Ludum

5

Mientras avanzaba por las calles camino a su departamento, Sese sintió el peso de las palabras de Aika resonando en su mente. ¿Volver a la policía? La sola idea le provocaba un amargo desdén. No era solo una cuestión de orgullo o rebeldía; era la cicatriz de una traición que aún ardía como si hubiera ocurrido ayer.

El recuerdo lo golpeaba con la fuerza de una ola incontrolable: el día en que fue dejado a su suerte. La adrenalina, el sonido de las sirenas alejándose, las miradas que no se volvieron para ayudar. La desesperación en su pecho al darse cuenta de que, para ellos, ya no era más que un estorbo, un peón sacrificable en un juego mayor.

Apretó los puños dentro de los bolsillos de su abrigo. No, regresar no era una opción. No después de lo que había pasado.

Cinco años atrás...

Era una tarde lluviosa, con un cielo cubierto de nubes grises que presagiaban más tormentas. El joven Sese, de veinte años, se encontraba en su patrullero, observando las gotas de agua golpeando el parabrisas con el sonido sordo que acompañaba su soledad. La radio había emitido una orden urgente: un enfrentamiento en el centro de la ciudad. Sin pensarlo, aceleró, con sus manos firmes sujetando el volante mientras el rugido del motor retumbaba en sus oídos.

El patrullero frenó con un chirrido cuando llegó al epicentro del caos. La calle estaba atestada de vehículos detenidos, y un mar de personas se encontraba disperso entre los coches, algunas alteradas, otras empujando, algunas gritando. Un par de grupos de hombres, visiblemente alterados, se enfrentaban en medio de la vía, usando palos, bates de béisbol y hasta cadenas. El sonido del impacto de los objetos sobre la carne, mezclado con los gritos, hacía que el aire fuera denso y lleno de tensión.

Sese salió del vehículo con rapidez, ajustándose su chaqueta de policía mientras sus ojos recorrían la escena. Era joven, su rostro aun mostraba vestigios de la adolescencia que comenzaba a dejar atrás, pero sus ojos, pese a su inexperiencia, reflejaban una determinación férrea. La lluvia empapaba su cabello negro, deslizándose por su rostro, pero él no se detuvo. Sabía que tenía un trabajo que hacer.

Avanzó hacia el centro del conflicto, observando de reojo cómo algunos de los individuos se regresaban hacia él, alterados por la presencia de la autoridad, pero la violencia no se detenía. Los gritos aumentaron, y la brutalidad parecía ser la única respuesta en ese momento. Sese apretó los dientes y alzó la voz, más fuerte de lo que pensaba: "¡Deténganse! ¡Policía! ¡Aléjense ahora!"

Pero la masa no se detuvo. En ese instante, uno de los hombres, de tez grande y con un bate en sus manos, se giró hacia él con ojos desorbitados por la furia. La adrenalina recorrió el cuerpo de Sese mientras sus pies avanzaban rápido, moviéndose con la agilidad y reflejos que había aprendido durante el entrenamiento, pero que aún no dominaba completamente.

Con rapidez, Sese se interpuso, esquivando el primer golpe con el bate que el hombre intentó darle. Su corazón latía desbocado, pero su mente se mantenía fría. Sabía que tenía que mantener el control. Con un movimiento hábil, apartó al agresor con la fuerza justa para desarmarlo, empujándolo hacia atrás.

La multitud no se detuvo, pero Sese había logrado crear un espacio donde su presencia se imponía. Con voz autoritaria, gritó otra vez: "¡Todos aléjense de inmediato o usaré la fuerza!" No esperaba que la situación se calmara fácilmente, pero su instinto le decía que debía mantener la cabeza fría. Con la vista fija en el grupo, que aún intentaba resistirse, se preparó para hacer frente a la confrontación.

El aire, ya pesado por la tensión y la lluvia, se volvió aún más denso cuando un disparo resonó en la calle, seguido por el crujido de otro. Un hombre cayó al suelo con un grito de dolor, mientras las personas que antes se enfrentaban con palos y bates de béisbol se dispersaban rápidamente, sacando armas de fuego y disparando al azar. El caos que antes era físico ahora se había transformado en una guerra de proyectiles.

El primer disparo fue seguido por un caos instantáneo. La gente comenzó a correr en todas direcciones, algunos cayendo al suelo, otros buscando refugio entre los coches. Sese no perdió tiempo. Con reflejos rápidos, se agachó y corrió hacia su patrullero. La lluvia ahora parecía una niebla espesa que dificultaba la visibilidad, pero los disparos resonaban como una alarma en su cabeza.

Refugiándose tras el vehículo, Sese dejó escapar un rápido suspiro. Su mente trabajaba a mil por hora. ¿Qué hago ahora? ¿Cómo controlo la situación? Pensó en su entrenamiento, en lo que le habían enseñado: mantén la calma, evalúa la situación y toma el control. No podía arriesgarse a ser un blanco fácil.

Con manos temblorosas, tomó el micrófono de su radio, su voz forzada a ser firme, aunque su corazón latía con fuerza. "¡Central, aquí agente Vennucci! ¡Tiros en la vía principal! ¡Solicito refuerzos inmediatos! ¡Hay civiles heridos! ¡Repito, refuerzos ahora!" Su voz se ahogó ligeramente con el sonido de un nuevo disparo a lo lejos, pero logró mantener la compostura. El micrófono volvió a quedar en silencio.

A través de la ventanilla del patrullero, Sese pudo observar el movimiento en la calle. Algunos de los agresores estaban tomando posiciones detrás de los coches, apuntando con sus armas, mientras otros corrían a lo largo de la acera, buscando una salida. No tenía el entrenamiento para enfrentarse a una situación de tiroteo, no sin más apoyo. Y el tiempo estaba en su contra.

Sese asomó ligeramente su cabeza por encima del coche para evaluar mejor la situación. Vio a uno de los hombres apuntando hacia él, un disparo cercano hizo que se agachara rápidamente. Esto está fuera de control... pensó, y rápidamente volvió a pedir refuerzos.

La adrenalina lo invadía, pero al mismo tiempo, su mente se mantenía aguda. No podía dejar que la desesperación lo consumiera. ¿Cómo hacer que esta situación termine antes de que alguien más salga herido o muerto? En ese momento, la sirena del patrullero se activó automáticamente. La atención de los hombres armados se desvió hacia el sonido, lo que permitió a Sese moverse con más libertad. Pero sabía que esa distracción no duraría mucho.



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En el texto hay: novelanegra, mafia, policiaca

Editado: 26.02.2025

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