Lucille: La marca del Diablo

12. En las buenas y en las malas

Lucille entró primero a la casa seguida de William. La casa estaba a oscuras hasta que él encendió las luces solo de la sala principal.

-Mary se ve muy bien junto a él. -Dijo William sacándose su abrigo-.

-Si. -Lucille no se quitó nada-. Olvidé su nombre.

Ella corrió por las escaleras hasta su habitación lo más lejos de William. Sintió una corriente de aire en sus pies al quitarse los zapatos. Se quedó mirando el piso recorriendo toda la casa.

El helado frio congeló sus pies cada vez que se acercaba a la puerta que daba al patio trasero. Se acercó a ella sin miedo y se dio cuenta que la puerta estaba abierta. Salió por ella y vio restos de tierra mojada esparcida por el piso.

-¡Lucille! -Gritó William sin recibir respuesta de ella-.

Corrió alejándose de la puerta dejándola abierta tropezándose con más de un escalón. Llegó hasta el segundo piso sin encender la luz guiándose por el brillo de la habitación. Siguió hasta poder ver a Lucille con lágrimas en los ojos de pie estática en medio de la habitación. La puerta estaba casi completamente abierta.

-¿Que ocurre? -Preguntó el acercándose a Lucille-.

Ella no dijo nada. Se acercó lo suficiente como para abrazarla fuertemente. Lucille rodeó sus brazos alrededor de él.

-Creo que alguien entró a la casa.

-¿Cómo? -Susurró Lucille en su oído-.

-La puerta de abajo estaba abierta. Iré a ver.

Cuando William trató de separarse de ella, Lucille lo aferró más fuerte a su cuerpo.

-Amé que me protegieras, y se lo mucho que me deseas. Pero, eres un mentiroso...

-Lucille.

-Me protegiste siempre para cambiarme, y eso no te da el derecho de creer que soy tuya ni en esta o la próxima vida, William. Terminaste siendo igual que todos. Un peón.

-¿Qué? -Balbuceó William-.

Lucille tomó distancia. Sin darse cuenta. Alguien aparecía lentamente detrás de la puerta.

-Salúdame a mi padre.

-Yo...

Y de improviso, Ares rodeó una cuerda gruesa al rededor del cuello de William. Él la apretó y tiró de ella hasta tirar hacia atrás a William. Él trató de sujetarse de lo que fuera mientras al mismo tiempo trataba de zafarse, pero Ares tenía demasiada fuerza. Lucille corrió por la escalera encendiendo todas las luces y fue a una de las salas en donde William tenía un antiguo tocadiscos y colocó uno de los vinilos de Ben E. King, mientras que Ares arrastraba a William desde la habitación hasta la parte de la escala en donde Ares había amarrado la cuerda al candelabro. Lucille comenzó a dejarse invadir por la música y comenzó a bailar. Ares, levantó a William, pero él se defendió dándole un golpe en la cara mientras aun trataba de respirar. Endurecido, Ares lo tomó de los hombros y se puso ante él. Comenzó a forcejear contra él hasta poder empujarlo contra la baranda haciendo que aquella se rompiera. Pero así mismo, lanzó a William por ella rompiéndole el cuello en el instante que quedó colgando de ella.

Lucille sin abrir los ojos, sintió unas manos pasar por su cintura. Miró a Ares a los ojos mientras su nariz sangraba y tomó una de sus manos para bailar con él. Pasó sus manos por su pecho hasta llegar a los hombros, y así mismo, al final de la canción, el candelabro cayó del techo sobre el cuerpo de William.

Por el fuerte estruendo ambos se separaron y ella corrió a verlo. Los cristales penetraron su piel y William murió con los ojos abiertos.

-Te dije que haría todo por ti. -Dijo Ares a un lado-.

-Y lo demostraste, cariño. -Susurró Lucille caminando hacia el cadáver de William-. Por donde entraste dejaste sucio, limpia antes de que se nos olvide. Yo iré a dejar más pistas de suicidio.

Ambos se separaron. Ares le obedeció.

Ella subió las escaleras y en una de las libretas de William pegó los cabellos que cortó de Verónica. Lucille se cortó una mecha de cabello y también la pegó a un lado. Cerró la libreta y la dejó a un lado. Abrió su notebook y en el Microsoft escribió una carta falsa de como la culpa estaba carcomiendo su cabeza. Mentiras tras mentiras. Ares apareció en la puerta cuando Lucille se levantó de la silla.

-Debemos irnos y dejar las luces encendidas. -Lucille se colocó su abrigo y se llevó el resto de las prendas en su bolso.

-Estacioné el auto a unas cuadras.

Lucille tomó la mano de Ares y con la otra sujetó el bolso. Salieron por la puerta trasera dejándola bien cerrada. Corrieron por el patio y Ares la ayudó a pasar la reja. Luego se lanzó él. Corrieron por la calle hasta llegar al auto y esconderse en él. Echaron los asientos hacia atrás con el corazón lleno de adrenalina y la respiración agitada. Lucille giró la cabeza para mirarlo y limpiar la sangre que corría por su nariz.

-Gracias por no preguntar por qué lo hice. Pero, te diré la verdad. -Ares sujetó su mano-. Yo maté a Verónica.

Ares la quedó mirando sin juzgarla.

-Haces lo que haces siempre por un motivo, sea bueno o malo. -Él besó su mano-.

-¿Vas a quererme, aunque te espante? Porque eres el único en quien confío ahora.

Él asintió rápidamente.

-Hice un trato con alguien. Él me daría algo que necesitaba, pero siempre hay sacrificios. Verónica lo fue, y William seria mi mascara. Así puedo vivir tranquila. Por ahora.

-¿Quién? -Lucille lo miró sin decir nada-.

Ella se montó sobre Ares y comenzó a besar su boca hasta el amanecer.

Junto con la aparición del primer rayo de sol Robert abrió sus ojos de golpe. Se sintió ahogado al respirar. Se sentó en la camilla y se sujetó de los lados para no caer. Tenía suero conectado y de un tirón lo arrancó separándolo de su cuerpo. La paramédico entró al sentir sus quejidos para tratar de controlarlo.

-¿Que hago aquí? -Preguntó Robert tocando sus bolsillos-. Mis cosas.

-En sus bolsillos. -Dijo la paramédico tratando de sentarlo-. Se desmayo, alguien lo trajo y lo dejó ahí. Tiene que reposar.




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