El chofer reía junto a Lucille. Frenó el camión despacio en uno de los barrios con las mejore viviendas y gente con los bolsillos llenos de billetes. Lucille con pequeñas mariposas en su estómago sujetó fuertemente su bolso cual de él le había pagado sus servicios y los tacones a un lado.
-¡Amo las historias de fantasmas! Me gustó esta platica. -Dijo el chofer bajándose de la camioneta-.
Fue a la puerta de Lucille y la abrió. La ayudó a bajar de un salto. Se puso los zapatos apoyándose en el camión y sujetó el bolso al darle la cara. El chófer cerró la puerta.
-Espero que volvamos a vernos.
-Gracias por el aventón. -Lucille se alejó de él caminando a una de las casas-.
Siguió por la vereda con una mano en los bolsillos.
Recordaba perfectamente la casa.
Llegó al portón en donde otro joven lo atendió. Ella le sonrió coqueta llena de rabia en su interior mientras que una voz en su cabeza repetía era.
<Mátalo, mátalo...>
-Buenas noches, señorita.
Aquel chico era alto y rubio. Se posó delante de ella y Lucille no pudo evitar recordar a su ex novio.
-Buenas noches. Me llamaron de esta casa para algunos...tipos de servicios privados. -Lucille soltó una risa falsa-.
El hombre quien la atendió sonrió a un lado. Agachó la cabeza.
-Tengo que revisarte. O sea, es el típico procedimiento. -El hombre era bastante joven-. Si es que no te incomoda.
-Si me incómoda. -Lucille dejó el bolso a un lado y levantó ambos brazos-. Revisa.
El hombre se acercó tímidamente y comenzó a tocar dentro de su abrigo rozando su cintura siempre sobre su abrigo cerrado para que no pudiera ver la sangre. Aquella cual ya había limpiado de sus piernas. En cosa de segundos se separó de ella sin pedirle abrirse el abrigo. Se agachó a la altura del bolsón, pero Lucille colocó su pierna sobre él.
-Son unas sorpresas. No me gusta mucho que los demás lo vean. -Sonrieron sintiendo un poco de nervios-.
El chico algo indeciso se levantó y apretó un botón. La puerta automática se abrió y Lucille entró sujetando el bolso con la mano derecha. Caminó por un largo sendero de pasto artificial hasta llegar a la puerta. Un hombre la atendió y le indicó donde estaba la habitación. Ella decidió subir solas las escaleras.
No golpeó la puerta. Se puso frente a ella y antes de tocar la manilla respiró hondamente. Había descubierto otra parte de ella y se sentía muy extasiada, pero a la vez un leve sentimiento de nerviosismo.
Con una mano abrió la puerta.
Él estaba con una chica en la cama durmiendo a un extremo de ella. Lucille se acomodó a un lado y del bolso sacó el cuchillo y el destornillador para dejarlos en la mesita de noche. La chica que estaba junto a él despierta sacudiendo su cabeza entre quejidos. Al ver la sombra de Lucille abrió sus ojos para mantenerlos así unos segundos y sentarse en la cama.
-¿Quién demonios...?
Y antes de que pudiera terminar su frase, Lucille le interrumpe colocando su dedo entre sus labios de forma vertical para que aquella chica guardara silencio. Comenzó a comunicarse con gestos.
Primero, le apuntó al hombre. Segundo, le hizo como si fuese a cortarle el cuello. La chica soltó un quejido, pero tapó rápidamente su boca. Se levantó de la cama sin hacer un movimiento brusco. Lucille volvió a colocar un dedo sobre sus labios.
-Por favor, no me hagas daño. Yo...yo solo estoy aquí para darle de comer a mis hijos. -Susurró-. Me recogió de la calle.
Lucille volvió a colocar el dedo sobre sus labios y la chica entre sollozos asintió con la cabeza. Lucille colocó los ojos en blanco y extendió su mano a un lado con el bolso incluyendo que sacó la carpeta para tirarla al suelo. La chica caminó alrededor de la cama recogiendo sus cosas y dinero que Lucille le dio con temor. Sus ojos brillaron. Salió de la habitación sin antes agradecerle a Lucille. Cerró la puerta con pestillo después de que la chica saliera llevándose evidencia criminal muy lejos de ahí. Se quitó su abrigo y lo dejó sobre un sillón. Se acercó a la cabecera de la cama y de una bofetada despertó al hombre. Él despertó de inmediato de forma violenta pegando un grito y se sentó en la cama en agua cual se movió mucho por el bruto movimiento. Miró a todos lados.
-¿Qué haces aquí, perra?
-¡Hijo de perra!
Lucille se lanzó sobre él tomando el cuchillo a un lado, pero el sujeto de ambas manos. Soltó el cuchillo cuando sintió dolor.
El hombre la agarró del cuello y apretó fuertemente. Chocó su cabeza contra la pared una y otra vez mientras que Lucille golpeaba su cara sin lograrle hacer ningún daño. Mientras él apretaba más fuerte su cuello. Lucille sujetó sus manos quedando sin aire, pero aun luchando, así que, el hombre tomó su cabeza y la giró rompiéndole el cuello de un movimiento. Lucille murió instantáneamente.
Cayó su cuerpo a un lado. La miró a un lado y se agachó a su altura.
-¿Como te escapaste? -Susurró creyendo que nadie respondería-.
Pues lógico, solo estaba él en una habitación junto a un cadáver.
-No tienes la menor idea. -Aseveró Lucille sin dejarse descansar en un lugar oscuro-.
La rabia no la dejó irse.
Él pegó un salto hacia atrás cayendo sobre la cama de agua. Lucille comenzó a reír y trató de levantar su cuerpo. Sentada en el piso levanto su cabeza, o bien, lo doblado que tenía sobre los hombros. Ella colocó ambas manos sobre cada oreja mientras el otro hombre se escondía detrás de la cama sujetando una de sus almohadas. Lucille comenzó a doblar su cuello haciendo un estruendo con el sonido de sus huesos. Gritaba un poco de dolor porque aún podía sentir algo, pero ya no se sentía humana. Tiró fuertemente de su cuello y lo acomodó soltando un quejido junto a una risa. Separó las manos de su cabeza y sonrió de una oreja a oreja.
-Nunca me había sentido tan viva. -Dijo Lucille de una forma graciosa-.
Editado: 25.04.2020