Lúgubre "Vivir entre el dolor del pasado"

38. Obra de arte

⚠️ADVERTENCIA ⚠️: contenido sensible.

Arte

la pintura clásica, la cerámica antigua, la historia de la humanidad, y los gritos de sufrimiento de aquellos corderos inútiles.

¿De qué sirve pedir perdón si no soy yo quien comete el pecado? ¿De qué sirve suplicar clemencia, si no fui yo quien te destruyó ni quien te hizo daño?

—No me pidas imposibles —digo mientras camino lentamente, ignorando las súplicas ahogadas en lágrimas de una chica de ojos oscuros, negros como el vacío, pero brillantes como las estrellas.

Ojos como los de ella.

Pero no son los de ella.

Al detenerme frente a la chica, mi puño impacta en su abdomen con fuerza, arrancándole el aire. Su llanto se intensifica, y una sonrisa se dibuja en mis labios.

Música para mis oídos.

Me acerco a la mesa y tomo un destornillador plano, su punta afilada. Paso un dedo por el filo mientras recojo unos pinceles pequeños. Luego me giro hacia ella, avanzando con calma.

Su nombre no tiene importancia, es un detalle irrelevante. No necesito cortesía para llevar a cabo lo inevitable.

Asesinarla

Para unirla a mi obra de arte.

Un lienzo en blanco descansa sobre un taburete gastado por los años. A mi alrededor, celdas lúgubres, sangre seca en el suelo y paredes decoradas con pinturas que inmortalizan a mi hermosa rosa.

Ni siquiera las obras que he creado, esos lienzos torpes y vacíos, logran capturar la magnificencia de su belleza, esa que trasciende cualquier pincelada o trazo.

Si los lienzos no son suficientes para retratarte, ¿por qué no esculpir en tu honor una obra que hable de mi devoción? Una escultura que viva para siempre en tu amor.

El arte es maravilloso, aunque la percepción que muchos tienen de él es superficial y carente de profundidad. Creo que debemos abordarlo de una forma más audaz y emocionante. ¿Por qué limitarse a esculturas de barro o mármol, cuando se puede esculpir con personas? ¿Por qué pintar sobre lienzos tradicionales, cuando la sangre puede ser un medio tan expresivo? ¿Y por qué crear arte con objetos mundanos, si el cuerpo mismo puede ser el lienzo supremo?

Sujeto con firmeza el destornillador plano, mientras mi otra mano atrapa la mandíbula de la chica.

—Deberías sentirte honrada; serás parte de una obra que inmortalizará a una diosa. Mi diosa.

Ella cierra los ojos, obstaculizando mi labor. Frustrado, la suelto y busco unas pinzas. Al encontrarlas, las coloco en sus párpados, forzándolos a mantenerse abiertos, sin importar cuánto se resista.

Perfecta

Con precisión, comienzo a introducir el destornillador plano en su ojo, avanzando lentamente mientras sus gritos llenan el aire. Presiono con cuidado en el párpado inferior, aplicando un poco más de fuerza para hundirlo profundamente. Luego, con movimientos firmes, empujo hacia afuera, observando cómo la sangre empieza a correr en un torrente por su mejilla. La escena me arranca una sonrisa involuntaria que ilumina mi rostro.

En mis manos sostengo el ojo ensangrentado, aún brillante y cautivador. Es hermoso, espléndido, igual que los de ella, igual que los de mi diosa. Lo acerco a mis labios y lo beso con devoción, como si al hacerlo pudiera devolverla a mi lado, aunque sea por un instante.

Pronto estarás cerca de mí.

Deposito el ojo en la bandeja a mi lado y me dispongo a extraer el otro. Cuando termino mi tarea, observo a la mujer, ahora inmóvil. Su rostro está cubierto de sangre, y donde antes estaban sus ojos, solo quedan dos huecos oscuros, vacíos de vida y alma.

Tomo un pincel de la bandeja, llevándolo a su rostro hasta que se impregna de sangre. Con calma, me acerco al lienzo y comienzo a pintar en él el rostro de mi amada, recreando su belleza en cada trazo.

Necesito verla para capturar su esencia, para plasmarla. Solo requiero un pincel para dejarme llevar por la inspiración, porque ya vive en mi mente, en mis días y mis sueños. Su imagen está grabada en mi memoria y mi alma, en cada suspiro y cada lamento que me acompaña.

Antes buscaba un rojo perfecto, un tono vibrante que hiciera justicia a su esplendor. Pero tras meses de fracaso y desilusión, entendí que ningún pigmento podía reflejar la magnitud de su belleza. Sin embargo, la sangre, con su intenso carmesí, su brillo casi hipnótico, resultó ser el color exacto. Es el único que honra su perfección, complementando su piel nívea, sus ojos profundos y su oscuro cabello. La sangre es el tributo cromático ideal para mi diosa.

Cuando termino el cuadro, retrocedo para contemplarlo. Satisfecho, dejo que una sonrisa se dibuje en mi rostro al ver el reflejo de su divinidad plasmado en el lienzo.

Otro más para la colección.

Tomo los ojos de la bandeja y los acerco a una camilla donde ya descansan otras partes del cuerpo.

Cabello oscuro, uñas rojas y brillantes, pestañas largas, labios finos y rosados.

Una parte más de un cuerpo para componer una obra auténtica, una parte de aquel cordero que murió, pero que de alguna forma fue especial.

Crear a mi hermosa rosa.

Deberían sentirse agradecidos, porque por fin sus cuerpos inútiles y repulsivos están sirviendo para algo verdaderamente productivo.

Pronto, mi arte será exhibido como una galería, pero esta vez no será el arte convencional al que están acostumbrados, y todos aprenderán, de una vez por todas, el verdadero significado de una palabra tan aparentemente atractiva…




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