Lui e lei

Capitulo 4

Él.

Ojalá y no hubiese sentido eso.

Pero como la mayor parte de mis deseos, nunca se cumplen.

Caí en cuenta de que me había enamorado cuando Karen dijo:

–Yo jamás me enoje, cierta señorita armo un drama porque la encontré abrazando a su crush con las mejillas rojas.

Y sí, se había enojado por su café, pero yo había hecho las cosas muy grandes por mis nervios, y mi latente taquicardía.

"No Leo, no fue por que me aceleres el corazón, sufro de taquicardía constantemente"

Y de nuevo me hundo.

La cama está cómoda y no quiero salir. Desde que me enteré de la lesión a mi corazón intento aprovechar cada momento como si fuera el último, por que cualquiera puede serlo.

Pero no debo de hablar de mí, sino de Leo, de su estúpida sonrisa, que de lado derecho tiene dos hoyuelos, pero del lado izquierdo nunca se forma alguno. O de sus ojos cafés. O de como se ve cuando sonríe y su pircing en la encía se asoma.

O de como lamió mi dedo y como lo "ahorque".

Y de la vez que me encontré con Naila y nuestro grupito "desastre". Todos riendo y haciendo bromas en tono sexual, como todo alumno de preparatoria mexicana.

–¿Quieres?– preguntó con amabilidad, mostrando el agua de sandía en una bolsa de plastico

–Permiteme– limpié mis manos y tome la bolsa. Kevin (mi actual vecino y amigo) nos miraba riendo; imaginó lo próximo que diría

–Sólo que chupale bien– todos nos reímos. Nadie se ofendió. Sabíamos que era un juego, pero la gente alrededor no.

Nos miraron raro y lo entendía.

Ese día encontré que su sonrisa era bella. Y me maldije internamente.

Nunca quise enamorarme de él, pero seguía interesada. Y admito que ni siquiera sé si es amor.

Pero aún recuerdo que me la pasé un poco mal en el cumpleaños de Juan por que Leo no asistió. Por que lo esperaba, con un poco de ansias.

Lo más.gracioso de esto es que jamás me había atrevido a hablar con alguien que me gustara, no sabía siquiera como empezar una conversación.

Pero él siempre hablaba. Nunca me ha hartado. Se que estoy mal, se que he caído por él.

Pero incluso comienza a hablar cuando se supone debe estar callado.
Es ansioso, igual que yo. Y no puede quedarse quieto.

Como en la mañana que vino a verme junto con Juan. Él no dejaba de jugar con la pierna de Juan, pero el rubio no se dejaba. Entonces descubrió que tengo cosquillas por cualquier lado y yo descubrí que si se acuesta en mis piernas sus costillas se marcan, a tal punto que pude tocarlas y sentirlas arriba de la ropa.

"Es extraño que no hayas probado el helado de panditas, pero hemos quedado en ir. ¿Sabes? Se me destrozó el corazón cuando me dijeron lo de Marlen, pero decidí seguir. Eres importante, pero nuestra amistad está sobre todo.

Aún recuerdo aquella vez en que dijiste que la extrañbas, y te entiendo.

No es tan facil salir de eso. Yo también la extraño.

Y para mi mala fortuna, también te quiero."



#9824 en Joven Adulto

En el texto hay: romace, lgbt, dolor y tristeza

Editado: 31.10.2019

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