Lucille estaba en el pasillo con la mirada perdida. Los vecinos estaban asomados mientras los policías trataban de pedirles que mantuvieron distancia. Los paramédicos aún estaba en el apartamento y un detective junto a Lucille. Ella ni siquiera escuchaba. Se envolvió en una frazada.
-Necesito que venga con nosotros a la estación. -Dijo un detective y un policía la tomó del brazo-.
Lucille miró dentro del departamento viendo como le tomaban fotografías al cuerpo del Sr. Gaines. Pasó entremedio de los policías y bajó las escaleras en donde la entrada había unos más. Una mujer la guiaba con su mano sobre las frazadas. Aun la ropa de Lucille estaba cubierta de sangre. Mantenía la mente en blanco como un papel. Ni siquiera pensaba en lo que acababa de ocurrir, es como si una parte de ella hubiese muerto.
Los vecinos la miraban y entre la multitud pudo lograr escuchar:
-En ese lugar aparece el Diablo.
Siguió su camino retumbando esas palabras dentro de su cabeza. La llevaron a la ambulancia en donde un paramédico le hizo preguntas, pero ella no lograba contestarla. No estaba colocando atención.
-Sigue en shock. -Comenzó a chasquear los dedos frente a su cara. Lucille levantó la mirada-. ¿Tienes alguna herida?
Mostró el golpe que tenía en su mano.
Antes de que ella se le ocurriera llamar a los policías, tomó un martillo y comenzó a martillar su mano una y otra vez tratando de no curarse, pero con la rabia se le hacía imposible. Comenzó a llorar del dolor y por última vez, alzó su martillo con una mano y se rompió la mano manteniendo la mente en blanca. Fue justo en el momento que su vecina tocó la puerta.
-¿Cómo pasó esto? -Preguntó la paramédico tratando de curar su mano-.
-Él lo hizo. Fue con un martillo porque iba a tomar mi celular.
El mismo martillo que sujeto con guantes y lo dejó muy cerca del cadáver del Sr. Gaines sin antes dejar sus huellas sobre él.
-¿Te hirió algún otro lado? -Lucille negó con la cabeza-.
Al terminar de limpiar la sangre y vendar su mano una detective llegó junto a ella. Le pidió que fuese a la comisaría en donde la dejaron en una sala en una fría habitación sola.
Lucille tenía la mirada en frente y se miró los dedos de sus manos que ya estaban en su coloración normal. Se cubrió hasta arriba con la manta vieja que pertenecía a la cama de Verónica. Desde las sombras ella salió tratando de atormentar la cabeza de Lucille. Se sentó en la fila de enfrente.
-Te van a descubrir. Van a ver todo lo que has hecho y te vas a pudrir en la cárcel. Ahí no vas a poder cumplir con tu contrato y.…nos veremos luego. -Verónica comenzó a reír-.
La puerta se abrió atrayendo la atención de Lucille. Ella volvió a mirar al frente sin ver a Verónica, pero sintió una mano posada en su hombro.
-¿Como estas, Lucille? -Preguntó la detective-.
-Bien. O sea, mi mente no.
Lucille mordió su labio inferior.
-¿Que ocurrió, Lucille? ¿Mataste a ese hombre?
Lucille comenzó a asentir lentamente. Se acorrucó en su manta.
-Él apareció afuera de mi casa. No sé cómo llegó ahí o supo cómo llegar. Nunca le dije donde vivía y él decía que sí que yo estaba equivocada.
-¿Tú lo dejaste pasar?
-Sí.
-¿Porqué?
-Por que confiaba en él. Creí haberlo conocido. Compartíamos muchas cosas. No creí que me iba a hacer daño.
-¿Como lo conociste?
-Era un cliente habitual en mi trabajo. -Lucille cristalizó sus ojos-.
-¿Cómo te atacó?
-Trató de dispárame. Corrí lejos de él y tomé un cuchillo. Me resbalé cayendo al piso y fue cuando el mostró algo de bondad. -Un sentimiento extraño sintió dentro de ella al decía estas cosas-. Como si estuviera obligado a hacerlo. Pero luego me confesó que mató a mi compañera y que yo era la siguiente. Fue ahí cuando lo maté.
-Defensa propia. ¿Cuándo te hizo eso? -Apuntó a la mano de Lucille-.
Ella guardó silencio tratando de ingeniárselas.
-Pues...-Lucille comenzó a pensar-...antes de correr él me sujetó y me aplastó la mano. Luego me zafé de él y corrí a la cocina.
La detective arqueó una ceja echando su cuerpo hacia atrás. Lucille tragó saliva luego de la intimidante mirada de la detective.
-¿Por qué él haría eso?
-Porque era un maldito psicópata.
Lucille se quedó quieta con la mirada hacia arriba. Se abrigó con su manta. Recordó al hombre que mató antes del Sr. Gaines como si fuera un fantasma, alguien quien quizás no importaba. Se quedó extrañada a aquel pensamiento como si le importara. Sentía que algo se le olvidaba.
-¿Cuánto tiempo voy a estará aquí? -Preguntó Lucille arrugando la frente-.
-Lo necesario, señorita.
-Lo necesario para declararte culpable, Lucille. -Dijo Verónica sentándose sobre la mesa-.
Lucille la miró con odio para luego ignorarla.
La detective dejó a Lucille en esa habitación fría y completamente sola. Verónica comenzó a mover los pies. Lucille comenzó a cerrar los ojos para descansar. Tenía tanto sueño que le dolía la cabeza.
-¿Qué piensas? -Preguntó Verónica-.
-Estoy cansada.
-Y solo llevas dos meses en esto. Imagínate toda la eternidad.
Lucille miró en frente quedándose así por minutos. Levantó la cabeza.
-Ya no sé qué hacer. -Comenzó a negar con la cabeza mientras miraba a Verónica-.
Lucille detuvo ese movimiento sin saber que la detective la mirada de la otra habitación mirando muy extrañada tomando atención a cada gesto de ella y preguntándose con quien hablaba.
Por otro lado, en otro lugar donde el sol aun ni pensaba en salir, yacía Robert Lawrence tumbado en el suelo de uno de los cuartos de su casa en lo que había transformado como su oficina. Las fotografías de su hermana al igual que el mapa de donde se vio por última vez, y en donde la encontraron tenían puntos sobre ellos. Apretó la botella que tenía en la mano cuando despertó de golpe. Se sentó y sacudió su cabeza sintiéndose un desastre. Lentamente se levantó apoyándose en su escritorio. Se quedó mirando la pared tratando de no perder el equilibrio, pero llegó a refalarse y botó los archivos fotocopiados.
Editado: 25.04.2020