Lúgubre "Vivir entre el dolor del pasado"

27. Falsedades

ANDREA

El amanecer se presentó de manera calmada y serena, tal como todos esperaban.

Qué equivocados estábamos

En cambio,el terror y la desesperación se abatieron sobre Sanford, como un vaso de vidrio al borde de una mesa que cae y se rompe.

Si despertarse con una alarma es desagradable, imagínate hacerlo con una patrulla policial al lado de tu casa. Me desperté al borde de salir al balcón y gritarle al mundo que se callara.

Pero como soy una dama, la prudencia es clavé

Que tontería.

Salgo de mi habitación enojada, buscando respuestas sobre por qué las patrullas están frente a la casa de los vecinos.

Al bajar las escaleras, me encuentro con mi familia, que consuela a la señora Carter, con rostros preocupados y melancólicos .

Pueden engañar a cualquiera, pero no a mí. Conozco todos sus trucos, los sé de memoria; puedo decir que aprendí de los mejores.

- ¿Qué pasa? - pregunto con expresión de preocupación.

La alumno superó a sus maestros

- Ha desaparecido la hija mayor de los Carter, y no solo ella, sino diecinueve chicas más de todo Sanford - responde la mujer que me dio la vida con lágrimas de cocodrilo en su rostro.

—¿Estás bien, hija? - pregunta mi padre, cuya contribución genética no parece haber servido de mucho.

Aquí huele mucho a falsedad, como un perfume barato, su olor es demasiado fuerte pero asqueroso

- Bien - respondo de manera cortante y fría, ganándome una mirada de reproche de mis progenitores.

- Lo lamento mucho, señora Carter, mis condolencias - digo con voz respetuosa y expresión triste.

No te rías

La señora Carter llora más en los brazos de mi madre, mientras esta la consuela, fingiendo tristeza, aunque debe estar pensando en cómo las lágrimas saladas de la señora Carter están arruinando su caro vestido de marca.

- Oh, disculpe mi error - finjo demencia e inocencia - lo que quería decir es que lamento su desaparición, ya verá que la encontrarán.

Sí, pero en pedacitos

Al escuchar mis palabras, se acerca llorando y me abraza - Lo sé - solloza - ustedes se llevaban muy bien, eran casi hermanas, también debes estar muy triste.

¿Me ve acaso llorando?

Siento la mirada fuerte de mis progenitores, quienes me observan con una expresión de "compórtate".

- Tiene razón - acaricio su espalda con leves toques mientras espero que deje de llorar.

¿No se cansa? Se va a quedar seca.

Mis ojos se llenan de lágrimas mientras ella también me consuela - La quiero como a una hermana y me duele que esté desaparecida - una lágrima rueda por mi mejilla.

Necesito un Oscar

- Sí, yo sé que la encontraremos - se separa de mí, dirigiendo sus manos a mi rostro para acariciarlo cariñosamente.

Le brindo una pequeña sonrisa.

¿Quién sería amiga de esa perra?

Otra perra.

No discriminaría a otras chicas siendo yo del mismo género, pero ¿por qué tratar bien a alguien que no lo hace con los demás? Y menos de su mismo género.

Es estúpido. Puedo fingir lo que quiera, cuando quiera y donde quiera. Soy la hija perfecta, un ángel que suda agua bendita para mantener el estándar que quiere mi familia, pero nunca podrán jugar con mi mente.

Unos policías se acercan a nuestra casa, hablan con mis padres preguntando por mi estado. Conociendo su falsedad, ahora fingen alegría porque no estoy desaparecida, pero en su interior deben estar maldiciendo el por qué no me llevaron a mí también.

Pero eso no es lo que llama mi atención, sino uno de los policías se parece mucho a Brusela, aunque no tengo entendido que tenga un hermano. Según me ha contado, es hija única, pero el parecido es aterrador.

Es como si fuese su gemelo, pero versión masculina.

Debe ser simple coincidencia

- Señora Carter, necesito hablar con usted - argumenta uno de los policías de manera delicada al ver su estado.

Ambos policías se disponen a hablar con la señora Carter, mientras yo me dirijo a mi habitación, no queriendo ser parte de toda esta falsedad.

Al llegar, decido ponerme otras prendas menos coloridas para no llamar la atención. Cierro la puerta de la habitación con seguro y pongo almohadas debajo de las sábanas.

Observo una de las ventanas de la habitación. Una da a la calle, frente a nuestros vecinos, y la otra conecta con la entrada al bosque.

Me acerco a la ventana y observo el precipicio. No es tan alto.

Si saltas, solo te doblas una pierna. Así que tranquila.

Exacto.

Me siento en el borde de la ventana y salto, cayendo en el pasto.

Observo dentro de la casa por una ventana, y al no haber llamado la atención, me dirijo hacia el bosque apresuradamente.

Necesito saber si Brusela está bien...




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