Lugares Inciertos

La meta

Teníamos un propósito cada uno de nosotros. Todas las noches, un grupo previamente selecto de chicos debía ir a la habitación 311 del ala oeste del cuartel. Allí eran recibimos y debidamente trabajados.
Esperaba ser llamado muy pronto. Las semanas pasaban, mis compañeros se iban, uno tras otro. Yo seguía en el mismo lejano rincón. Siempre igual, con las mismas memorias, manías y ansias. Queria dejar todo atrás. Estuve solo y me hirió solo, pero al menos me llevaría un propósito. Necesitaba tener algo que cumplir.

Sabía que una vez que saliera de allí, todo sería diferente. Ninguno es el mismo al salir de esa habitación. Todos se vuelven grandes soldados, centrados únicamente en una meta: ¡Proteger a toda costa la nación!

En algunas ocasiones, a pesar de estar en la habitación 110, bastante lejos de donde ellos estaban, podía escuchar algunos gritos y lamentos. Pero era lo normal en lugares así, o al menos eso había leído. Ellos debían ser lavados por completo.

No pensaban en nada más, no recordaban nada más, no había pasado ni dolor en ellos, ni ideas y habladurías más allá.

Se convertían en armas de guerra, y nada más.




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