Luego Es Tarde

Capitulo 6 - Noticia

24 de septiembre
Brenda

Esto era horrible. No podía comer nada sin terminar vomitando, y lo peor era que tenía hambre. Mucha. Como si mi cuerpo estuviera reclamando algo que no sabía cómo darle. Estaba tirada en el sofá, sin fuerzas, esperando a Leah. Ya le había mandado un mensaje pidiéndole que viniera. No quería estar sola.

Tocaron la puerta. No me moví.

—¡Entra! —grité desde el sofá. Había dejado la puerta sin seguro. Sabía que era ella.

Leah entró con el ceño fruncido, preocupada. Se acercó sin decir nada al principio, como si estuviera escaneando la escena.

—¿Qué has comido últimamente?

—Nada. Ese es el problema. Si como, termino vomitando. Y tengo sueño. Mucho sueño —me acarició la cabeza con suavidad, pero su mirada estaba lejos. Pensando. ¿Un virus estomacal? ¿Una intoxicación? ¿O simplemente estoy perdiendo la cabeza?

—¿Cuándo fue tu último periodo?

La pregunta me sacó de golpe de mis pensamientos. La miré, confundida.

—Mmm… no sé… hace como un mes y… —me congelé—. Oh no. Tengo un retraso.

La frase cayó como un trueno. Todo se conectó en mi mente en un segundo.

—No puede ser. Yo… no… yo… ¡ay, maldición!

Leah se sentó a mi lado, con voz firme.

—Brenda, creo que estás embarazada.

—¡No puede ser posible! Yo… no…

—¿Con quién fue la última persona que estuviste? ¿Y cuándo?

—No. No. No. Necesito pruebas. Pruebas de embarazo. Ya.

—Yo iré por ellas. Tú quédate aquí —salió casi corriendo de la casa.

Me quedé en el sofá, paralizada. Ahora tenía miedo. ¿Y si era verdad? ¿Qué iba a hacer? ¿Y si él no quiere saber nada? ¿Y si me pide que…?

Abortar no es una opción. Lo negué en silencio. Si estoy embarazada, lo tendré. Lo cuidaré. Le daré todo el amor que no me dieron a mí. Trabajaré duro. Me esforzaré. Pero… ¿podré? Nunca me prepararon para esto. Soy huérfana. No sé lo que es tener una familia. Solo tengo a Leah, que ha estado conmigo desde la secundaria.

Sí, quiero ser madre. Pero lo imaginé diferente. Casada. Con un esposo que me ame. Que todo fuera planeado. Que el bebé llegara en medio de una historia bonita.

La puerta se volvió a abrir. Leah entró con una bolsa en la mano. Me levanté, tomé las pruebas y me fui al baño.

Cuando salí, las puse sobre la mesa. Tres pruebas. Las alineé como si fueran soldados en formación. Coloqué el temporizador en el teléfono.

—Bueno… ahora toca esperar.

—Sí —Leah se sentó a mi lado. Se veía más nerviosa que yo. Sus manos temblaban.

Cuando el teléfono sonó, nos levantamos al mismo tiempo. Nos acercamos a la mesa. Tres pruebas. Tres líneas. Tres positivos.

Antes de que pudiera procesarlo, Leah me abrazó con fuerza.

—¡Voy a ser tía! ¡Siiii! —yo todavía estaba en shock, pero ella ya estaba celebrando.

—Brenda, ahora no pienses. Celebremos.

—Vale… ¿Whisky?

—¡Nooo! Ahora cero alcohol. Debes comer bien, cuidarte más. El bebé es importante. Tenemos que ser cuidadosas.

Apenas sabe la noticia y ya está en modo mamá osa. Me hizo sonreír, aunque por dentro estaba temblando.

Nos sentamos en el sofá. Lo que tomamos fue jugo de naranja. Qué aburrido. Pero era lo correcto.

—¿Se lo dirás a mi hermano?

Casi escupo el jugo. La miré como si me hubiera dicho que el mundo se iba a acabar.

—Tranquila. No hay apuro.

—No le diré nada.

—Pero Brenda…

—Ningún pero. Ya dije que no.

—Él es el padre. También necesita saber.

—Leah… amiga o enemiga, decide. Él me lastimó. ¿Y si no quiere al bebé? ¿Y si me dice que me deshaga de él? No lo soportaría. Por eso es mejor callar. ¿Ok?

—Vale… —dijo, bajando la mirada. Se notaba que no estaba de acuerdo, pero me respetaba.

—Es difícil para mí.

—Lo sé… lo sé. Pero sé que tú querías una linda familia antes de llegar a esto.

Tomé sus manos. Las apreté con fuerza.

—El universo trabaja de formas que nadie entiende. A veces lo que parece una pérdida de tiempo… ya estaba escrito.

—Te mereces lo mejor del mundo.

—Ya lo tengo. Al tenerte a mi lado.

Sus ojos se llenaron de ternura. Se acercó y me abrazó otra vez. Yo la abracé también. Era como mi hermana. La única familia que tenía. Y la quería con todo mi corazón.

Nos quedamos así, abrazadas, un buen rato. Eso era lo que necesitaba. No consejos. No soluciones. Solo alguien que me sostuviera mientras el mundo se movía bajo mis pies.

No sabía qué hacer. No había un manual. No tenía a quién contarle la noticia y recibir alegría. No imaginé que sería así. Sin haberlo planeado. Todo por una noche de tragos.

Pero daré mi mejor esfuerzo. No puedo morir sin intentarlo. Sin saber que lo hice bien. Aunque sea sola. Aunque sea difícil. Aunque duela.

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Gracias por leer, por sentir, por acompañar a Brenda en su silencio y en su miedo. Si alguna vez te has sentido sola frente a una verdad inesperada, este pedazo de historia es también para ti.

Con cariño,
La Escritora del silencio




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