Lucille despertó bajó una sábana blanca. Se sentía ahogada. Tenía una ligera prenda puesta y en cosas de segundos ella se sentó en la cama de fierro. Trató de recuperar respiración. Las luces de aquel pasillo la cegaron. Levantó un brazo para ayudarse a mirar. Atrajo la atención de los familiares que estaban esperando ver a sus familiares. Todos se quedaron quietos. Una enfermera comenzó a acercarse a Lucille con miedo.
-¿Que hago aquí? -Preguntó Lucille-.
Una de las visitas se desmayó. Los técnicos corrieron a ella para ayudarla en lo que la enfermera llegaba a ella.
Lucille hizo a un lado aquella manta para levantarse. Sintió el frio pisos y unos calambres que se apoderaban de sus piernas.
-Quizás deberías se sentarte aquí. -La enfermera le abrió una silla de rueda, pero Lucille negó con la cabeza-.
-Puedo caminar.
-No creo que deberías...
Lucille comenzó a caminar por el pasillo antes de que ella pudiera terminar su frase. La enfermera corrió tras ella para sujetarla, pero Lucille se alejaba cada vez más.
-Ven por aquí.
Lucille algo confundida cedió. La enferma la llevó a una de las salas y la hizo sentarse en una de las camas.
-Espera aquí.
Lucille trataba de recordar que le ocurrió, pero no lograba verlo. Recordaba el lugar, pero no con quien estaba, pero sí que hacía ahí. No recordaba aquel autobús, pero si a la persona que iba a buscar al otro lado de la calle. Comenzó a morder sus dedos por la frustración de no poder recordar.
En eso la enfermera volvió con una técnica y a los segundos después entró a la habitación el doctor. Su ex novio.
-Ares. -Balbuceo Lucille su nombre-.
-Estas...estas vivan.
-Se lo dije. -Susurró la enfermera-.
Él rápidamente comenzó a tomarle sus signos vitales. Tomó su mentón y le apuntó con una pequeña linterna a los ojos. Lucille sabía que estaba bien.
-Todo bien. -Dijo la técnico-.
-Yo vi tus piernas rotas. Tus ojos estaban rojos. Había sangre por todos lados.
Lucille golpeó su mano al momento que la tocó.
-Estoy bien. Hazme lo que quieras, pero será una pérdida de tiempo porque estoy bien.
Ares mojó sus labios.
-Espera aquí. No puedo dejarte ir así, voy a hacerte algún examen.
Lucille rodeó sus ojos. La dejaron sola con el resto de los pacientes. Se quedó quieta por minutos. No podía creer que había perdido una vida con tanta facilidad. Pero se le vino una idea a la cabeza. Fue a una de los veladores de un paciente. Buscó unos pijamas y se los probó. Deslizó unas pantuflas hacia ella y una señora comenzó a quejarse sin poder hablar.
Lucille se levantó rápidamente para ir al pasillo sin antes mirar a ambos lados. No veía a nadie en el pasillo así que deslizó sus pies rápidamente, aunque estuviera lejos de la salida. En lo que caminaba se cruzó el guardia de seguridad. Su corazón se aceleró, pero otra vez algo le salvó el pellejo.
De una de las salas, alguien lanzó unos pañales. Un grito de rabia se desató y atrajo toda la atención del guardia. Él corrió a la sala. Detrás de lo siguió la enfermera.
En medio de la inquietud, Lucille aprovechó la ocasión para escabullirse entre las personas y salir de ahí ya que todos posaban sus miradas en otro lugar.
Ella corrió por el pasillo hasta el asesor, pero el otro guardia del pasillo de enfrente llamó su atención. Lucille no contestó y decidió correr por las escaleras. Sintió al hombre correr bajando las escaleras gritando. Lucille se tropezó en uno de los escalones. Siguió tratando de bajar, pero más de una vez se cayó. Se arrastró en el primer piso hasta la puerta, y en la parte de las visitas estaba Robert sentado con los brazos apoyados en las piernas. Al sentir los quejidos de Lucille levantó rápidamente la cabeza.
-Lu-Lucille...-Robert se levantó rápidamente-.
-Hola. -Dijo Lucille con una sonrisa falsa-.
El corrió algo choqueado hacia ella. La levantó lentamente y de repente apareció el guardia tras ella. Las gotas de sudor corrían en su frente.
-Señorita...-Dijo el guardia quedando sin aire-.
La puerta del asesor se abrió y apareció Ares del. Se acercó rápidamente a Lucille, pero ella se hizo hacia atrás.
-Ella tiene que volver a la sala. -Dijo Ares-.
-No quiero. -Contestó Lucille-. No tengo la necesidad. Ya me viste con ellas. Las tres lo vieron.
-Lucille, te atropellaron. ¿Enserio crees que ya estás bien?
-¡Solo fue un topón! -Gritó Lucille-.
Comenzó a desordenar su pelo enfurecida sintiendo el sonido del reloj dentro de su cabeza. Levantó la mano de Robert para quitar la manga sobre su muñeca y ver la hora. Le quedaban cuatro horas para poder darle lo que el Diablo le pedía y que de alguna forma le prometió.
-Me tengo que ir. Tengo que trabajar. Tengo que...mantener la casa y arreglar...algunas cosas. No puedo esperar.
Ares trató de acercarse a ella, pero Robert se colocó frente a ella.
-Pagaremos lo que debemos y nos iremos. -Dijo Robert de forma irresponsable-.
Ella miro extrañamente a ambos. Notó una fuerte tensión entre ambos.
-¿Se conocen? -Preguntó Lucille-.
-Sí. -Aseveró Ares-.
-No. -Dijo Robert-. Lucille se niega a recibir tus cuidados y si ya vieron y verificaron que está bien, es porque está bien.
Lucille bajó su mano desde el brazo de Robert hasta tocar su mano.
-Vámonos. -Lucille susurró cerca de su oído-.
-Tráiganme sus cosas. -Habló Robert-.
Ares asintió con la cabeza. Le indicó a la enfermera que fuera por sus cosas y luego él se alejó sin despedirse.
Ambos se quedaron esperando la ropa de Lucille para ir al baño y cambiarse aquel pijama que le quedaba suelto. Cuando salió, Robert le entregó unos papeles.
-Mañana tienes que venir.
-No quiero. -Dijo Lucille-.
-Tendrás que venir. No sé cómo estas tan bien.
Editado: 25.04.2020