Lúgubre "Vivir entre el dolor del pasado"

21. La Carta

VEINTIDÓS DE ABRIL

ANDREA

Recorro los pasillos del instituto hasta llegar a mi casillero. Al abrirlo, un torrente de pétalos de rosas negras cae al suelo, atrayendo las miradas de todos hacia mí. Entre los pétalos negros, destaca un sobre blanco. Me agacho para recoger la carta mientras los gritos de los profesores resuenan a mi alrededor.

Parecen cabras dando a luz

Estresante.

— Brusela... — murmuro, convencido de que ella es la única que pudo enviarme esto. Pero, ¿para qué tanto espectáculo por una simple carta?

Escucho sirenas de policías a lo lejos.

No puedo tener ni un solo respiro

Guardo la carta en el bolsillo de mi pantalón, asegurándome de que ningún profesor la viera. No creo que las personas a mi alrededor sean tan tontas como para decir algo; al fin y al cabo, eso los involucraría en el asunto.

— ¡ANDREA! — me llama una profesora. — ¿Estás bien?

— Sí — respondo con una sonrisa. — ¿No debería estar feliz por el regalo de mi novio? — exclamo alegremente, señalando las rosas y el peluche que siempre guardo en el casillero, aunque los detesto, porque forman parte del estatus en este estúpido instituto.

Debes ser una chica delicada, amable, bondadosa, femenina y cumplir con mil estereotipos más para encajar en el estándar social.

Criticas lo que tú también haces

Tienes razón, la diferencia es que yo sigo las reglas para encajar, no porque quiera. En realidad, me importa un bledo, pero debo hacerlo.

— Oh — dice, mirando los pétalos negros con extrañeza. — Entiendo.

Luego se dirige a los dos policías.

— Falsa alarma, señores. Disculpen las molestias — se disculpa, guiándolos hacia la salida del instituto.

Escucho los murmullos de los demás a mi alrededor mientras me observan con extrañeza.

Perfecto, otra vez soy el centro de las burlas y chismes

— ¿Qué, ¿tengo cara de payaso o qué? — les suelto a todos, incapaz de contenerme. — Vayan concentrándose en sus vidas, estúpidos sin nada que hacer — espeta furiosa, mirando a todos con odio. — No sabía que ser el payaso de la función era tan solicitado en este circo. Porque si es así, yo soy una estrella — escupo con odio hacia todos.

Cierro el castillo rápidamente y me dirijo hacia la salida del instituto sin mirar a nadie. Al salir a la carretera, empiezo a caminar por el andén mientras siento cómo el frío se cuela entre mis huesos, provocando un escalofrío que me eriza la piel. El cielo se cubre con densas nubes oscuras, que ocultan el brillo del sol caliente.

Al alejarme un poco más del instituto, observo la carta en mis manos mientras escucho el sonido de los autos pasar por la carretera junto a mí.

Un trueno retumba a lo lejos, pero decido ignorarlo mientras abro lentamente la carta, temiendo lo que pueda encontrarme en su interior. Me detengo antes de sacar su contenido y me apoyo en las barandas de seguridad del puente, mientras el sonido de los autos se mezcla con los tonos incesantes de las llamadas.

- Brusela - susurro mientras observo cómo la llamada me envía al buzón de voz. Lo intento tres veces más, recibiendo la misma respuesta, lo cual comienza a desesperarme, temiendo lo peor.

Saco rápidamente el contenido de la carta, observando una pequeña hoja doblada mientras escucho más truenos. Al desdoblar el papel, me quedo helada con las palabras escritas en él.

Observo desesperada a mi alrededor, sin saber qué hacer.

— Mierda — murmuro, mientras pienso en lo que debo hacer.

Porque es lo que haría una amiga

Recuerdos del día anterior atormentan mi mente, pero... si todo estaba bien, ¿por qué lo hizo?

¿En verdad todo estaba bien?

Arrugo la carta en mi mano mientras reflexiono si me arrepentiré de la decisión que estoy a punto de tomar.

Te lo dije, estúpida, ni una amistad puedes mantener

— No, es mentira — me susurré a mí misma mientras corría sin importarme lo que pasara entre los carros en movimiento, ahogada por el sonido de las bocinas y los murmullos molestos de otros conductores. Pero no me importa, sigo corriendo mientras pienso en todo lo que hemos vivido juntas.

El salón de arte abandonado, hablar sobre nuestros gustos, las estrellas, el cementerio...

Y es que no sé lo que significa estar junto a alguien de manera feliz, solo sé que con ella mi mundo no es tan mierda.

Puede que no tenga una eternidad a su lado, pero en un segundo con ella siento una calidez que ni en un año logro con los que me rodean. Y quizás sí, esté dando todo por algo que solo será una simple amistad, pero cuando has vivido tanta mierda como yo y estás acostumbrada a tanta asquerosidad en tu mundo, las cosas pequeñas se convierten en un pequeño rayo de luz que no pienso soltar.

Pienso en el mensaje de la maldita carta sin entender por qué lo hizo si todo estaba tan bien.

Si la muerte fuera un lugar, sería un pueblo al final del todo, donde el azul de ambos lados besa el horizonte. Si tuviera fecha, sería un veintidós de abril...

"La muerte, dicen, es tan hermosa que nadie ha vuelto para desmentirlo. Quizás, cuando el reloj se quede sin tiempo, ella venga a ser mi amiga, tal vez la segunda que tengo y la última que tendré..."

La carta resonaba en mi mente como un eco inquietante. Las palabras sobre la muerte, el pueblo al final del todo, el azul del horizonte... ¿Por qué me envió esto? ¿Qué significaba? Me sentía perdida entre las líneas, tratando de descifrar el mensaje oculto detrás de las palabras.

Espero no equivocarme de lugar porque temo llegar demasiado tarde.

Siento como pequeñas gotas caen sobre mí. A veces pienso que Sanford está tan acostumbrada a las desgracias que su cielo se tiñe de color sombrío junto con aquellas lágrimas que fingen ser lluvia, como todos en realidad...
 




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