FEBRERO DEL 2024
No sé por qué estoy escribiendo esto. Mi madre dice que será divertido, pero no estoy tan convencida. Me encuentro garabateando ideas vagas en páginas en blanco, quizá porque es un regalo y siento que debo aprovecharlo. Además, no hay mucho que hacer en esta casa, y estando él aquí, menos aún.
Supongo que debería empezar por presentarme. Mi madre siempre dice que un diario es como tu mejor amigo: guarda todos tus secretos y nunca los comparte con nadie, protegiéndote de todo.
Así que, querido diario, soy Brusela Collins, aunque mamá me llama Lucero por el brillo que, según ella, tengo en los ojos. Tengo catorce años, pero soy más baja de lo que me gustaría. Me encanta el helado de fresa, y mi color favorito es el rosa.
No sé qué más escribir por ahora. Supongo que está bien así. De todos modos, ya me cansé de escribir.
MARZO
Las noches tienen un aire extraño, como si algo no encajara. A veces escucho ruidos peculiares, pero prefiero no preguntar; siento que no es asunto mío.
Últimamente, papá parece más molesto conmigo de lo habitual. Hace unos días, escuché una conversación entre mis padres que me pareció curiosa. Mamá, como siempre, hablaba con ese tono cálido y cariñoso que usa conmigo, pero a papá lo llamó por un nombre que no conocía: Samael. Supongo que debe ser su verdadero nombre, aunque nunca me lo había mencionado.
Durante la cena, quise probar cómo sonaba, así que lo llamé por ese nombre. Su reacción fue inesperada; me miró con una seriedad inquietante y me mandó a mi cuarto enojado. No entiendo qué tiene de malo ese nombre ni por qué lo hizo enojar tanto.
ABRIL
Las cosas han cambiado. Aquel hombre a quien llamaba padre no lo era realmente. El verdadero murió frente a mí, luchando hasta su último aliento por estar a nuestro lado. Recuerdo cómo mamá se rompió en llanto, y cómo sus ojos, antes llenos de luz, quedaron apagados. Ese hombre, el impostor, la arrastró por los pasillos de una casa que se volvió un lugar frío, lleno de recuerdos aterradores.
Hoy es mi cumpleaños, y lo único que deseo es tener respuestas. Sé que mi verdadero padre era ese hombre que dio su vida por nosotras, aunque no tengo muchos recuerdos con él. Apenas puedo evocar su rostro, pero duele pensar que murió delante de mí, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.
Aquí estoy, encerrada en una habitación oscura por culpa de ese monstruo. Encontré una pequeña vela gastada y, con ella, intenté celebrar mi cumpleaños en silencio. Te lo confieso, querido diario, porque eres mi único amigo. Pedí un deseo: ser feliz y tener una familia junto a mi mamá. No sé dónde está, pero quiero creer que está bien.
Feliz cumpleaños a mí.
AGOSTO
Las pesadillas nublan mi mente, me perturban hasta el punto de enloquecer, como si jugaran con los límites de mi realidad. En mis sueños, aparece un hombre que, entre sus últimos alientos, afirma ser mi padre. No sé si estoy despierta o atrapada en un sueño interminable.
Me pregunto si, al cerrar los ojos, entro en la verdadera vigilia, porque su presencia me persigue en todas partes. El recuerdo me atormenta, tanto como la verdad que no quiero enfrentar.
Nadie imaginaría que todo podría desmoronarse en tan poco tiempo. Samael se ha convertido en mi verdugo, y estas cuatro paredes se han transformado en mi propio infierno, un lugar donde el aire es denso y apenas puedo respirar.
Cada día es una prisión que me encierra, donde el tiempo no avanza y solo la desesperanza crece.
Los gritos de mi madre resuenan en la habitación contigua, llenándome de angustia. A veces, cuando aparece con golpes en el rostro, intento preguntarle por qué me oculta la verdad, aunque ya la conozco.
Tal vez lo hace para protegerme, pero no puedo soportar la idea de verla morir frente a mí. La única persona que me ha amado de verdad se desvanece lentamente, y yo permanezco paralizada en una esquina, impotente, observando cómo su vida se apaga.
Me niego a quedarme completamente sola. A pesar de que esa soledad ya me consume día tras día, no quiero despertar un mañana y no encontrarla a mi lado. Me rehúso a perder sus caricias, sus abrazos y sus palabras que me recuerdan lo que valgo, incluso cuando mis ojos han empezado a perder su brillo. No acepto un futuro donde su ausencia sea mi única compañía.
Siento cómo la vida se apaga dentro de mí, como una vela que se consume lentamente, su cera derritiéndose hasta el final. Estoy atrapada, no solo en esta habitación oscura donde el frío me envuelve, sino también en una prisión mental de la que no encuentro salida. El desespero y el agobio me ahogan, y cada día siento que la salida se desvanece más.
OCTUBRE
Fingir felicidad, contener el aire hasta sentir que te ahogas y mantener una sonrisa forzada durante horas, intentando que parezca genuina.
Eso hice hoy mientras observaba a mi madre sentada frente a una pequeña mesa con un pastel. Es su cumpleaños, y desearía que las cosas fueran diferentes, que ella pudiera ser realmente feliz.
Siempre insiste en que lo es, pero no le creo. Su cuerpo luce más frágil, más delgado y pálido. El vestido veraniego que llevaba puesto apenas oculta los moretones que marcan su piel.
Me duele verla así y me duele aún más no poder hacer nada. Me lastima que ella no intente esconder lo evidente, como si aún pensara que soy una niña incapaz de comprender lo que ocurre. Pero lo veo en sus ojos, veo el dolor y el silencio, y me lastima que no me diga la verdad, que me la tenga que contar su cuerpo en lugar de sus palabras.
Quizá lo haga para protegerme, pero yo también quiero protegerla. Si ella ya está sacrificando tanto por mí, lo justo es que yo también haga lo mismo por ella.
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Editado: 18.01.2025