le cabeza lentamente y Verónica le reventó el masetero a un lado de su cabeza. Aquella volvió a caer hacia atrás y Verónica se levantó. Lucille atinó a ir a la habitación de Verónica.
Mientras que ella, trató de abrir la puerta para poder salir de la casa y pedir auxilio, sin lograr ninguno de su objetivo. Ya que antes de que ella pudiera abrir la puerta y se diera cuenta que tenía llave. Lucille clavó aquel cuchillo en su espalda y lo quitó rápidamente causando una hemorragia que sería el final de su vida de Verónica y el inicio de una nueva para Lucille.
Editado: 25.04.2020