Lúgubre "Vivir entre el dolor del pasado"

23. Dejar de existir

ANDREA

Las ramas de los árboles azotan mi cuerpo lastimandolo, pero sigo corriendo entre las gotas de lluvia que forman charcos en la tierra manchando mi humeda ropa con suciedad.

Al llegar al acantilado, me detengo bruscamente y observo la escena que se despliega ante mis ojos sin poder creerlo.

Un árbol antiguo, sin hojas y sin vida, sostiene una soga. Brusela está de puntillas encima de una silla, colocando la soga en su cuello, ajena a mi presencia detrás de ella.

No me ha visto; está de espaldas hacia mí, mirando al cielo nublado junto al oscuro mar. El sonido de las olas chocando contra la orilla y la lluvia intensa resuenan a nuestro alrededor.

A pesar de que la lluvia se intensifica y el llanto de Brusela se vuelve más fuerte, observo cómo mueve su pie, tratando de empujar la silla para dejarse caer. Corro desesperadamente antes de que logre su cometido, poniendo un pie en la silla y levantándome hasta su altura. Con rapidez, le quito la soga del cuello.

Ambas caemos de la silla, quedando en el suelo.

Brusela mira el cielo oscurecido mientras las gotas de agua caen sobre su rostro. Luego, gira su cabeza hacia mí y me observa en silencio, su mirada cruzando con la mía. Su expresión cambia, y se levanta del suelo. La imito, poniéndome de pie también.

—¡Estás demente! —grita con fuerza y voz enojada entre su llanto.

— Pues sí. Si querer ayudarte y salvarte es estar demente, entonces sí, estoy demasiado loca —afirmo con seguridad- Y sí, creo que estoy demasiado loca por haber hecho tanto solo para saber si siquiera estabas respirando —añado molesta.

—¡No te pedí que lo hicieras, no te pedí que vinieras, mucho menos te pedí que me salvaras! - exclama alterada en medio de lágrimas.

—¿Entonces quieres morir? - preguntó seriamente.

—No estaría haciendo esto si tuviera muchas ganas de vivir —aclara con sarcasmo.

—Bien, adelante —moví mis manos en dirección hacia la soga—. Hazlo —insistí—. Sé una cobarde y dime en la cara que soy una estúpida por haber corrido demasiados kilómetros bajo la lluvia, por correr por ti hasta casi haber tenido un accidente automovilístico, y por atravesar todo un bosque hasta llegar a este maldito lugar solo por ti, y si es así entonces lo lamento por hacer todo este espectáculo y este show —mencioné llorando.

—¿Por qué crees que eres la única que vive una mierda de vida? - continuo tratando de contener el llanto - Pues te lo digo, no eres la única, pero aún así nos levantamos todos los días, nos sacudimos nuestra mierda y seguimos con nuestras vidas —dije antes de que pudiera protestar.

— Y si tú no puedes hacer eso, entonces eres una cobarde. Porque si yo hubiese estado en tu lugar, nadie hubiese hecho todo lo que yo hice por ti para darse cuenta si yo estaba siquiera respirando —negué con la cabeza mientras dejaba salir mi llanto sin poder contenerme más.

—Tú no lo entiendes —susurra con tristeza. Nuestras miradas se conectan, ambas tenemos los ojos llenos de lágrimas, sus ojos negros brillan mientras algunas lágrimas se deslizan por su mejilla.

—No me dices qué quieres que entienda, ¿por qué mejor no me dices qué es lo que tú no quieres ver? —pregunto con voz temblorosa.

—No quiero ver más de lo que ya vi porque simplemente no quiero estar aquí —abre sus brazos.

—Entonces, ¿quieres morir? —pregunto de nuevo firmemente.

Brusela baja su cabeza, dirigiendo su mirada hacia el piso. El ambiente se torna frío y silencioso, sin respuesta alguna de su parte.

- Dime, ¿quieres morir? - insisto mientras me acerco a ella, empujándola, retrocede sin ser capaz de dirigirme la mirada- ¡Dime, ¿quieres morir?! ¡MALDITA SEA, ¿QUIERES MORIR?! - exclamo furiosa mientras su cuerpo sigue retrocediendo gracias a mis empujones - Si hace unos momentos estabas lista para hacerlo, ¿qué te hace no querer responderme cuando tú y yo ya sabemos la respuesta? - añado exasperada.

-Si ya lo sabes, entonces ¿para qué me preguntas? - levanta su rostro, observándome. Nuestras miradas se encuentran y puedo observar más detenidamente sus ojos gracias a la cercanía.

-Porque quiero que me lo digas en la cara, que sí quieres morirte, para que mi último recuerdo tuyo no sea tú como una maldita cobarde- admito.

-Entonces sí, maldita sea, quiero morir- afirma, sosteniendo mi mirada. En sus ojos se refleja una tristeza tan profunda como la oscuridad de su color, pero incluso así no pierde su belleza.

-Está bien - exclamé - Entonces, que así sea -decreté con firmeza, logrando que Brusela me observara con curiosidad y rareza. Pero antes de que pudiera protestar, la empujé una vez más, haciéndola caer por el acantilado. Su rostro reflejaba sorpresa mientras cae.

Me acerco al borde del acantilado, mi mirada se vuelve seria mientras la observo caer al oscuro mar...

BRUSELA

Siento cómo mi cuerpo se precipita hacia el vacío, sorprendida por la acción de Andrea mientras caigo. El viento y la lluvia me envuelven, provocandome escalofríos, y mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas.

¿Voy a morir? ¿Por fin terminará mi sufrimiento?

El impacto con el frío océano me sacude, luchando por llegar a la superficie, aunque nunca se me dio bien nadar.

Observo la superficie mientras me hundo más en el mar, exhausta de luchar.

¿Por qué luchas? ¿No querías morir? Te han hecho un favor a ti y a la sociedad.

Me muevo, intentando encontrar oxígeno, mis ojos se cierran mientras todo a mi alrededor se vuelve borroso y el oxígeno se agota, sintiendo cómo si el oscuro océano me arrastra hacia las profundidades, como uno de sus secretos que desea ocultar, eso como si varias manos oscuras salieran de su profundidad e intentaran tomarme y arrastrarme hacia la oscuridad.

Pero... si por fin llegó el día que tanto soñé, ¿por qué deseo luchar para escapar y respirar?

No lo sé, solo sé que al menos pronto estaré con mamá...




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