Luka, tengo algo que decirte

DOS

Sus dedos se movían como los rayos en una tormenta. Sus ojos se mantenían cerrados, sintiendo las vibraciones de las cuerdas mientras que su aliento junto con el latir de su corazón danzaban en una misma armonía acorde a sus sentimientos.

Arriba, abajo. Lento y veloz. Ni siquiera veía el camino de sus dedos, tan solo... sentía.

Muy a lo lejos se oían los gritos a su alrededor. Los abucheos, el ritmo de los demás al aplaudir y tal vez, solo tal vez, las torpes pisadas de una chica.

"Todo se acabó", pensó con no poca melancolía. Salvar París había sido divertido, conocer nuevos amigos un añadido extra, y apoyar a Marinette, más que una carga pesada, había sido un deseo irrefrenable.

Pero ya no había más, y Luka no entendía por qué aquello le aquejaba.

"Si tan solo...", no, se estaba desconcentrado. Solo importaba el aquí y el ahora, su música, su ritmo.

Y todos sus sentimientos cargados en el tronar de las notas musicales.

En un arranque de curiosidad, se atrevió a abrir los ojos. Por donde sea que posará la vista, veía a gente aclamando por más, sonrisas brillantes y cuerpos danzantes. Él quería acompañarlos, pero por increíble que parezca, a pesar de ser el centro de atención en ese instante, se sentía más lejos de todo el mundo que nunca. Era una sensación extraña, estar tan solo y al mismo tiempo tan rodeado de personas ansiosas por acaparar tu atención. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué le hacía falta?

A lo lejos, alcanzó a ver a una curiosa joven de coletas altas y cabello oscuro. Aunque el rostro de Luka no lo reflejó, el ritmo de su música cambió, un movimiento tan ligero que podía pasar imperceptible para cualquiera, excepto para él. Se reanimó, sus dedos se aceleraron, su respiración se transformó en un torrente de emociones, los cuales no quería retener más.

"Muchas gracias, Marinette", pensó formando una tenue sonrisa triste.

Y siguió tocando, sabiendo que si no lo expresaba con palabras, al menos las notas melodiosas de su guitarra transmitirían su mensaje.

El resto fue tocar, tocar y tocar, hasta que poco a poco, sus dedos se detuvieron, dejando que las últimas vibraciones resonaran por toda la plaza.

—Eso estuvo bien —comentó Juleka a su lado una vez que bajaron del gran escenario.

—Practicamos mucho, en especial tú —le ofreció el puño a su hermana, y ésta le correspondió chocándolo al instante.

—Pues tú sí que estuviste espectacular —tomaron sus instrumentos y se encaminaron a una pequeña estación de alimentos para los participantes del show en vivo. La boca de Luka comenzó a salivar al ver la variedad de bocadillos disponibles para él y sus amigos. Aunque disfrutaba tocar, la idea de pasar tiempo con el grupo fuera del escenario le pareció seductora.

—Luka —lo llamó Juleka, deteniéndose con una mano en su pecho antes de alcanzar a los demás en la mesa—. ¿Has charlado con Marinette?

El chico se detuvo. Sin voltear a verla, contestó:

—No hace falta.

—Luka...

—Ella ha dejado en claro su decisión —reafirmó—. Yo no puedo revertirla ni convencerla de lo contrario —sonrió—. Solo aceptarla. Tal como es.

Juleka miró a su hermano con la boca entreabierta, y aunque deseó rebatirle supo que tenía razón. Le pareció algo tan admirable que lo quiso más que nunca.

—Algún día, una persona se dará cuenta de lo que vales, Luka Couffaine.

El muchacho no respondió, y siguió su camino a la mesa de bocadillos, dispuesto a divertirse.


...


"¿Dónde estás, Luka?", Marinette corría, zizaguaba entre los puestos y las personas en dirección al enorme escenario de la plaza central. Después de que el grupo bajara, intentó alcanzarlos a pesar de estar al otro lado, pero en cuanto llegó a una mesa de pasteles, les perdió la pista.

Respiró entre jadeos, recuperando la compostura con los brazos posados en las rodillas. La garganta le ardía con cada bocanada de aire, la sangre recorría cada vena de su cuerpo haciendo que sus músculos palpitasen por la excitación.

"¿Por qué soy tan leeeeentaaaaa?", se quejó en su interior. No solo bastaba con que fuera torpe, también con ser la que peor corría a distancias largas. Extrañaría las habilidades de los miraculous, ¡los necesitaba ahora mismo!

Pero era un deseo egoísta.

"Tengo que encontrarlo, no puedo permitir que se vaya sin que escuche lo que tengo que decir...", respiró profundamente, buscando retener el oxígeno en sus pulmones para tener que soportar otra carga más de velocidad en busca del joven azul.

Se irguió, abarcando todo el panorama de luces de la fiesta con su vista, sin éxito. ¿Por dónde debía buscar? Había demasiada gente, la mayoría se le quedaba mirando con admiración, le sonreían y lanzaban felicitaciones. Solo veían a la antigua Ladybug, pero no a una chica desesperada por encontrar a alguien.

Agachó la cabeza, no era demasiado tarde para regresar con Adrien, después de todo...

Un momento, ¿la que estaba ahí no era Juleka? Recuperó la confianza, dónde estuviera ella probablemente allí estaría Luka.

Salió corriendo hasta alcanzarla.

—¡Juleka! —gritó.

La chica de mechón morado no se giró a su llamado, tan distraída que solo percibió su presencia hasta que Marinette estuvo justo a su lado.

—Juleka... —jadeó—. Necesito...

"Oh por todos los cielos, tengo que ejercitarme más..."

—Ma... ¿Marinette? —ver a su amiga en ese estado le sorprendió a Juleka. ¿Qué la había hecho alterarse de esa forma? ¿Necesitaba ayuda? ¡¿Los akumas habían vuelto?!

—Necesito... —respiró y cuando habló, la voz le salió tan afónica como una cacatúa—. Permíteme un segundo... me falta oxígeno...

—¿Estás bien?

Marinette negó con la cabeza.

—Estoy... estoy buscando a Luka. ¿Está por aquí?

Juleka parpadeó estupefacta.

—¿Luka? Se acaba de ir.



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En el texto hay: romance juvenil, miraculous ladybug, lukanette

Editado: 16.01.2023

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